Poned un oído en cada esquina y oiréis
17 de Marzo.- Austria es una isla lingüistica dentro del vasto panorama del habla alemana. Para explicarlo mejor debería decir que ,el alemán, en realidad, no es una lengua única, sino que es la intersección de multitud de dialectos y niveles que, de vez en cuando, comparten espacios semánticos parecidos. O sea que un señor de Dresde, por poner un caso, deberá acudir a un patois (el conocido como Hochdeutsch) para llegar a tener unas buenas relaciones con una señora de, pongamos, Brunau –localidad natal del tito Adolfo, by the way, y que está situada en las cercanías de Salzburgo-. Dentro de Austria (y ayer lo comprobé otra vez porque hice una excursión a la patria de Mozart) hay multitud de dialectos cuyas áreas de influencia están separadas a veces tan sólo por unas decenas de kilómetros. Y ojo: no me refiero a acentos como puedan ser el andaluz o el extremeño o el gallego: me refiero a auténticas construcciones idiomáticas que hacen que en Austria, que es el chiquichiqui country comparado con España, la gente tenga auténticas dificultades para entenderse.
Los indígenas llevan esto con bastante paciencia y buen humor y se mean de risa cuando recuerdan, por ejemplo, que la película “Muttertag” (hablada toda en dialecto vienés) fue exhibida con subtítulos en Alemania porque, allí, no había un dios que la entendiera.
De esta forma, las palabras del dialecto vienés han venido a formar parte de la banda sonora de mi vida. Pondré algunos ejemplos:
-Piefke (pronunciado pifque): alemán. Digamos que es un poco más suave que nuestro “sudaca” pero que tampoco es una cosa que los alemanes se mueran de ganas por oir. De hecho, hace años hubo un cierto escándalo porque la ORF emitió una miniserie que se llamó “Die Piefke Saga” en la que se hablaba de las aventuras de una familia de alemanes idiotas en una estacion de esquí. Lo que no mucha gente sabe es que la palabra Piefke viene de un personaje de tira cómica que nació en Berlín en la década de 1850. Otra palabra que tiene un origen parecido es el estilo Biedermaier. Los austríacos, que son un pueblo con espíritu arqueológico (ya sabes: cuanto más viejo eres más interesante te encontrarán) conocen como Biedermaier al estilo burgués y confortable que barrió Europa justo después de la caida de Napoleón. En pintura, este estilo es abierta e inmisericordemente cursi, y en mobiliario, ya digo: confortable. La palabra vino de un personaje, el profesor Biedermaier, que aparecía en una tira cómica alemana de la primera mitad del siglo XIX. Por cierto, el equivalente alemán para referirse a los austríacos es Ösi.
-Trekkig: esta palabra no tiene nada que ver con el señor Spock y sus secuaces en la conquista del espacio, y quiere decir asqueroso, guarro, sucio, etcétera. Útil en frases como: “limpia eso ahí, cacho guarro, que está muy trekkig” o “estos pantalones se tienen de pie solos de trekkig que están”.
-Depperd (pronúnciese “Tepad”): tonto. Uno se puede imaginar a dos adolescentes en pleno pavo furioso espetándose: “Bist du Teped?” (Eres tonto?); también, en estratos lumpen (un austríaco con educación universitaria no diría esto nunca, sobrio, se entiende) se puede escuchar la palabra “Tepad” acompañada de la no menos castiza “Behinderte” (retrasado) pronunciada Behíiiindete.
-Pinkeln: mear. Una de las cosas que me ha llamado mucho la atención de este bendito país es la cantidad de palabras que los austríacos (sobre todo en el campo) tienen para expresar el simple hecho de expulsar líquido de la vejiga a través de la uretra. Pinkeln es la más general, pero para los niños se dice “Lulu machen” (o sea, hacer lulú), otros vocablos no menos significativos son Schiffen (shifen, lo dicen los niños, sobre todo de clase más baja), Soachen (sojen), Brunzen (brundsen, un poco ordinario, por cierto) –los tres un tanto anticuados- y Wischerln (bisherln) que utilizan las abuelas.
Saliendo del terreno fisiológico, podrían citarse:
-Bankomat: o cajero automático (los vecinos del norte lo llaman Geldautomat)
-Klumperd (Clumpad): chatarra, cachivache o cualquier cosa de la que no se tiene demasiado clara la utilidad. Es una palabra a mi juicio, de sonoridad muy graciosa.
-Brot / Brötchen (Bocadillo/Sandwich, respectivamente); hay que puntualizar que aquí, los bocadillos tradicionales no consisten en algo entre pan y pan, como en España (entre otras cosas porque el pan tradicional de aquí, del que ya he hablado, si lo cortas en rodajas no es muy apto para este uso. Los bocadillos de aquí son tipo canapé enorme y te los sirven (por ejemplo en los Centimeter, que son una cadena de bares especializada) con cuchillo y tenedor lo cual, a mi juicio, le quita toda la gracia al asunto. De todas maneras, queridos amigos que me leéis desde la madre patria, una de las poquísimas cosas que yo sigo echando de menos aquí (a pesar de que haya de todo) es un buen bocata de tortilla de patatas con pimientos. Esto, junto al marisco, será lo primero que coma cuando vaya a Madrid.
(Sí, ya sé que la tortilla la podría hacer yo, pero es que es mala la pereza y la molicie, queridos lectores).
Terminaré por hoy diciendo que esta selección (que, como otras que he hecho, se ampliará) es de todo punto subjetiva y no tiene nada que ver con la importancia real de estas palabras. Lo explicaré con una anécdota: el cerebro del extranjero es un objeto misterioso (el de los españoles también) en el que las palabras entran y salen obedeciendo a leyes ignotas con menos explicación que el misterio de la enorme audiencia de Ana y los Siete. Por ejemplo, M. ha aprendido ahora la palabra “Puticlub” y no hace más que repetirla (debí de decirla yo comentando el vestuario de alguna ciudadana autóctona o la apariencia de algún bar). Pero recuerdo que a mí me entró en la cabeza, recién llegado, la palabra “Palatschinken” (Crepe, como los Crepes Suzette) y no había forma de quitármela de la cabeza.
Los indígenas llevan esto con bastante paciencia y buen humor y se mean de risa cuando recuerdan, por ejemplo, que la película “Muttertag” (hablada toda en dialecto vienés) fue exhibida con subtítulos en Alemania porque, allí, no había un dios que la entendiera.
De esta forma, las palabras del dialecto vienés han venido a formar parte de la banda sonora de mi vida. Pondré algunos ejemplos:
-Piefke (pronunciado pifque): alemán. Digamos que es un poco más suave que nuestro “sudaca” pero que tampoco es una cosa que los alemanes se mueran de ganas por oir. De hecho, hace años hubo un cierto escándalo porque la ORF emitió una miniserie que se llamó “Die Piefke Saga” en la que se hablaba de las aventuras de una familia de alemanes idiotas en una estacion de esquí. Lo que no mucha gente sabe es que la palabra Piefke viene de un personaje de tira cómica que nació en Berlín en la década de 1850. Otra palabra que tiene un origen parecido es el estilo Biedermaier. Los austríacos, que son un pueblo con espíritu arqueológico (ya sabes: cuanto más viejo eres más interesante te encontrarán) conocen como Biedermaier al estilo burgués y confortable que barrió Europa justo después de la caida de Napoleón. En pintura, este estilo es abierta e inmisericordemente cursi, y en mobiliario, ya digo: confortable. La palabra vino de un personaje, el profesor Biedermaier, que aparecía en una tira cómica alemana de la primera mitad del siglo XIX. Por cierto, el equivalente alemán para referirse a los austríacos es Ösi.
-Trekkig: esta palabra no tiene nada que ver con el señor Spock y sus secuaces en la conquista del espacio, y quiere decir asqueroso, guarro, sucio, etcétera. Útil en frases como: “limpia eso ahí, cacho guarro, que está muy trekkig” o “estos pantalones se tienen de pie solos de trekkig que están”.
-Depperd (pronúnciese “Tepad”): tonto. Uno se puede imaginar a dos adolescentes en pleno pavo furioso espetándose: “Bist du Teped?” (Eres tonto?); también, en estratos lumpen (un austríaco con educación universitaria no diría esto nunca, sobrio, se entiende) se puede escuchar la palabra “Tepad” acompañada de la no menos castiza “Behinderte” (retrasado) pronunciada Behíiiindete.
-Pinkeln: mear. Una de las cosas que me ha llamado mucho la atención de este bendito país es la cantidad de palabras que los austríacos (sobre todo en el campo) tienen para expresar el simple hecho de expulsar líquido de la vejiga a través de la uretra. Pinkeln es la más general, pero para los niños se dice “Lulu machen” (o sea, hacer lulú), otros vocablos no menos significativos son Schiffen (shifen, lo dicen los niños, sobre todo de clase más baja), Soachen (sojen), Brunzen (brundsen, un poco ordinario, por cierto) –los tres un tanto anticuados- y Wischerln (bisherln) que utilizan las abuelas.
Saliendo del terreno fisiológico, podrían citarse:
-Bankomat: o cajero automático (los vecinos del norte lo llaman Geldautomat)
-Klumperd (Clumpad): chatarra, cachivache o cualquier cosa de la que no se tiene demasiado clara la utilidad. Es una palabra a mi juicio, de sonoridad muy graciosa.
-Brot / Brötchen (Bocadillo/Sandwich, respectivamente); hay que puntualizar que aquí, los bocadillos tradicionales no consisten en algo entre pan y pan, como en España (entre otras cosas porque el pan tradicional de aquí, del que ya he hablado, si lo cortas en rodajas no es muy apto para este uso. Los bocadillos de aquí son tipo canapé enorme y te los sirven (por ejemplo en los Centimeter, que son una cadena de bares especializada) con cuchillo y tenedor lo cual, a mi juicio, le quita toda la gracia al asunto. De todas maneras, queridos amigos que me leéis desde la madre patria, una de las poquísimas cosas que yo sigo echando de menos aquí (a pesar de que haya de todo) es un buen bocata de tortilla de patatas con pimientos. Esto, junto al marisco, será lo primero que coma cuando vaya a Madrid.
(Sí, ya sé que la tortilla la podría hacer yo, pero es que es mala la pereza y la molicie, queridos lectores).
Terminaré por hoy diciendo que esta selección (que, como otras que he hecho, se ampliará) es de todo punto subjetiva y no tiene nada que ver con la importancia real de estas palabras. Lo explicaré con una anécdota: el cerebro del extranjero es un objeto misterioso (el de los españoles también) en el que las palabras entran y salen obedeciendo a leyes ignotas con menos explicación que el misterio de la enorme audiencia de Ana y los Siete. Por ejemplo, M. ha aprendido ahora la palabra “Puticlub” y no hace más que repetirla (debí de decirla yo comentando el vestuario de alguna ciudadana autóctona o la apariencia de algún bar). Pero recuerdo que a mí me entró en la cabeza, recién llegado, la palabra “Palatschinken” (Crepe, como los Crepes Suzette) y no había forma de quitármela de la cabeza.

6 comentarios:
O_o No sé qué decir, la verdad. Me has dejado impresionada a la vez que me has infundido un miedo atroz en mi aventura del aprendizaje del idioma teutón. De momento, suficientes quebraderos de cabeza tengo con sacar tiempo de debajo de las piedras para ir progresando a pasito de tortuga. Pero bueno, ya lo dice el dicho: "Where there's a will there's a way". Y dónde está Paco, está una ayuda. Toma ya.
La serie de los alemanes no me suena, pero me puedo hacer una mínima idea. Porcier: Ich geiferne cada vez que mencionas la ORF. Algún día tendré un ORFasmo. [No me tiréis tomates, que van caros] =P Terminaré diciendo que, como te puedes imaginar, me ha encantado la foto con la que has ilustrado este post. Ya sabes: the perfect day para mí. En cuanto a lo de las palabras que se pegan y no sabes cómo sacarlas, a mí me pasó eso con Henkel. No sé por qué, pero esta palabra se me ha quedado impresa en la memoria. Mira, todo esto que tengo de ganado. ¿No? =D
Ein Kuss!!
PD: Tu corresponal de la agencia EME, siempre a la caza de noticias molonas, ha conseguido instantáneas jugosas. Francamente, me esperaba una horterada de padre y señor mío y me he llevado una grata sorpresa al ver que tiene una casa muy gonita y decorada con mucho gusto.
La guinda del Kuchen: una reportera de la competencia con cara de Lulu machen en las Schlüpfers sujetándole la taza de café (que no otra cosa), mientras el pobre mushasho bebe por no llorar. Detalle acojonante: juego de cuchillos en plan XXL. Vamos, ideal para un "sal de mi casa o no lo cuentas". @_@
Conclusión a la que he llegado: los fotógrafos le tienen manía porqué siempre lo sacan FEO. Seguiremos investigando. Devuelvo la conexión a Pacovisión. Hasta otra.
Le acabo de decir vía Msn a un primo mío de Hamburgo: "“Bist du Depperd?”" y me ha contestado: "¿Qué coño dices?", jajaja.
Hola, muchas gracias por el enlace. Tienes un blog muy interesante y tus fotos de Viena son preciosas.
Prometo repetir la visita.
Alo, alo, aqui la madre patria. Me ha venido un flash (una madre patria abierta de patas y pariendo, sudorosa. Muy fuerte). Relecturando y relecturando, que no se me ha olvidao. Por cierto, yo tambien gusto de fotografiar las nubes. Tienen un no se que especial.
¡Qué me vas a contar a mi de los dialectos!¡La de broncas que me ha costado a mi el temita de los dialectos con ese tio alto que va diciendo por ahí que es mi marido! Pase que me tenga que aprender este idioma infernal que me está costando Dios y ayuda para que a día de hoy todavía hable como Tarzán pero con un zapato en la boca pero que cada vez que vaya allí la gente no se digne a hablarme en otra cosa que no sea el dialecto correspondiente a la zona en la que esté me pone de una mala leche que los mandaría a todos a freir esparragos en aragones si supiera como se dice. Una vez pasaron el fín de semana en MI casa dos amigos de mi marido que a pesar de saber inglés, algo de español y desde luego alemán standard se pasaron el fín de semana entero hablando dialecto, aguanté los dos días sin rechistar hasta que una de ellos dijo que yo era muy callada y no participaba en la conversación, le monté un pollo a mi marido que aúun se deben de estar acordando de los gritos que di. Llegamos a un acuerdo, si me trae más gente que va a pasar de mi en mi propia casa yo pasaré de ellos el tiempo que estén y no me uniré a ellos en ningún momento.
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