Roland Kickinger haciendo gala de sus jechuras apolíneas (foto: forum.moscroatia.com)
Sayonara, Chuache

19 de Enero.- En su decidida voluntad de hacer de este mundo un lugar más lleno (si cabe) de gracia y de glaomur, la pequeña república austriaca no ha parado en los últimos cincuenta años de exportar talento y belleza allende sus fronteras. Con los nombres basta para dar una idea de la relevancia de este fenómeno: los hermanos Schell (Maria y Maximilian), Klaus Maria Brandauer, Romy Schneider y , por antonomasia, Arnold Schwarzenegger, el exconductor de tanques más famoso del mundo.
Como ya recordábamos cuando le propuse para Mister Austria, Schwarzenneger, a pesar de su picasiano apellido (impronunciable en buena parte de las lenguas civilizadas) y a pesar de un repertorio interpretativo más corto que el de ET, logró triunfar en ese edén del talento que es Hollywood, explotando su ventaja competitiva más visible: unos bíceps como mi cabeza y unos pectorales curtidos a golpe de press de banca y, por qué no, de sus sopitas de esteroides. Sin embargo (y como diría Antonio Gala, Ay) los años pasan incluso para los dioses de los platós. En los noventa, las carnes de Arnold no eran ya tan prietas como solían así que, para huir del famoso dicho que mi abuela repetía cada vez que le echaba el ojo encima a Ana Obregón (“a las putas y a los toreros a la vejez los espero”), Chuache dejó huérfanas las pantallas y dolientes a los fans de la carne de ternera engordada con clembuterol. Casó bien, mejoró su nivel de inglés, e inició una prometedora carrera política. De termineitor a goberneitor. Como dirían en Austria, zac zac.
En su país de origen, las opiniones sobre él son ambidiextras. Los hay que admian su férrea naturaleza, de indudable índole germánica, que le ha hecho abrirse camino en esta vida hasta alcanzar el olimpo de los diesel; los hay sin embargo que consideran ofensiva su propensión a estampar su firma al pie de sentencias de muerte. Esto ha hecho que se le retiren los honores en Graz, su ciudad natal, que ha decidido rebautizar su más grande recinto deportivo (Ay, otra vez).
Los magnates del cine (que son hoy en día contumaces ejecutivos japoneses con gafitas) han encontrado un recambio para Chuache en la persona de otro austriaco (Roland Kickinger) no menos dotado que su paisano como puede verse en las pruebas gráficas adjuntas a este post. Será él quien, si Dios quiere, nos disipará próximamente la nostalgia que sentimos por Terminator, se mito trash comparable a figuras de la talla de Hulk Hogan o Pancho, el morenete de Verano Azul.
Kickinger empezó con esto de la mancuerna a los quince años y, para pagarse la mensualidad del gimnasio (aquí en Viena, y lo digo por experiencia, un pico) desempeñó todo tipo de oficios hasta que decidió emigrar a América –USA- . Allí se ganó la vida en las playas californianas posando para los turistas a cambio de unas monedillas que empleaba en sufragarse su dósis diaria de proteínas y nandrolonas. Hasta que alguien se fijó en aquellos los sus brazos, que amenazaban la integridad de todas las camisetas; y en aquellos los sus hombros, que parecían pensados para enderezar obeliscos, y en aquel su aguerrido acento, que recordaba otras resonancias centroeuropeas, y decidió hacer de él una nueva y rutilante estrella en el firmamento del cinema.
Sic transit gloria mundi. Sayonara, Chuache.

4 comentarios:

JOAKO dijo...

esta claro que el forzudo del circo ha experimentado una progresión impresionante, en la moderna "mercadotecnia" está más que representado, en el cine y parece que en otros ambitos. Creo que siempre habrá recambios para este nicho, lo que tal vez más me escama es que estos elementos sean más apreciados que un buen cientifico, ¿o no?

Paco Bernal dijo...

Hola Joako!
En España por lo menos sí: hace poco leí que los científicos habían hecho una especie de plataforma para exigir unos mínimos para no irse a investigar al extranjero. Quizá habría que recomendarles que hicieran más pesas...En cualquier caso, yo cada vez estoy más convencido de que, en historias como la de Chuache juega un papel la suerte, claro. Pero que nadie llega ahí sin una inteligencia. Y creo que él tiene que ser un tipo que tenga la inteligencia que hace falta para ciertas cosas.
En fin.
Un abrazo,
P.

JOAKO dijo...

Tuvo la suficiente inteligencia para casarse con una Kenedy y para encarnar el sueño americano, y supongo que el día a día también cuenta

JOAKO dijo...

Tuvo la suficiente inteligencia para casarse con una Kenedy y para encarnar el sueño americano, y supongo que el día a día también cuenta