Merci Cherie (y que te den)
¿Es verdad que te gusta verte hundida /en el mar de la música; dejarte/ llevar por esas alas, abismarte/ en esa luz tan honda y escondida?
¿Es verdad que te gusta verte hundida /en el mar de la música; dejarte/ llevar por esas alas, abismarte/ en esa luz tan honda y escondida?
El bueno de Jurgens cantando en francés la canción que le dio el triunfo en ESC
23 de Noviembre.- A mis queridos paisanos adoptivos, encabezados por el presidente de su corporación televisiva (la impecable y ahorradora ORF) les ha entrado la pataleta y han hecho pública, comunicado mediante, su intención de no participar más nunca en el festival de Eurovisión (ESC para los iniciados, por European Song Contest). Por lo menos hasta que cambien las normas de votación.
Hartos de enviar a sus naves a luchar contra unos elementos que no priman seriamente el talento musical, sino lo estrafalario de la puesta en escena, en la ORF se han planteado aquello de “si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería” y tras los desastrosos resultados de las últimas ediciones, han decidido que no juegan más.
Conmovedor ha resultado el comunicado del señor presidente de la Osterreichische Rundfunkt (que más o menos así se interpretan las siglas ORF) diciendo que Autria no va a enviar (de momento) a ninguno más de “sus talentos” a luchar en una batalla desigual con los países del Este (ex bloque comunista) que se votan entre ellos –jolinetes-.
Para mí que el rebote de la Tele austríaca tiene también un olorcillo un pelín despreciativo. Un aroma a eso que flota en el ambiente en Austria, desde que cayeron los muros y se derritieron las nieves (decíamos ayer) de que esa gente que viene del frío son todos bultos sospechosos que se dejaron estafar por el tocomocho del marxismo y que, sin darle un palo al agua, ni pegar un sello, quieren ahora recuperar de un salto los cincuenta años que se han pasado haciéndose los cigarras viviendo del dinero del plan quinquenal.
Y no hija, no (que decía Ozores).
Udo cantando en los 70 Griechischer Wein (o sea, vino griego, que en España lo cantó José Velez, como puede verse en este gráfico)
Pero la pregunta es: si los austríacos no me ganan por culpa de los resentidos pobretes eslavos ¿Cómo lo hicieron los fulanos de Finlandia, aquellos de las máscaras y los cohetes y el Hard Rock Aleluya, para ganar el concurso más deliciosamente hortera de todos los tiempos? ¿Será que los que pasan frío se solidarizan entre ellos? ¿Serán los tuelf points y el guayominí una cuestión de resistencia al jielo y a la escarcha?
Qui lo sá.
Aquí, le héroe, sigue siendo nuestro amigo Jurgens que se trajo a Viena el único trofeo eurovisivo que Austria ha conseguido. Fue en los sesenta con la canción que da título a este post. A diferencia de nuestra Massiel, Herr Jurgens no se ha pasado los últimos cuarenta años sangrando de mostrador en mostrador ante sendos vasos llenos de güiskazo con coca-cola, sino que ha hecho una fructífera carrera musical (Aber bitte mit sahne, o sea, por favor con nata, se llama uno de sus greintes jís) y ahora incluso se ha hecho un musical con sus cancioncillas que se llama Ich war noch niemals in New York (nunca estuve en Nueva York) que incluye sus pegajosas tonadas que son la delicia de las amas de casa germanas de edad madura, salsa imprescindible de todos los viajes del inserso germanoparlante.
Los austríacos sienten que la democracia del SMS no les favorece, que la plebe es inculta e indocumentada y que, en Eurovisión, que debería ser un templo dedicado al noble arte de la corchea, sólo ganan los mamarrachos que no saben ni hacer la clave de sol con un canuto.
O sea, el espíritu elitista de costumbre. ¡Francisco José, jomío, por qué te has muerto!
(Gensanta, qué país)
Qui lo sá.
Aquí, le héroe, sigue siendo nuestro amigo Jurgens que se trajo a Viena el único trofeo eurovisivo que Austria ha conseguido. Fue en los sesenta con la canción que da título a este post. A diferencia de nuestra Massiel, Herr Jurgens no se ha pasado los últimos cuarenta años sangrando de mostrador en mostrador ante sendos vasos llenos de güiskazo con coca-cola, sino que ha hecho una fructífera carrera musical (Aber bitte mit sahne, o sea, por favor con nata, se llama uno de sus greintes jís) y ahora incluso se ha hecho un musical con sus cancioncillas que se llama Ich war noch niemals in New York (nunca estuve en Nueva York) que incluye sus pegajosas tonadas que son la delicia de las amas de casa germanas de edad madura, salsa imprescindible de todos los viajes del inserso germanoparlante.
Los austríacos sienten que la democracia del SMS no les favorece, que la plebe es inculta e indocumentada y que, en Eurovisión, que debería ser un templo dedicado al noble arte de la corchea, sólo ganan los mamarrachos que no saben ni hacer la clave de sol con un canuto.
O sea, el espíritu elitista de costumbre. ¡Francisco José, jomío, por qué te has muerto!
(Gensanta, qué país)
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