Una imagen de los Alpes Suizos. Una foto refrescante para variar
Alucina, voisine
20 de Julio.- Recuerdo la primera vez en que, siendo yo un cándido universitario de gafas tamaño XL, escuché hablar de internet. Parece que estoy oyendo a mi amiga M. (hoy psicóloga y consultora) alabarme las bondades de un invento que le permitía visitas virtuales a museos famosos y viajes sin moverse de la silla. Y parece que me estoy escuchando a mí mismo decirle:
-A mí es que esas cosas no me llaman la atención.
Con el tono del que dijo, allá por los años sesenta, que no había mercado para los ordenadores personales. Que quién querría tener un ordenador en su casa.
En fin.
Toda esta introducción para explicar que, debido a mi trabajo (que consiste, en esta fase, en investigar sobre temas tuttifrutti) he estado dando paseos por la red en los que me he encontrado cosillas divertidas. Verbigracia:
-Investigando la industria funeraria (sería muy complicado explicar por qué) he encontrado una empresa suiza que se llama Swiss eternity (www.swisseternity.com) que, armada de video promocional accesible desde la página misma, te ofrece una solución pacífica y natural para que tus deudos no tengan que poner el tarro con tus cenizas encima de la tele, al lado de la Gwendoline legionaria. Esta empresa recoge a tu viuda (en su caso, supongo, parientes) en limusina, en el aeropuerto de Lausanne y, después de darles un rulillo por la ciudad y de invitarles a una comida típica, los montan en un helicóptero y les obsequian con un viaje en el que tú, o lo que queda de ti, haces tu último idem. Hay varias posibilidades. Pueden esparcir tus restos sobre un picacho de los Alpes (a su juicio el más majestuoso), pueden esparcilos en las praderas como abono para flores (se muestran fotos de praderas cubiertas de lujuriante cesped) o pueden echarlo en un glaciar, patrimonio de la Humanidad. Lugar desde el cual (siempre según los responsables de esta página) tus restos podrán iniciar un lento descenso a través de arroyuelos y ríos que los llevarán hasta el lejano mar.
La señora del video promocional tiene pinta de baronesa que, por fin, y tras largos años, ha conseguido cepillarse al marido anciano. O sea: sobrio traje de chaqueta negro, gafas de sol tamaño Rocío Jurado (q.e.p.d.), y cara de estar afrontando un trámite necesario para que el saldo de su cuenta corriente tenga un crecimiento exponencial.
-Siguiendo con mis paseos, he encontrado también un sitio de urnas cinerarias que ofrecía un modelo con forma de balón de fútbol (yo, lo flipaba un poco). También me he dado cuenta de que todo el merchandaising asociado con nuestro fallecimiento es hortera que te pasas.
Una vez pasada la última frontera, como si dijéramos, se acaba el buen gusto. Esos doraos, esas palomitas, esos cristos de plástico. Dios mío. Bien es verdad que tú no te enteras (o sí, porque vete tú a saber qué pasa con esos veintiún gramos que parece ser que perdemos y que son el peso de nuestra alma). Pero hombre...no sé.
-Por último, y también debido a una consulta de carácter laboral, decir que estuve leyendo Le Monde (www.lemonde.fr) y que, en este prestigioso medio había un artículo sobre España (que viene a cuento por una conversación que el amigo T . y yo tuvimos en mi última visita a su domicilio).
Alucina, voisine
20 de Julio.- Recuerdo la primera vez en que, siendo yo un cándido universitario de gafas tamaño XL, escuché hablar de internet. Parece que estoy oyendo a mi amiga M. (hoy psicóloga y consultora) alabarme las bondades de un invento que le permitía visitas virtuales a museos famosos y viajes sin moverse de la silla. Y parece que me estoy escuchando a mí mismo decirle:
-A mí es que esas cosas no me llaman la atención.
Con el tono del que dijo, allá por los años sesenta, que no había mercado para los ordenadores personales. Que quién querría tener un ordenador en su casa.
En fin.
Toda esta introducción para explicar que, debido a mi trabajo (que consiste, en esta fase, en investigar sobre temas tuttifrutti) he estado dando paseos por la red en los que me he encontrado cosillas divertidas. Verbigracia:
-Investigando la industria funeraria (sería muy complicado explicar por qué) he encontrado una empresa suiza que se llama Swiss eternity (www.swisseternity.com) que, armada de video promocional accesible desde la página misma, te ofrece una solución pacífica y natural para que tus deudos no tengan que poner el tarro con tus cenizas encima de la tele, al lado de la Gwendoline legionaria. Esta empresa recoge a tu viuda (en su caso, supongo, parientes) en limusina, en el aeropuerto de Lausanne y, después de darles un rulillo por la ciudad y de invitarles a una comida típica, los montan en un helicóptero y les obsequian con un viaje en el que tú, o lo que queda de ti, haces tu último idem. Hay varias posibilidades. Pueden esparcir tus restos sobre un picacho de los Alpes (a su juicio el más majestuoso), pueden esparcilos en las praderas como abono para flores (se muestran fotos de praderas cubiertas de lujuriante cesped) o pueden echarlo en un glaciar, patrimonio de la Humanidad. Lugar desde el cual (siempre según los responsables de esta página) tus restos podrán iniciar un lento descenso a través de arroyuelos y ríos que los llevarán hasta el lejano mar.
La señora del video promocional tiene pinta de baronesa que, por fin, y tras largos años, ha conseguido cepillarse al marido anciano. O sea: sobrio traje de chaqueta negro, gafas de sol tamaño Rocío Jurado (q.e.p.d.), y cara de estar afrontando un trámite necesario para que el saldo de su cuenta corriente tenga un crecimiento exponencial.
-Siguiendo con mis paseos, he encontrado también un sitio de urnas cinerarias que ofrecía un modelo con forma de balón de fútbol (yo, lo flipaba un poco). También me he dado cuenta de que todo el merchandaising asociado con nuestro fallecimiento es hortera que te pasas.
Una vez pasada la última frontera, como si dijéramos, se acaba el buen gusto. Esos doraos, esas palomitas, esos cristos de plástico. Dios mío. Bien es verdad que tú no te enteras (o sí, porque vete tú a saber qué pasa con esos veintiún gramos que parece ser que perdemos y que son el peso de nuestra alma). Pero hombre...no sé.
-Por último, y también debido a una consulta de carácter laboral, decir que estuve leyendo Le Monde (www.lemonde.fr) y que, en este prestigioso medio había un artículo sobre España (que viene a cuento por una conversación que el amigo T . y yo tuvimos en mi última visita a su domicilio).
Uno de los lugares comunes que más circulan en España es que “la economía va bien”. Muchos españoles lo creen. Y yo digo siempre lo mismo:
-La economía va bien, sí: pero para Botín (o sea, como siempre).
Vualá una selección de datos que aportaba el prestigioso rotativo parisino:
-Entre 1995 y 2005, el poder adquisitivo real de los salarios españoles ha bajado un cuatro por ciento, mientras que en el mismo período, en la zona euro los salarios han aumentado (en términos reales) un 1,8% (sólo el año pasado un 0,7 como media).
Así mismo, se dice que un tercio de los trabajadores españoles están contratados de forma temporal, porcentaje que sube hasta el 60 % (el sesenta por ciento,sí) para los menores de veinticinco años. Y, con no menos agorero rictus, se dice que, en un país en el que un 89% de las casas son de propiedad (en Francia, paraiso del alquiler, lo flipaban ligeramente) los españoles viven esclavos de la hipoteca y sujetos a los tempestuosos vaivenes de los tipos de interés. Para mis lectores francoparlantes (y francolectores), aquí dejo el link del artículo. Le vualá osí:
http://www.lemonde.fr/web/article/0,1-0@2-3214,36-936746@51-936860,0.html
Por último, explicar que, durante mi última visita a España, mi amigo A. –que trabaja él en contacto con el mundo financiero- me explicó que la causa que más de moda está en los embargos es la de haber pedido, durante las últimas navidades, un crédito personal de 600 jEuros para comprar una tele de plasma (¡) y no poder hacer frente al pago. O sea: perderlo todo por seiscientos jEur.
Alucina, voisine.
-La economía va bien, sí: pero para Botín (o sea, como siempre).
Vualá una selección de datos que aportaba el prestigioso rotativo parisino:
-Entre 1995 y 2005, el poder adquisitivo real de los salarios españoles ha bajado un cuatro por ciento, mientras que en el mismo período, en la zona euro los salarios han aumentado (en términos reales) un 1,8% (sólo el año pasado un 0,7 como media).
Así mismo, se dice que un tercio de los trabajadores españoles están contratados de forma temporal, porcentaje que sube hasta el 60 % (el sesenta por ciento,sí) para los menores de veinticinco años. Y, con no menos agorero rictus, se dice que, en un país en el que un 89% de las casas son de propiedad (en Francia, paraiso del alquiler, lo flipaban ligeramente) los españoles viven esclavos de la hipoteca y sujetos a los tempestuosos vaivenes de los tipos de interés. Para mis lectores francoparlantes (y francolectores), aquí dejo el link del artículo. Le vualá osí:
http://www.lemonde.fr/web/article/0,1-0@2-3214,36-936746@51-936860,0.html
Por último, explicar que, durante mi última visita a España, mi amigo A. –que trabaja él en contacto con el mundo financiero- me explicó que la causa que más de moda está en los embargos es la de haber pedido, durante las últimas navidades, un crédito personal de 600 jEuros para comprar una tele de plasma (¡) y no poder hacer frente al pago. O sea: perderlo todo por seiscientos jEur.
Alucina, voisine.
2 comentarios:
como madrugamos para leer el periodico eh hoy en España hace un fresqui muy bueno yo esta noche he tenido frio asi que fijate un besin de mami
Aix, Paco. Qué 'yuyu' me has dado con esas referencias al otro neighbourhood. Como dice la célebre frase del igualmente célebre personaje: "No es que tenga miedo a morir. Es tan sólo que no quiero estar allí cuando suceda". Pues eso. Con respecto a los problemillas laborales de España... pues es tal cual lo has escrito. Porcier: que ahora mismo, curiosamente, estoy trabajando para la empresa del señor Botín y, además, en calidad de trabajadora temporal, así que soy otra ciudadana que engrosa las estadística. Jaté. Pues nada, a cuidarse muy mucho. Bicos.
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