Nadie se lo explica todavía (foto www.kurier.at)
A otra parte con ese muerto

20 de Noviembre.- La radio y la tele austriacas asisten algo aburridas a las negociaciones que, si no pasa nada imprevisto, conducirán al país a una nueva coalición entre socialistas y populares. La masa votante, entre tanto, parece no pronunciarse, o peor, mira la situación con un escepticismo creciente; mientras que los aprensivos, entre los que me encuentro, pensamos que una reedición del pacto que condujo a la política austriaca a un equilbrio tan volátil como el de la anterior legislatura, sólo propiciará que se fortalezcan individuos como Strache.
Fuera de la política, los medios están empezando a preparar a la población para el diluvio que viene. Se insiste mucho en que la crisis está empezando a golpear “a la economía real” (asumiendo que para todos los hijos de vecino el proceloso mundo de las acciones y las anotaciones en cuenta es tan irreal como El Señor de los Anillos). Se ponen por ejemplo los casos de un fabricante de placas para circuitos integrados que ha tenido que sacrificar a un cuarto de su plantilla para ser competitivo, o de un fabricante de grúas que también a optado por soltar lastre para reflotar su apurada situación financiera .
En los gráficos del telediario (esos tan entrañables que lo explican todo como para que lo entienda hasta la abuela de caperucita) se muestra la evolución alarmante de las cifras de desempleados, poniendo lucturoso énfasis en que hay siete mil más que el año pasado por estas fechas, alcanzando unos totales (si yo no me engaño) de treinta mil personas. Un drama, lo sé. Y como parado reciente me solidarizo con todas las fibras de mi ser. Pero España va a terminar el año con casi cien veces esa cifra. Por tener treinta mil parados, Zapatero vendería su alma a Satán.
Es el mejor momento, eso sí, para que el servicio público de empleo (AMS) se embarque en una campaña de imagen. La ciudad de Viena se ha llenado de anuncios en los que se reivindican, para obreros y empleadores, las ventajas del servicio público de colocación explicando que, como media, las ofertas de trabajo se cubren en treinta días. Vamos, en menos de lo que tarda uno en comerse un Leberkässe semmel.
Pero si mis lectores piensan que en Austria no hay tiempo para ser juguetones, están muy equivocados: informa hoy el jocoso Heute de que, en la región de Carintia (ese lugar en donde, según mi amigo T. todo lo descomunal tiene su acomodo) ha sido robado del cementerio en el que descansaba el cadáver (con ataud y todo) del millonario Friedrich Karl Flick, que entregó su alma al Hacedor a los 79 años de su edad, hace dos. O sea, en el año 2006. La fortuna personal del muerto andaba por los seis millones de euros.
La policía criminal aún no se explica para qué pueda querer nadie un muerto tan añejo. A mí también me come la intriga.

3 comentarios:

Mrs Jones dijo...

Será por eso que dicen las guías de que en Austria tienen una relación muy estrecha con los muertos.

Ahora podrán añadir este bonito ejemplo.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Debería yo escribir un post a propósito de esto. Porque mis alumnos me dijeron el otro día, al hilo de Volver, de Pedro Almodóvar, que los españoles teníamos también una relación curiosa con los difuntos.
No sé yo si querrán poner esto en las guías de todas maneras :-)

JOAKO dijo...

Lo leí al revés, pero no entiendo tu teoría, el muerto ya está enterrado, así que no hay sospecha, ¿para que meneallo?