Chirimbolo en el que se anuncia una exposición a propósito de la relación entre Viena y el fúmbol en el museo de la ciudad.

Tres veces olé

2 de Mayo.- Queridos lesserinen y lessern : creía yo que nunca llegaría este momento. Pensaba, ingenuo de de mí, que podría posponerlo indefinidamente, como se hace con un deber molesto, pero no: así que, como las cosas desagradables es mejor hacerlas cuanto antes, no demoremos más el momento: hablemos de fúmbol.
Porque de aquí a poco más de un mes se celebrará entre Austria y Suiza esa bonita competición paneuropea o Copa de la Vida que nos asegurará, sin duda, goles para todo el verano y laureles deportivos que nos aliviarán de la pesadumbre de existir.
Ya están tapizadas las plazas y calles vienesas de banderolas en las que se nos recuerda qué bonito es el deporte del cuero redondo (como se llama aquí a ese balón que se patea de una portería a otra).
Todas las empresas autóctonas se han lanzado a la caza del consumidor distraido con el fútbol como excusa.
Los helados Eskimo (Frigo en España) venden un polo en forma de pelota que, una vez consumido por los ávidos chavales, deja un silbato con el que poder dar la lata remedando a los trencillas. La Coca-cola no ha querido quedarse atrás y ofrece entradas gratis para la final del evento–sí: esa a la que España siempre tiene posibilidades de llegar pero a la que nunca llega a causa de pérfidos contubernios internacionales-; incluso, como ya comentaba yo hace un par de entradas, las marcas de calzoncillos sortean el riesgo de hablar de bolas en este contexto, y utilizan el campeonato europeo de fúmbol como argumento de venta.
Pero, queridos amigos que me leéis desde los cuatro confines de la tierra planetaria: si algo es evidente es que los españoles hemos aportado muchas invenciones jugosas al deporte que, en España, es el monarca indiscutible de las maneras de sudar.
No sólo hemos creado para regocijo mundial la liga de las estrellas (en la que jugó hasta Beckam antes de convertirse en un modelo sosainas con acento cockney) sino que, inconscientes de nosotros, hemos dado al orbe terráqueo el canto tribal con el que las aficiones europeas –y más concretamente la austriaca- levantarán el ánimo de sus héroes.
Se trata del coreado “Olé,olé,olé” (que yo, en mi ignorancia, siempre había pensado que era “Oé,oé,oé”).

Claro que a no todo el mundo le gusta el europeo de fútbol. En la imagen, un pasquín que ha aparecido en el metro: literalmente "Mierda de Campeonato de Europa 08, contra el comercio, la represión y el nacionalismo"
Pero es que a los aborígenes, lo del “Olé” les debe de parece más feurig, más temperamental, más de acuerdo con la enconada rivalidad que debe distinguir a los pujantes futbolistas .
Dicho trío de olés está impreso por todas partes en anuncios, en camisetas, en vehículos automóviles. Incluso la otra noche, en el Musikantenstadl –establillo musical del que está sacado el video de la anterior entrada- el presentador Andi Borg y los miembros del respetable (público), se echaron al monte con este pegadizo grito de arreo para deportistas.
Pero no acaban aquí los paralelismos entre el fútbol hispánico y el fútbol centroeuropeo. Porque, pasmado y conmovido al mismo tiempo, he leido hoy que la afición del Borussia Dortmund viste de duelo por la muerte de “Manolo”.
Sí: el del bombo, como han adivinado mis lectores españoles.
Al leerlo, a mí se me ha puesto el pelo blanco del susto.

-Pero cómo –me he dicho- ¿Ha muerto ese simpático personajillo que cargaba con su obesidad, su purazo ensalivado y su bombo inmisericorde por los estadios europeos?

Leyendo el cuerpo de la noticia me he quedado perplejo porque al simpar Manolo español, azote de las aficiones extranjeras, le salió un imitador en Alemania que, debido a su inocente afición futbolística, le dio la brasa al personal armado con su instrumento (de percusión), hasta que un cáncer le ha parado el brazo a los sesenta y tres años de su edad.
Pobrecico mío: descanse en paz.

PD: Por cierto, pregunto: ¿El Manolo español vive todavía o está ya amenizando los partidos de fúmbol celestiales?


2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Por supuesto. ¡Claro que sí! Tienes toda la razón del mundo.

Hay unas cuantas cosas de VD directo que no entiendo, pero bueno: si tú lo dices y tus lectores también, pues tendré que creerlo (aunque en los periódicos online de Austria que leo la opinión de la gente sea distinta).

Por cierto (si me permites la impertinencia y la insistencia): FEURSTEIN SE ESCRIBE SIN E. ¿O tampoco tengo razón en esto?