Los coches de choque de Chernobyl
Esperando la lluvia

6 de Junio.- Antes de ayer hemos tenido un susto. Resulta que una de las centrales nucleares de Eslovenia tuvo una fuga –sin importancia, nos aseguran, pero vete a saber- y se activó la Alarma Europea o protocolo que rige para estas situaciones temibles.
En Austria, como ya conté alguna vez, los ciudadanos votaron hace años que no se debían construir ni explotar centrales nucleares –de hecho, por el camino, se construyó una, que se pudre, nuevecita y sin estrenar, a orillas del Danubio- pero, evidentemente, esta prohibición no rige para los estados limítrofes –en aquellos momentos helados tras el telón de acero-; así pues el chiquichiquicountry está rodeado de un sinfín de pequeños chernobyles (es más: de la edad del auténtico Chernobyl) que amenazan con que, el día menos pensado, veamos por los prados de los Alpes a una cabrita de Norit con tres cabezas.
Porque los rayos gamma, queridos amigos que me leéis desde las cuatro esquinas de la tierra planetaria, no entienden de fronteras, y este país, como dice su bundespresident con cierta asiduidad, no es ningún paraiso aislado del resto del mundo (el BP dice una expresión alemana que se podría traducir como “Isla de las almas”, que suena muy bien). El BK o Bundeskanzler Gussembauer, visitó, al principio de su mandato, algunos países fronterizos, pertenecientes al antiguo bloque comunista, para convencerles de que utilizaran las ayudas de la UE para modernizar, por el bien de todos, sus instalaciones nucleares, construidas en aquellos tiempos del cuplé con la asesoría moscovita.
Resulta curioso que,ahora, las vocingleras dictaduras emergentes (las islámicas y las dizque revolucionarias) hayan vuelto a agitar la bandera de la energía nuclear como un benéfico modo de librarse de la tiranía energética de los países capitalistas/democráticos/occidentales/vaya usted a saber. Es el mismo argumento que, en los sesenta y setenta, llevó al PCUS a trufar el territorio de su influencia con reactores que paliasen un poco, uranio mediante, la crisis petrolera. Y de aquellos polvos nos vienen estos lodos: el día menos pensado, todos fritos por culpa de un nombre ignaro lleno de consonantes.
Confieso que uno de los lugares del mundo que más me gustaría visitar es Chernobyl. Daría lo que fuera por caminar por ese país en el que la vida se detuvo en 1987. El año pasado se cumplieron veinte años del trágico suceso, y vi en la ORF un documental apasionante en el que se veían aquellas casas, aquellos parques de atracciones, aquellas escuelas, aquel mundo perdido en el que la Unión Soviética todavía seguía existiendo. Chernobyl y sus alrededores son la Pompeya del mundo occidental. El testimonio inviolado de cómo vivíamos los seres humanos en mi infancia, que quedará para las generaciones futuras, mientras el viejo hormigón dure y las bisagras chirriantes no terminen de consumirse en un mar de herrumbre.
También había otro aspecto inquietante. Si bien al principio la zona se evacuó de manera inmediata, últimamente, cada vez hay más personas –sobre todo campesinos mayores a los que morirse más tarde o más temprano les va dando igual- que están colonizando el país radioactivo, cultivando sus tierras, llevando una economía de subsistencia. Beben agua pesada y comen patatas cargadas de protones y radiación y, supongo, en épocas de sequía miran hacia el cielo quemado de Chernobil esperando a que llueva.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Son alimentos energéticos, qué duda cabe.
Saludos.

Anónimo dijo...

Pues... el documental que viste en la ORF no sé si será el mismo que tengo yo (aunque me da a mí que sí, porque lo volvieron a emitir en la ORF al recibir un importante premio y digo yo que será ése). Tengo que guiarme por la intuición y por las imágenes porque entiendo poco (aunque, para mí sorpresa, he llegado a entender frases enteras). Pero vamos, el concepto llega y el documental está bien hecho y muy bien presentado.

Lo de las centrales nucleares... un mal necesario, supongo. Por aquí tenemos una que todos los escolares visitan (aunque ahora, con el problema que han tenido, no sé yo). En un mítin de Zapatero me tocó comer al lado de un señor que había trabajado allí toda la vida y me estuvo contando cosillas (una de ellas creo que fue que ahora no dejan subir a la chimenea king size, cuando yo estuve sí que entré y me impresionó).
besos.
m.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por vuestros comentarios.
Para el pobre:alimentos muy energéticos, que ya me harían falta a mí. Un buen red bull radioactivo me entonaba a mí el cuerpecillo. Un abrazo, campeón.
Para m. Chiquilla, los documentales se descargan subtitulaos, así no tienes que orientarte jajaja. Bueno, muy buena chica, en cualquier caso. Por cierto, todavía no me has dicho la dirección de ese blog en el que participas.
Que no se me ha olvidao.
Saludines