Claudia Haider, la viuda alegre (con perdón)
¿Espaustria o Austriaña?

2 de Marzo.- El sábado por la noche, el presentador del informativo de la ORF anunció la historia de fondo: en España, el país de la UE con mayor tasa de desempleo, la crisis había traido cambios de paisaje que hace un año hubieran parecido cosa de ficción. En el sur, donde ya ha empezado la temporada de la fresa, cada vez hay más nacionales que se acercan a los invernaderos pidiendo trabajos que antes sólo realizaban currantes de importación. Éstos, por su parte, se hacinan en improvisados campamentos que forman bolsas de pobreza alrededor de las zonas agrícolas. Unas favelas que, cada día más, dibujan en el horizonte el fantasma de una economía dual y de una situación social explosiva.
Entretanto, en el norte, ayer fue jornada electoral. Se elegían los parlamentos regionales de Galicia, región tradicionalmente pobre y atrasada, y del País Vasco, cuya problemática es seguramente conocida por el lector así que, para qué abundar en lo que todo el mundo sabe. Sendos procesos electorales que se han saldado con bajadas de audiencia de los partidos gobernantes hasta ayer. Los analistas han aprovechado el alba, con las urnas aún calientes, para lanzarse sobre los porcentajes para ver a) un resultado en clave política –lo cual solo es verdad, en mi opinón, en una sociedad tan fuertemente politizada como la vasca- y b) en clave nacional. Por ahora, no se habla nada de la economía, omisión que, aparte de interesada, me parece errónea.
Los porcentajes electorales son mudos, y por eso cada cual los interpreta como le conviene. También ha habido elecciones regionales en Austria (las primeras de este 2009 tan electoral) y las ha ganado Haider.
Por lo menos, así lo han interpretado su mujer Claudia y los partidarios de su formación (de Haider, no de su costilla, claro). La campaña ha apelado mucho a la herencia y la memoria –convenientemente desinfectada- del político difunto para intentar contrarrestar la fuerza del tópico que todos (me incluyo) sosteníamos: a saber: “sin Haider, no hay partido”.
Posa Claudia Haider orgullosa con una foto del esposo en un marco de plata y, por su expresión, suponemos que la noche de ayer le compensó por las semanas de comidilla a propósito de los novios bakalas de su santo. A quien Dios le dé victoria electoral, San Pedro se la bendiga.
En Salzburg, la noticia ha sido la galla que se han dado los socialistas. Han perdido todos menos los broncas de Strache, que le han rebañado un cuatro por ciento a las demás fuerzas políticas. Esta derrota también ha sido interpretada por los que viven de los vaticinios. Titula hoy un periódico local preguntándose qué pasará en Viena (tradicional feudo socialista). Lo veremos pronto, parece ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no me esperaba yo que la señora de Haider fuese así. Me da que pensar, sobre mi mismo (que cantidad de prejuicios y de topicos me guian) y sobre los personajes públicos. En fin, un caso.

Paco Bernal dijo...

Hola! Pues te confieso que yo también me llevé una sorpresa, porque más que su mujer, parece su madre (es el caso inverso de Preysler y Boyer; Boyer parece el abuelo de ella cada día más)
Un abrazo