Un libro con el lomo verde
13 de Abril.- Tengo un problema: a fuerza de escribir en medios de transporte ahora, cuando puedo hacerlo cómodamente sentado en mi domicilio, no sé. Me parece que me falta algo. En Austria hoy es festivo y ha amanecido un día agradablemente primaveral.
El que sea festivo garantiza una agradable falta de noticias nacionales. Los medios están llenos de refritos de los hechos que fueron notables la semana pasada, como por ejemplo, la reforma número ene de la ORF (televisión pública austriaca) una empresa que no termina de encontrarse a sí misma.
Suerte que tenemos libros: la semana pasada, en España, encontré un tocho (para mis lectores no españoles: un libro MUY gordo) que repasa casi en tiempo real la vida y miserias de Carlos II, último rey español de la rama hispánica de los Habsburgo.
Lo escribió, en tiempos del franquismo, el Duque de Maura (pariente cercano de la actriz del mismo apellido, creo que su abuelo) y, con su lujosa encuadernación en tapa dura y sus bonitas fotografías de retratos del último siglo XVII ha estado reposando en una caja de cartón durante los últimos veinte años. Sin embargo, la otra noche, rebuscando entre viejos volúmenes almacenados en mi casa de Madrid, me topé con él y decidí darle al Duque y a sus Austrias decadentes una segunda oportunidad. A las tres páginas ya estaba enganchado, a pesar de que el estilo es muy barroco (aunque agradable de leer).
Este libro tiene una historia humilde pero curiosa: perteneció al adorno del despacho de un magnate de la prensa que controló en su día Mundo Perdido (cadena de televisión en la que trabajé). Digo adorno porque el estado del libro indica que es muy dudoso que alguien lo haya leido antes que un servidor. Probablemente, un decorador mercenario lo eligió debido al vistoso color verde de su lomo. Cuando presiones políticas desalojaron al magnate de su despacho y, por ende, de la dirección de la cadena, lo que no quiso llevarse fue destinado a un contenedor. Libros, enciclopedias y balances fueron condenados a perecer convertidos en pasta de papel, y mi libro se salvó porque a mi padre, seguramente, le llamó la atención la foto del niño de increible fealdad que preside la portada. Así que lo recogió sin que nadie lo viera, lo envolvió en un trozo (grande) de papel de periódico, lo embaló con cinta americana y lo trajo a casa, en donde fue de estantería en estantería hasta que yo, veinte años después, le hinqué el diente.
Hizo muy mal el primer dueño del libro en no echarle la vista encima, porque el reinado de Carlos II tiene muchas similitudes con todas las decadencias posibles (la de su propia decadencia periodística incluida), y aún más con la España de hoy. El duque de Maura, que no podía hablar claro de política durante el franquismo, también aprovechó la coyuntura para incluir en su volumen una serie de consideraciones genéricas sobre el alma de los españoles que nos describen y pintan a los zopencos que nos han gobernado desde la época de Felipe II. Momento en que empezó la imparable decadencia que nos condujo de ser lo que fuimos al modesto estado actual. Sólo llevo doscientas páginas (un tercio del tocho, aproximadamente) pero lo que más me está gustando del libro es la descripción psicológica de los personajes históricos a los que el Duque de Maura nos retrata de manera tan cercana como si fueran políticos de hoy. Seres humanos con ambiciones, heroismos y miseria: hechos de la misma pasta de la que estamos hechos todos, lejanos del cartón piedra del teatro de la Historia.
El que sea festivo garantiza una agradable falta de noticias nacionales. Los medios están llenos de refritos de los hechos que fueron notables la semana pasada, como por ejemplo, la reforma número ene de la ORF (televisión pública austriaca) una empresa que no termina de encontrarse a sí misma.
Suerte que tenemos libros: la semana pasada, en España, encontré un tocho (para mis lectores no españoles: un libro MUY gordo) que repasa casi en tiempo real la vida y miserias de Carlos II, último rey español de la rama hispánica de los Habsburgo.
Lo escribió, en tiempos del franquismo, el Duque de Maura (pariente cercano de la actriz del mismo apellido, creo que su abuelo) y, con su lujosa encuadernación en tapa dura y sus bonitas fotografías de retratos del último siglo XVII ha estado reposando en una caja de cartón durante los últimos veinte años. Sin embargo, la otra noche, rebuscando entre viejos volúmenes almacenados en mi casa de Madrid, me topé con él y decidí darle al Duque y a sus Austrias decadentes una segunda oportunidad. A las tres páginas ya estaba enganchado, a pesar de que el estilo es muy barroco (aunque agradable de leer).
Este libro tiene una historia humilde pero curiosa: perteneció al adorno del despacho de un magnate de la prensa que controló en su día Mundo Perdido (cadena de televisión en la que trabajé). Digo adorno porque el estado del libro indica que es muy dudoso que alguien lo haya leido antes que un servidor. Probablemente, un decorador mercenario lo eligió debido al vistoso color verde de su lomo. Cuando presiones políticas desalojaron al magnate de su despacho y, por ende, de la dirección de la cadena, lo que no quiso llevarse fue destinado a un contenedor. Libros, enciclopedias y balances fueron condenados a perecer convertidos en pasta de papel, y mi libro se salvó porque a mi padre, seguramente, le llamó la atención la foto del niño de increible fealdad que preside la portada. Así que lo recogió sin que nadie lo viera, lo envolvió en un trozo (grande) de papel de periódico, lo embaló con cinta americana y lo trajo a casa, en donde fue de estantería en estantería hasta que yo, veinte años después, le hinqué el diente.
Hizo muy mal el primer dueño del libro en no echarle la vista encima, porque el reinado de Carlos II tiene muchas similitudes con todas las decadencias posibles (la de su propia decadencia periodística incluida), y aún más con la España de hoy. El duque de Maura, que no podía hablar claro de política durante el franquismo, también aprovechó la coyuntura para incluir en su volumen una serie de consideraciones genéricas sobre el alma de los españoles que nos describen y pintan a los zopencos que nos han gobernado desde la época de Felipe II. Momento en que empezó la imparable decadencia que nos condujo de ser lo que fuimos al modesto estado actual. Sólo llevo doscientas páginas (un tercio del tocho, aproximadamente) pero lo que más me está gustando del libro es la descripción psicológica de los personajes históricos a los que el Duque de Maura nos retrata de manera tan cercana como si fueran políticos de hoy. Seres humanos con ambiciones, heroismos y miseria: hechos de la misma pasta de la que estamos hechos todos, lejanos del cartón piedra del teatro de la Historia.
3 comentarios:
Menuda suerte encontrar un tocho así. Cuando lo termines nos cuentas.
Hola María! Gracias por tu comentario. La verdad es que me está gustando bastante el tocho. A mí me duele mucho ver un libro tirado (es algo patológico) y los recojo siempre que puedo. De todas maneras, cuando llegue al desenlace, ya te cuento.
Saludos :-)
Precisamente hoy, en el diario Público, hablaban del pobrecito Carlos y de su estirpe.
Saludos.
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