La foto en cuestión
El libro de las caras

27 de Noviembre.- Internet: ese invento del maligno. Di que estaba yo el otro día contestando la simpática correspondencia que este blog me produce cuando me llegó un correo de una amiga a la que no veo hace años en carne mortal (concretamente tres: desde que me vine aquí). Dicha amiga, mujer dinámica y atenta a las últimas novedades, me invitaba a que visitase su perfil de Facebook (presumiblemente de reciente creación). Al pronto, me dio como perezón, la verdad, y no hice nada. Pero el otro día, animéme y díme de alta. Tras comprobar que mi amiga sigue como cuando yo la frecuentaba (ventajas de tener un huerto propio) le dejé un mensaje para decirle que ya era parte de su misma red y me olvidé. Sin encambio, como dijo el clásico, fua abrir mi correo al día siguiente y comrpobar espantado que un cuarteto de personas a las que no había visto en siglos ya me habían solicitado renovar su amistad conmigo. Como soy un hombre chapado a la antigua (o sea, a la analógica) apreté los botones correspondientes y ahí quedaron sus caritas en mi perfil. Cada vez que abría la cosa, esperaba con pavor que algun@ me hubiera enviado algún mensaje (o mensaja) y cada vez comprobaba con alivio que no había sido así. Sin embargo, antes de ayer, me llegó el primer dolor.
Una de esas personas que mi amigo M. llama “muertos desenterrados” me mandó una cariñosa nota en la que, tras encarecerme lo muchísimo que le había mejorado la vida el volver a saber de mí (no es para menos) me decía que le había costado reconocerme en la foto que había puesto.
Mi primer impulso fue exclamar “Y tú, mujer de moralidad dudosa”, pero luego, recompuse mi dignidad perdida y moví la cabeza con suficiencia:
-¡Habrase visto! Pero si estoy como siempre!
Para corroborarmelo a mí mismo, acudí a un sobre que me traje de España la última vez, en el que guardo una serie de retratos antiguos. Hacerlo y que mi entusiasmo se derrumbase fue todo uno. No haré el recuento de las diferencias pero desde luego, el tiempo ha jugado en mi favor.
-No me extraña que en losnoventa no te comieras una rosca, jomío – me dije.
(Los gatos me miraron con curiosidad).
Pero ahí estaba ese yo distante de las fotos, con su delgadez, sus gafas de pasta demasiado grandes, su pelo peinado con la raya al lado, su piel diez años más tersa, su mirada una década más inocente. Suspiré por todo lo que había pasado por mí en los últimos quince años. “Angelico”, me dije. Suspiré y volví a guardar el sobre.
(Por supuesto este post es una broma, me alegró muchísimo saber de Carolina a la que desde aquí mando un beso)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Paco, soy Juan, el amigo de Amelche.
Yo también estoy chapado a la antigua.
Anoche, la parienta me recordó el nombre de esa iglesia que no recordaba: María am Gestade. Está muy cerca del antiguo ayuntamiento. Lo que recuerdo perfectamente era lo estrechísima que era; 10 metros de ancho a lo sumo, no podía haber más. A ella le gustó sobremanera Minoritenkirche, la iglesia de los italianos, donde está una copia falsa de La última cena de Da Vinci.
Tan sólo añadir (prometo seguir visitando tu blog, me parece muy interesante, lo que pasa es que estos días ando muy líado, y ví de refilón que no hace mucho estuviste de viaje en París, mi otra ciudad favorita) que he comprobado que compartimos tres cosas, a saber: signo zodíacal, apellido (Bernal es mi segundo) y el entusiasmo por Manguel y su historia de la lectura (tengo también La biblioteca de noche y Diario de lecturas).
Te dejo, que tengo que seguir trabajando... un saludo muy cordial.

vuelalto dijo...

Al coincidir las dos fotos juntas, la de chico y la de grande ha sido inevitable sonreir y comparar.

Me gusta lo que escribes así que te sigo de cerca.

Saludos.

Anónimo dijo...

no es pasion de madre pero que guapo estas y si has cambiado mucho un beso

amelche dijo...

Vaya, veo que sin facebook mis amigos se hacen amigos tuyos en el blog. :-)

¿La foto es de la recepción en la embajada? Pues no sé cómo estarías antes, pero ahí se te ve muy guapo.

Paco Bernal dijo...

Hola a todos.
Gracias por vuestros comentarios.
A Juan: es curioso, pero yo estuve a punto de cantar en el coro de la Minoritenkirche, lo que pasa es que, después de un ensayo, me rajé. He ido a conferencias y cosas de esas en esa iglesia, que es muy impresionante. Lo que me intriga es lo del apellido,¿No será extremeña tu familia? Si te da apuro contarlo aquí, mándame un correo. No conozco a mucha gente que se llame Bernal. Y sí: Manguel me entusiasma jejeje. No tenía noticia de esas otras obras y las buscaré. Me alegraré mucho de que sigas visitando mi blog y dejando comentarios. Un abrazo.
A Vuelalto: bienvenida y muchas gracias por seguirme. De pequeño era rubito y tal, y ahora...No me voy a quejar de que cada vez tengo menos pelo jajaja. Un saludo.
A mi madre: es que esta foto me la hice pensando en tí, con el trajecito y eso. De señor. Jajaja. Pero ¿A que molo? !Tiemba George Clooney! jajaja.
A Amelche: esto de las amistades encadenadas es lo de los seis grados de separación ¿No? Jajaja. Sí: la foto es de la recepción de la embajada. Y es que uno, cuando se restaura, pues todavía está resultón jajaja. Besos.

Anónimo dijo...

Hola, Paco, soy Juan de nuevo.
Mi Bernal es andaluz, toda mi familia por parte materna es malagueña; por parte paterna es murciana (de Jumilla), imagínate de esa mezcla explosiva lo que puede salir, jejeje... un ser de lo más pintoresco, o sea, yo.
Los libros que te cito de Manguel han salido en estos dos últimos años, después de que saliera una edición conmemorativa de los diez años de publicación de la Historia de la lectura. Son muy aconsejables ambos. Y hace muy poquito ha publicado una obra de narrativa que atacaré más adelante, ahora mismo tengo acumuladas otras lecturas pendientes.
Ana, mujer, que ya sabes que nos veremos el fin de semana que viene para tomar un cafelito y hablar con tiempo, tranquilamente...
Un saludo.

amelche dijo...

PACO: Ya quisiera George Clooney, que ni en sus mejores tiempos (ahora ya está un poco mayorcito) te supera. Si sigues poniendo esas fotos en el blog, al final, tendré que ir a Viena a conocerte, con o sin Té de llimona, con o sin Juan y su esposa. (Como vayamos todos juntos, te van a faltar camas y sofás. Menos mal que supongo que allí será como en Irlanda, todo enmoquetado, y se podrá dormir en el suelo.) :-D

JUAN: Te recuerdo que tenemos pendiente inaugurar mi casa, así que, avisadme con tiempo, a ver si quedamos también con M.E. y su hermana y probamos el té aquel que trajísteis de Berlín (si no recuerdo mal). Luego te mando e-mail para concretar.

JOAKO dijo...

No me atrevo a abrir un perfil en Facebook, por lo de los muertos...