Aromas


22 de Febrero.- Una de las cosas que más me gusta hacer es recordar, revisitar momentos concretos de mi vida. A veces lo hago por medio de la música (me gusta cantar las canciones que asocio a las personas a las que he querido) y a veces, como hoy, lo hago por medio de los olores. Dicen los científicos que se dedican a esto que los olores tienen una enorme capacidad evocadora. La nariz, ese instrumento preciso que tenemos en mitad de la cara, no sirve sólo para llevar las gafas, sino que es un detector conectado directamente con nuestra memoria. En este post, repasaré los olores que me gustan y que me traen bonitos recuerdos. Ahora que lo pienso, son cosas que nunca le he contado a nadie...

-Chanel número cinco: es la colonia que usaba mi madre cuando yo era niño. Siempre que entro en una perfumería (sobre todo si está en un aeropuerto), me acerco disimuladamente a las estanterías de perfume de mujer y busco el más famoso de todos los tiempos. Cojo una cartulina y flusflús, y me la guardo en el bolsillo. Tengo una bufanda sintética buenísima (de lana no tiene más que la apariencia) y cuando no hay cartulina a mano, también le echo un poco de flusflús. Esta historia del Chanel número cinco es curiosa. Cuando yo era pequeño, mi padre trabajaba en los laboratorios que hacían el Chanel número cinco en España. Hay que decir que el perfume es uno de los productos más baratos (a precio de coste) que existe. Cualquier perfume lleva un alto porcentaje de agua, un alto porcentaje de alcohol, un gran porcentaje de una fragancia animal que se llama almizcle (y cuya estructura química, curiosamente, es parecidísima a la del sudor humano) y, por último, una mezcla floral variable. En aquellos tiempos de que hablo, cuando un empleado quería hacer feliz a su señora, metía una botella en la cuba del Chanel número cinco y se lo regalaba. Conservo, incluso, botellas de litro de Chanel originales, con el famoso tapón negro de las Cés entrelazadas, que en su día contuvieron Chanel Cristal, o chanel de caballero (que también lo hay). Cuando yo era pequeño, y en recompensa por los servicios prestados (yo fui un niño un poco difícil) recuerdo que mi madre le regaló a mi profesora (Josefina) una botella de dos litros de Chanel número cinco. A la pobre mujer casi le da un pasmo.

-El olor de Viena: Viena tiene muchos aromas que son distintos de los de España. Por ejemplo, el aroma del Naschmarkt. En el Naschmarkt huele a especias, huele a fruta, huele como olían las carnicerías en España antes de que se convirtieran en sucursales de los hospitales. Huele a fruta confitada. Si perdiera la vista y necesitara saber si he llegado a Viena o no, sólo tendría que pasear por el aeropuerto. Hay un rincón en especial que huele de una manera diferente y que es mi primera memoria olfativa de la ciudad. También huelen distintas las ensaladas, porque llevan, a veces, koriander (Cilantro). También huelen de una manera distintas las mañanas de primavera. Es un olor a nuevo que no podría describir y que, junto a la temperatura del aire, se puede asociar a la sensación placentera que da el estar bajo las sábanas sin frío ni calor, en esa armonía perfecta que sólo existe algunas mañanas.

-El olor del jabón de Lavanda que compraba mi abuela. Hace poco, en una mochila azul que un día estuvo en España, encontré una pastilla pequeña –sin duda de un hotel- de la marca concreta que ella usaba, y me trajo muchos recuerdos agradables. Recuerdo que, cuando era pequeño, era un placer reducir la pastilla verde a una piedrecita lisa cubierta de espuma. Aún hoy, cuando paso por algún supermercado, me paro a oler ese jabón y la colonia Nenuco. Una cosa curiosa: aquí no hay colonia de baño, como en España. Mis alumnos se ríen mucho cuando yo les explico que, en España, existe el Nenuco, o la S3, o las colonias baratas de limón para después de la ducha. Para ellos, el agua de colonia es un perfume que asocian con las señoras mayores también conocidas como viejas (de las viejas de Viena hablo en otro momento, que también hay que echarles de comer aparte). No existe la colonia fresquita que te echaban en el pelo cuando eras pequeño antes de peinarte. Otro recuerdo olfativo relacionado con mi abuela es el de un comercio en donde me llevaba –antes de ir yo al colegio- a comprar patatas y hortalizas. Recuerdo que aquel comercio olía a pienso, a alpiste. Un olor curioso que me acompaña hasta hoy.

-El olor de los teatros (vacíos) y de los estudios de televisión: ese es el perfume del aplauso. Una mezcla de olor a cableado, a madera recién cortada, a polvo. Un olor a espacio abierto. Un olor a silencio. Muchas veces, cuando trabajaba en el mundo perdido, me sentaba en algún estudio vacío y cerraba los ojos, sólo para oler...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya... parece que me hayas leído el pensamiento. Justo ayer estaba pensando yo en el mundo de los olores. Siempre he pensado que, al igual que las canciones, los aromas tienen la capacidad de transportarte en un viaje en el tiempo para revivir recuerdos de experiencias pasadas.

Lo cierto es que, cómo melómana que soy, las canciones tienen ese efecto recordaotrio en mí. Y lo mismo me sucede con los olores. Aunque hay una cosa curiosa que jamás he conseguido entender: hay un olor (concretamente el de hierva mojada recién cortada) que me trae recuerdos de mi infancia que, curiosamente, no recuerdo.

Me explico: cada vez que huelo ese olor (valga la redundancia), mi mente hace un ejercicio de regresión en el tiempo evocando imágenes sueltas y sin sentido, a menudo flashbacks borrosos, a las que no consigo poner en órden y entre las cuales no logro encontrar una conexión lógica y racional. Vamos: que tengo una especie de recuerdo bloqueado.

Dejando la psicología a un lado, he de decir que me encantan los perfumes (frescos, eso sí). La colonia Nenuco también está entre mis recuerdos de infancia. ^^ Estos austríacos no saben lo que se pierden; tendré que venir a enseñarles. :P

Nada más: me despido con un párrafo de una canción que me encanta y que habla precisamente de eso: de recuerdos olvidados (bonita metáfora, ¿verdad?): "Far away, long ago, glowing dim as an ember. Things my heart used to know, things it yearns to remember".

PD: Te dejo el link a algo que encontré ayer. No sé si a ti te pilló ya crecidito o no, pero te lo dejo igualmente. Cuando lo vi me sentí taaan mayoooor. Qué tiempos aquellos. Tschusssss!

http://www.youtube.com/watch?v=iiuSLxyDDvA

Goodbye!

Marujita Robinson dijo...

Nunca entenderé como Chanel nº 5 es uno de los perfumes más vendidos, ¡apesta! Hace más de 30 años era un buen olor, pero hoy en día resulta demasiado fuerte. Y no es por nada, pero donde estén nuestros Nenuco y S3 que se quite la horrorosa agua de Colonia 4711 de la que tan orgullosos están los alemanes, huele a rancio que tira p'atrás. Por cierto, acabo de ver en Youtube unos vídeos de Gedeon en pleno acto carnal y estoy que se me caen las babas XD

Paco Bernal dijo...

Ay, los fruitis! Qué recuerdos :-) A mí ya me pillaron un poquito ya con barba, sí. Aunque si quieres explorar el pasado friki de la animación española busca (si es que se encuentra) una serie que se llamaba Los Aurones. Aquello sí que era el lado salvaje de la vida. El nivel era como la tele de Zambia (con perdón para la tele de Zambia).
Aunque en España hemos hecho cosas muy buenas. Por ejemplo, David el Nomo molaba mogollón (y creo que ha aguantado muy bien el paso de los años) y "La vuelta al mundo de Willie Fogg". Las hizo una compañía que sigue existiendo y que se llama BRB Internacional, que estaba dirigida por Claudio Biern Boid. Si no recuerdo mal, ahora el negocio lo lleva un hijo del fundador, y las series que hacen...En fin, que han vuelto a Zambia.

En cuanto a Marujita, maifrend, sí que es verdad que el Chanel número cinco es un pelín fuertecillo pero yo no estoy en condiciones de evaluar si es apestoso o no porque para mí tiene un valor sentimental :-). Y sí, 4711 huele a rancio que tumba. Para que veas: esa es la única colonia que ellos tienen. El resto, se llama perfume. Por ejemplo, mis alumnos se meaban de risa cuando yo les decía que mi vecina Tere (hola Tere, si lees esto) me había mandado por navidad una colonia. Porque ellos no tienen ni la palabra para eso. O sea, que los hombres no usan colonia. Incluso dudaban si llamarle a lo que nosotros nos echamos perfume.

En cuanto a tu pasión por Gedeon, veo que, al contrario que yo_misma, te acoges a la máxima de una conocida mía que dice que "como el macho moreno no hay nada". Habrá que rezarle a San Pedro (Almodóvar) para que te dé una alegría dándole un papelillo al mushasho en su próximo flín que se llamará "La Piel que Habito" y que será malo, por cierto.
(La ley de Almodóvar dice que, tras una peli buena, viene siempre una mala; regía también esta ley, antaño, para los discos de Sabina; ahora, todos son malos)
A rivederci o a rilegersi :-)

Anónimo dijo...

Gedeon es el Burkhard? En caso afirmativo, he visto los vídios y la verdad es que están muuuu bien. Pero han retirado uno (supongo que por problemas de autor) que era tórrido como un día de verano. Eso sí: donde esté mi rubito molón, que se quite Gedeon. Paquiño, ¡¡¡ haz una foto de su choza, por DioR!!!

Marujita Robinson dijo...

¿En Zambia hay tele?Que me perdonen los zambianos

Dalia dijo...

¡Ay!¡Qué razón tienes! Hay que ver la impronta que djan los olores buenos y malos en la memoría. A veces son más intensos que las palabras.
Hay olores que asocío a Dublin, a Toulouse, al Soho londinense, a cuando por poco me ahogué en una piscina de niña y que todos los años si remisión me pone los pelos de punta cuando me llega el olor a cloro los primeros días de calor y paso cerca de una piscina...

Besos irreverentes.