Anverso
Reverso

Díptico

17 de Junio.- Estas fotos pertenecen a un díptico -en realidad, las dos caras de un mismo cuadro- del que es autor mi amigo Pereque Pinto, un pintor brasileño que, de nuevo lo repetimos, busca mecenas. Esta obra pertenece a una exposición colectiva que ha sido inaugurada hoy en el ayuntamiento de Korneuburg, a donde me he desplazado para hacer la foto y saludar a mi amigo, al que, como siempre, he encontrado muy lúcido, observando la realidad que nos rodea en Austria.
Una de las características de Perequé, como persona y como artista, es que siempre se las arregla para que sus conversaciones y sus obras tengan un contenido. Lo cual, en estos tiempos convulsos, es una cualidad muy apreciable. El anverso de este díptico representa imágenes de los indígenas brasileños durante y después del proceso que llevó a su exterminio, y el reverso, la filosofía que llevó al barrido físico de su cultura y de su propia existencia física.
Pereque es un optimista bien informado -puede leer la prensa en seis idiomas, que yo sepa- y me ha corregido una cosa que yo he dicho, y que está muy ben trovata. Decía yo que el mundo cada vez va peor y él, agitando una jarrilla de cerveza que nos estábamos bebiendo, me ha dicho que no tenía razón porque eso era aceptar que, alguna vez, había ido bien. También hemos hablado de que, en el juego que hemos inventado los humanos siempre, se llame como se llame la partida, terminan ganando los mismos; los seres humanos somos esclavos de un atavismo: el de la necesidad de encontrar un Gran Hermano, la necesidad de fundar una casta dominante a la que disfrazamos de las maneras más diversas. A veces, con nombres sutilmente perversos.
En fin, ha sido muy agradable tomarse unas cervezas con Pereque hablando del poder y sus formas, y espero que se vuelva a repetir antes de que pase mucho tiempo.
Compañero, tenemos pendiente ese bacalao.

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