Ceguera voluntaria
4 de Marzo.- Querida sobrina: la semana pasada falté a mi cita y me arrepiento. Me sabrás perdonar si te digo que fue, entre otras cosas, porque estaba meditando despacio el tema de la carta de hoy, que es este: durante toda nuestra vida existimos prisioneros de nosotros mismos, sólo que muy pocas personas se dan cuenta y menos todavía son capaces de mirar el hecho cara a cara. Poca gente es capaz de verse desde fuera o por lo menos de intentarlo. Tenemos miedo de enfrentarnos con los porqués que mueven nuestros actos, a descubrirnos frágiles, mezquinos, malvados o tontos. Igual que, mediante una ceguera voluntaria acaso conveniente, decidimos olvidar que, en nuestra ausencia, la gente habla de nosotros y de nuestra vida y hace comentarios que son tan pérfidos como los nuestros cuando despellejamos al personal.
La mayoría de la gente, Ainara, sólo es capaz de pensar obviando la mitad de la realidad que no les apetece ver. Los papeles están siempre asignados y las catástrofes del sentimiento o de la cartera, que resultan evidentes para un observador imparcial, son para los interesados tan aleatorias y desagradablemente sorprendentes como los accidentes aéreos. En resumen sobrina: no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Preguntarte el por qué de lo que haces y contestarte con toda la honradez posible, llegando a las últimas consecuencias (al fin y al cabo qué tienes que temer de ti misma), te resultará imprescindible para llegar a ser un poco más libre, para estar un poco más a cubierto de las fatalidades que se pueden evitar y, por qué no, te servirá para ser más tolerante con los defectos de los otros, al descubrir que tú misma puedes ser tan mala como el peor de ellos (y, a veces, tan buena como el mejor, que tampoco es cosa de fustigarse a lo tonto).
En fin, corazón, besos de tu tío.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito y que verdad, gracias Paco.
Bullock

Paco Bernal dijo...

Hola Bullock! De nada y muchas gracias a ti :-)