vieneses en el Museums Quartier

Hombres y mujeres de buena voluntad



30 de Abril.- Un impulso natural del ser humano es intentar entender por qué pasan las cosas, y está claro que, después de haberse descubierto el caso del llamado “monstruo de Amstetten”, los austriacos se están estrujando las neuronas preguntándose cómo ha podido ser posible algo así.
Los menos templados, o aquellos que producen opinión para vivir (periodistas, psicólogos, políticos de la más variada catadura), se han apresurado a mesarse los cabellos al grito de:


-¿Qué nos pasa? ¿Estamos enfermos?


Actitud que, pensándolo bien, les honra.
En España, la lacra de la violencia contra las mujeres lleva ya un sinfín de víctimas (desgraciadamente lo de sinfín en este caso es literal) y aún no hay, en mi modestísima opinión, una actitud de autocrítica seria de la sociedad a propósito del tema. Sí: a todos nos parece muy mal que se pegue a las mujeres, y peor aún que los psicópatas que viven con ellas procedan a su eliminación, pero todavía hay mucha gente que considera los episodios de malos tratos como cosas que pasan en la esfera privada de las parejas. “Ya se arreglarán”, dicen. Y miran para otro sitio.
Como opinar es gratis, este cronista también va a dar la suya sobre Fritzl. Que es la siguiente: pensar que lo sucedido es producto de algún defecto cultural de la población austriaca es, no sólo burdo, sino una estupidez mayúscula. Locos hay en todas partes. Ahora bien, el caso de Amstetten ha puesto de manifiesto cosas que yo ya había dicho en este blog más de una vez, generalmente en tono de broma. Es el lado menos bueno de lo que ha hecho de este país lo que es: una de las primeras potencias económicas mundiales, un paraíso del orden y el concierto, el nirvana de todos los amantes de la simetría y del charme.
A los austriacos se les educa desde niños para ser correctos componentes de cuerpo social. Tienen fobia a destacar (por algo malo, se entiende). Sienten sobre sí el ojo del mundo, ese superyo, juzgándoles y condenándoles. Un “ojo social” que les hace ser enormemente conscientes de sí y, por lo tanto, amantes de guardar las apariencias para no despertar al monstruo.
A la gente que venimos del Mediterráneo (aún cuando la meseta castellana, mi lugar de origen, está a casi seiscientos kilómetros del mar) nos sorprenden siempre los violentos accesos de rubor de los aborígenes cuando, por ejemplo, tiran inadvertidamente un vaso de agua en la mesa.
Aunque siempre es peligroso generalizar, es verdad que les cuesta relajarse un poco más que a nosotros, aceptar que la vida es sucia, borrosa e imperfecta. Les cuesta desinhibirse, cuando lo que el cuerpo les pide es hacerle caso a su parte más carnal (porque los austriacos tienen un lado sensual muy acusado). El lado bueno de esto produce que Austria sea un país hermoso y limpio como un pensil; el lado malo es que individuos como el de Amstetten se convierten en maniáticos del control al intentar reprimir toda esa energía carnal (en el más amplio sentido del término) que no utilizan de otras maneras.
En cuanto a porqué nadie notó nada :el nazismo supuso para Austria un trauma nacional enorme. Que fue exorcizado como mejor se pudo, pero que dejó su huella, sucria y cruel, en el subconsciente colectivo. Las delaciones, las desapariciones, la existencia de campos de trabajo, como Mauthaussen, cerca de núcleos habitados. La participación de los propios habitantes del lugar en la caza y captura de los prisioneros. El hábito de guardar secreto sobre aquellos días. El olvido forzado del que los españoles sabemos tanto, por nuestra última guerra civil. Todo eso, hizo que los austriacos sientan un asco instintivo hacia todo lo que huela a espiar al vecino (o a ser espiados).
Para cada austriaco, su casa es su castillo. Hasta un punto que la gente del sur, que vivimos con las puertas abiertas a la calle, no podemos entender. Los trapos sucios se lavan en casa y al exterior siempre se le da la cara mejor. Es una regla de urbanidad que todo el mundo respeta.
Mi amigo T., que es español como yo, siempre dice que la austriaca es una cultura brutal. Yo creo que este país montañoso y pobre desarrolló una hosquedad hacia determinadas cuestiones que nos parece brutal a los del sur. Aunque en España somos brutales con otras cosas. Por ejemplo con la vinculación que nuestra cultura tiene con la muerte y el carácter bárbaro y cruel que tienen algunas de nuestras formas más atávicas de ver la vida. No hay más que examinar con un ojo critico medio abierto El Quijote, por ejemplo, que es la historia de una cadena de crueldades llevadas a cabo por los llamados “sanos” contra un enfermo mental indefenso. Una novela que, durante siglos, ha pasado por ser un libro de humor (!).En cualquier caso, pensar que, porque existan individuos como Fritzl todo un país está enfermo es, aparte de bobo, injustísimo, en mi opinión, para los millones de buenas personas que viven en Austria y que, por supuesto, no encierran a sus parientes en sótanos electrificados en contra de su voluntad.

Aunque, claro, como siempre, de aquí a que las aguas vuelvan a su cauce se dirán muchas tonterías...(y alguna cosa sensata también, por qué no).
ACTUALIZACIÓN: Por su interés, recomiendo la lectura de este articulo de EL PAíS que aporta una mirada inteligentísima sobre el caso.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí no me parece tanta tontería relacionar ciertas culturas con según qué rasgos. Es algo que muchos criminalistas y psicólogos han dicho estos días (y con anterioridad a este caso). En Austria habéis tenido bastantes casos así, y en España tenemos unos índices de violencia de género enormes, así como en Estados Unidos tienen muchos casos de alumnos que van a la universidad con una pistola y cometen una masacre.

Y sí, Austria parece fenomenal, maravilloso y precioso según tus crónicas... pero no entiendo cómo va la cosa. No hay trabajo, si no tienes 5 carreras no te contratarán ni para limpiar chicles secos del suelo, si no sabes alemán mejor ni te acerces, el inglés no te sirve... Suerte que tú saliste de España con la carrera de filología germánica. En fin, sea como sea, tranquilo: venir a trabajar aquí ya no entra en mis planes.

Por cierto: en España el caso se está tratando con mucho tacto. Y la pregunta de quere más a mamá o a papá, en tu caso está clara: a Austria.

Lluís Martí dijo...

A m.: Supongo que lo tuyo es ironía: Austria tiene una de las tasas de paro más bajas de la Unión Europea. Además, es bastante lógico que para trabajar te pidan saber alemán: es su lengua oficial. No he visto muchos trabajos en España en los que te digan: tienes que saber inglés, pero por el español no te preocupes, total, si aquí tenemos un inglés estupendo, ¡un nivelazo!. Va a ser que no.

¡Estornudos! Digo... ¡Saludos!

Anónimo dijo...

¿Ironía? No. Simplemente pregunto porque no entiendo nada. De todas formas no me quita el sueño porque entre todos han conseguido que aborrezca lo que antes tenía ilusión por hacer. (Y, por cierto, en Cataluña hay gente trabajando que habla castellano pero no tiene ni puñetera idea de catalán).

Lluís Martí dijo...

m., a tu paréntesis debo añadir, como catalán que soy, que es una pena que sea así. Y lo dejo en esto para no empezar un flame que ya no tiene que ver con el artículo original de Paco.

Anónimo dijo...

Me permito terciar en la discusión, estimados contertulios. Generalizar es una forma muy grosera de equiparar, y a pesar de que en Austria se han cometido dos delitos que guardan ciertas similitudes, no debemos pensar que todos los sótanos austriacos cobijan a una legión de desgraciadas. Asimismo, trazar paralelismos entre el desvarío de Fritzl y el nazismo sería como justificar el maltrato a las mujeres en España con la ocupación de los moros durante ocho siglos. En todos los lugares existen pervertidos— la maldad no es patrimonio de nadie—, lo único que establece diferencias es lo que denomino la peculiaridad del crimen, que está vinculada a la cultura, educación y sociedad; en definitiva: la idiosincrasia. Los vecinos manifiestan «que no vieron nada raro»; es posible: ¿Es un delito carecer de dotes de observación? En España, por el contrario, ocurre algo curioso después de que un hombre asesine a su pareja: todos los vecinos oían las discusiones; algunos, incluso, hasta puntualizan: «no me dejaban dormir con sus broncas: sabía que algo así ocurriría». Entonces…¿por qué nadie llamó a la policía?, ¿qué actitud es peor? Es un tema que da para mucho, pero no quiero extenderme y sé que VIENA DIRECTO aportará una visión genuina del tema.
Me permito hacer una sugerencia a M: Si quieres saber la preferencia de un hijo por uno de sus progenitores, debes formular la pregunta de otra manera: «¿A quién quieres más: a papá o a mamá? Si no me respondes antes de 10 segundos, mataré a los dos».
¿Dónde radica el problema de que alguien viva en Cataluña sin hablar catalán?, mientras conozca el español lo tiene todo resuelto. Ahora bien, si desea aprender un idioma que no le servirá para mucho…¡ pues que aprenda catalán!; pero que lo haga en una academia diferente a la de Montilla.

Anónimo dijo...

Hombre... evidentemente si uno es una de esas personas obtusas que se niegan a "rebajarse" y aprender catalán, tendrá tu misma manera de pensar. Esas mismas personas que después tendrán la cara dura de decir que en Cataluña el castellano está perseguido. ¿No sirve para nada? Bueno, si crees eso, adelante. En cuanto a Montilla, ya querrían muchos amigos míos que se las dan de "catalanistas de pura cepa" hablar y escribir catalán igual que él. Por esa misma teoría tuya de la "inutilidad del idioma", yo podría irme a vivir a Austria (por ejemplo) y negarme a aprender alemán. ¿Que es su idioma oficial? Me importa un pimiento. Yo me cierro en banda y uso el inglés, que es universal y me servirá más que el alemán.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por vuestros comentarios.
A m.:una pregunta: ¿Qué rasgos culturales dirías tú que producen que haya una violencia tan brutal contra las mujeres en España?
En cuanto a lo del trabajo:
-Austria tiene una tasa de paro que el gobierno español mataría por conseguir.
-Por supuesto, son germanos: les mola la clasificación. Piensan que el sistema educativo vale para algo y si buscan a un trabajador, lo quieren de calidad. Le exigen pues que pueda demostrar que ha adquirido los conocimientos necesarios para el puesto. Pero eso pasa en España también.
-¿Cuántos trabajos se pueden conseguir en España sin saber español? Te queda la enseñanza de idiomas y la hostelería. Cuando yo llegué aquí trabajé en las dos cosas. Cuando mi alemán mejoró, mi trabajo cambió.
Los principios en cualquier cosa son difíciles y más en un país cuya lengua no dominas. Emigrar exige enfrentarse a una serie de retos que hay que encarar con sentido del humor y con toneladas de ánimo. No es fácil, pero adaptarse a vivir fuera de España es posible. La prueba la tienes en mi y en otras personas que viven aquí y no se han muerto.
(Aunque también es verdad que uno de cada tres no se adaptan y se vuelven echando pestes de Austria).
De verdad, si quieres, puedes.
a intratable: muy bueno tu post de San Jordi, por cierto. Me reí mucho. Es verdad: hay que aprender alemán para integrarse en el país. Yo, por ejemplo, tuve suerte de encontrar una aguja en un pajar: un puesto en el que no necesitaba trabajar en alemán, pero para hablar con mis compañeros y comunicarme con ellos, tuve que aprender el idioma. Es que no hay otra. Aquí y en Madagascar.
En cuanto al rifirrafe del catalán: es una pena que la gente no conozca el catalán y el español porque nacer en una cultura bilingüe es una suerte, bajo mi punto de vista. Además, el catalán es un idioma, en mi opinión, muy bonito. El idioma de Josep Pla, de Espriu, de Villalonga, de Serrat...En fin.
Gracias al letrado del Sr. Fritzl por sus amables palabras también, aunque pienso como m. que los idiomas son bellos más allá de su utilidad directa para comunicarse, porque con los idiomas se pueden hacer otras cosas (por ejemplo literatura, un dos tres, responda otra vez). En cualquier caso, y ya tocando lo de la "visión genuina" se hará lo que se pueda, como siempre. Trato siempre de ser equilibrado y de contar lo que veo.
En fin, muchas gracias otra vez por vuestros comentarios.
Saludos,
P.