Mi gata Sofía haciendo de las suyas en el armario de los jerseys




Retorno al pasado



19 de Junio.- Los austríacos son un pueblo muy juguetón.

Me cuentan mis alumnos C. y S. que, de unos años a esta parte, se han puesto muy de moda los juegos de mesa, que sirven de pasatiempo durante las largas tardes invernales de domingo. El más famoso es un juego que se llama Siedler, inventado por un alemán, pero también hay otros como el Carcasonne, que tiene su variante española, llamada Alhambra, y cuyo objetivo (parece ser) es ir construyendo una ciudad medieval.

Por supuesto, los austríacos también se pirran por los naipes, y juegan con ellos (una baraja muy parecida a la del póker) partidas interminables que siguen complicadas reglas que yo he intentado aprender sin éxito. El más popular de estos juegos de cartas es el schnapsen.

Tirando del hilo, sin embargo, nuestra conversación, que trataba de desentrañar los misterios del Pretérito Imperfecto, ha aterrizado en el mullido territorio de los juegos infantiles. Para nuestra sorpresa, hemos descubierto que, aún separados por miles de kilómetros, los niños austríacos y sus contemporáneos peninsulares jugaban a las mismas cosas. Por ejemplo, las niñas austríacas jugaban a la goma (ya no se sabe si juegan, porque también en esta zona de las tradiciones se ha hecho la transición a lo digital) y al balón prisionero, cuya versión austríaca se llama Völkerball. Compartían con nosotros la misma afición por el escondite, cuya modalidad más tradicional se llamaba, en su pueblo, Abbrandeln (pronunciado Obbrandln). Aquí, se han visto obligados a hacer un paréntesis de carácter filológico, y me han contado que era la primera vez que escribían la palabra, perteneciente a la lengua secreta de los niños. No estaban seguros que el dialecto de los niños de Amstetten fuera igual que el de los niños vieneses. Por supuesto, S. jugaba a Policías y Ladrones, llamado aquí Räuber und Gendarme; incluso me han explicado una variante que se llama "Wer fürchtet sich vorm schwarzen Mann?" o lo que es lo mismo "¿Quién huye del negro?". Consiste en que un grupo de niños es perseguido por uno que hace de negro y, como siempre, el juego está introducido por un preámbulo en el que entre el perseguidor y los perseguidos se establece el siguiente diálogo que transcribo en lengua vernácula:

Perseguidor: Wer fürchtet sich vorm schwarzen Mann?

Perseguidos: Niemand (nadie)

Perseguidor: Und wenn er aber kommt? (Y si, a pesar de todo, viene?)

Perseguidos: Dann laufen wir davon (entonces, echamos a correr)

Y así empieza el juego.

Terminada la clase y mientras, siguiendo la tradición local, comíamos dulces, también hemos hablado de Himmel und Hölle (Cielo e infierno) o sea, el juego este que se juega con un papel doblado en forma de una flor de cuatro pétalos, y de Tümpel springen (literalmente, saltar los charcos) que en español recibía el castizo nombre de pídola. Y por último, de la más entrañable de las variantes del escondite, el inglés (que sirve de práctica para tantas situaciones de la vida adulta) que en la verde Austria se llama Zimmer, Küche, Kabinet (Algo así como Habitación, Baño y Servicio (?).

!Quién nos iba a haber dicho que hablar del parchís (Mensch, ärger dich nicht/ hombre, no te enfades) y de Uno (un juego de cartas divertidísimo, por cierto) nos iba a llevar tan lejos!

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