Heike Makatsch en una imagen promocional de "Hilde"
Defensor del Menor

30 de Marzo.- Mientras me recupero del cambio horario (que es un palo) recuerdo con nostalgia el fin de semana. Particularmente el sábado: ese día en el que el milagro de desterrar el abrigo hasta septiembre parecía realizable.
La noche moló: una reprise de Hilde, con Heike Makatsch. Fui al cine con mi primo N., que es gran admirador de fräulein Makatsch desde que la vio en Love Actually. Por él sé que la inteligente Heike fue novia de Daniel Craig. Después de conocerla más a fondo (tras la peli nos quedaron pocos centímetros cuadrados de Heike por inspeccionar, las cosas como son) mi primo y yo convinimos en que, cuando dejó escapar una chica como la Hakatsch, Mr. Craig debía de estar pasando por una fase de ligera enajenación mental.
Pero ya se sabe que los Bond nunca se han distinguido por más fidelidad que la que le deben al M16.
A la salida del cine, nos llegamos al Bermuda Dreieck (zona de marcha de Viena) y ahí constanté que me estoy haciendo viejo. Primero, porque toda la gente que veía me parecía jovencísima (lo era, qué leches) y segundo porque no podía evitar la impresión de que todas las chicas iban vestidas como profesionales del sexo de pago –“obreritas del amor” las llamaba Mayra en el guantutrí, qué tiempos aquellos de candor-.
Desde aquí te lo advierto, Ainara, y el que avisa ya sabes: como se te ocurra un día salir a la calle así vestida, si no te compra tu padre un burka, te lo compro yo.
El Mc Donald´s de Schwedenplatz es el punto de reunión de estos críos que, si por mí fuera, estarían todavía viendo los lunnis y acostándose a las diez (los días de fiesta) ¿Qué pintan unas chicas de quince años a la una de la noche vestidas con minifaldas/bufanda (no se distinguía qué era), medias de rejilla negra y zapatos blancos de tacón? Vamos a ver. Es que a uno le sale el Defensor del Menor que lleva dentro ¿Y ellos? (Porque luego habrá por ahí quien me acuse de machista). Pues ellos me iban de mafiosos. Alguno, incluso con esos trajecitos grises de pantalón de pitillo que gastaban los puertorriqueños en West Side Story.
No es que abogue yo, que quede claro, por una juventud como la de las pelis de Rocío Durcal (la pobre) pero creo que entre la catequesis y el festival de cine porno debe de existir, por fuerza, un punto medio.
Curiosamente, hoy se ha sabido que, según un estudio del ministerio competente, más del cincuenta por ciento de la chavalería que llena de jolgorio las aulas vienesas es hija de inmigrantes. Será por eso que la ORF ha decidido producir una serie que se llama “Tschuschen: power” para promover la integración de estos críos de fondo potencialmente problemático. A leer la noticia, me he sorprendido bastante, porque “Tschusch” es una palabra tabú. Un insulto todo lo fuerte que pueda ser “sudaca” en la Península (ibérica). La pena es que la pasan a las cinco de la tarde, pero tengo que confesar que, con lo poco que he leido sobre ella, me mata la curiosidad.

2 comentarios:

m. dijo...

Admito que me he reído mucho con esta entrada. A ver: yo defiendo el derecho de todo el mundo a vestir y comportarse como quiera (¡faltaría más!) pero no negaré que más de una vez he pensado lo que tú manifiestas en tu texto (aunque algunos piensen que soy una carca, una envidiosa, bla, bla,bla). No sé, será que estoy chapada a la antigua, pero también me chocan algunas indumentarias que veo por la calle.El otro día me vino a la oficina una chica a hacer una consulta y, cuando se dio la vuelta para irse, le vi medio culo literalmente. (No entraré en el tema de los pantalones de tiro bajo y el llamado efecto muffin-top, que también merece una entrada). Lo de la serie... vaya: la ORF va directa. Un saludo.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Me alegro de que te hayas reido. Yo creo que esto es un caso paralelo a estos que van con la camisa abierta hasta el ombligo. O sea, que nadie lo prohibe, pero en fin...:-)