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27 de Mayo.- Querida sobrina: durante estos últimos meses se ha gestado una revolución cuyas consecuencias cambiarán, es muy probable, la manera de pensar del mundo occidental. Es una revolución de base tecnológica, parecida a la que convirtió al cine en una especie de teatro hablado y lo alejó para siempre de las formas poéticas de la pantomima sin palabras.
Los periódicos, a través de los cuales la Humanidad se ha estado informando durante doscientos años, desaparecen como viejas secuoyas. Un día cae uno, al día siguiente tres, luego hay que apuntalar otro. Pero es inútil: un huracán de varios millones de terabytes de potencia está arrasando con todo: la red. Esta internet que permite que casi un centenar de lectores diarios compartan nuestras cartas.
Naturalmente, como en el caso del cine, los dueños de las empresas periodísticas están muy nerviosos. Nadie sabe exáctamente cómo quedará el panorama cuando la tormenta termine ni cómo detener la sangría de resultados.
Los periódicos, a través de los cuales la Humanidad se ha estado informando durante doscientos años, desaparecen como viejas secuoyas. Un día cae uno, al día siguiente tres, luego hay que apuntalar otro. Pero es inútil: un huracán de varios millones de terabytes de potencia está arrasando con todo: la red. Esta internet que permite que casi un centenar de lectores diarios compartan nuestras cartas.
Naturalmente, como en el caso del cine, los dueños de las empresas periodísticas están muy nerviosos. Nadie sabe exáctamente cómo quedará el panorama cuando la tormenta termine ni cómo detener la sangría de resultados.
Resulta un poco divertido leer las opiniones que vierten estos dinosaurios del viejo mundo de papel, los cuales, a todas luces, no están preparados para el nuevo universo tecnológico. Por ejemplo, el otro día, un periodista español se echaba las manos a la cabeza ¡Hay que salvar los periódicos! Si ellos desaparecen ¿Quién hará la labor de seleccionar y contextualizar la información? A este pobre hombre, acostumbrado a creerse el ombligo del mundo, la realidad le está dando la respuesta a su pregunta: el lector. A partir de ahora cada uno va a decidir dónde y cómo quiere informarse, a propósito de qué y, sobre todo, por medio de quién. Porque ya no será necesario el esfuerzo de capital que implica montar un periódico ¿No lo llevamos haciendo décadas con la radio? Con unos cuantos cientos de euros se puede montar un podcast.
Lo que a nuestro periodista le daba miedo, sin duda,no es que desaparezca un soporte sucio, antiecológico y, a todas luces, ineficiente. Le daba miedo que, en el mundo de antes, si alguien quería influir sobre la opinión de un gran número de personas, sólo tenía que comprarse un periódico (o una tele). Si ahora yo elijo entre una variedad mucho mayor de fuentes ¿Qué va a hacer usted: comprar a todos los blogs en los que me informo? Es más: si yo noto que las opiniones de mi informador obedecen a fines bastardos ¿No me pasaré inmediatamente al de enfrente?
Las marcas se dieron cuenta de esto antes que nuestro pobre periodista. Cuando aparecieron los blogs algunas intentaron hacer publicidad de las virtudes de sus productos a través de ellos creando personajes, voces impostadas, que cantaban las excelencias de cremas y cereales. Pero no funcionaba porque los lectores, en cuanto se daban cuenta del engaño, se piraban a otro sitio que les mereciera más confianza.
Internet quiere verdad. El consumidor de noticias en la red busca, compara y solo compra aquello que es sincero o que, por lo menos, se lo parece. El periodsta decía: “Ninguna gran noticia ha surgido de los blogs”. Mentía: la noticia son los blogs.
Yo escribo cada día para mis lectores. Intento conocerlos y, sobre todo, serles útil (haciéndoles reir, por ejemplo). Mi compromiso con ellos es la calidad de mis textos, que procuro mantener y elevar por todos los medios a mi alcance. Cada vez que en el espacio de los seguidores aparece un nuevo cuadradito, me llevo una alegría. Una persona más me da su confianza: dedica un par de minutos al día a comprobar el tema que propongo y, si hay suerte y le gusta, vuelve. Y eso para mí es importantísimo, casi sagrado. Y me llena, indiscutiblemente, de agradecimiento. Por eso, para pagar eso, procuro no decir nada que no piense y dar las noticias con toda la honradez y la exactitud posibles. Procuro ser uno más de mis lectores. Siempre les tengo presentes.
El periodista escandalizado ha perdido, en mi opinión, esa cercanía. La boca se le llena de grandes palabras pero no sabe ya para quién escribe. Quizá porque, cuando escribe, siempre escribe para él.
Da que pensar, la verdad.
Besos de tu tío.
Las marcas se dieron cuenta de esto antes que nuestro pobre periodista. Cuando aparecieron los blogs algunas intentaron hacer publicidad de las virtudes de sus productos a través de ellos creando personajes, voces impostadas, que cantaban las excelencias de cremas y cereales. Pero no funcionaba porque los lectores, en cuanto se daban cuenta del engaño, se piraban a otro sitio que les mereciera más confianza.
Internet quiere verdad. El consumidor de noticias en la red busca, compara y solo compra aquello que es sincero o que, por lo menos, se lo parece. El periodsta decía: “Ninguna gran noticia ha surgido de los blogs”. Mentía: la noticia son los blogs.
Yo escribo cada día para mis lectores. Intento conocerlos y, sobre todo, serles útil (haciéndoles reir, por ejemplo). Mi compromiso con ellos es la calidad de mis textos, que procuro mantener y elevar por todos los medios a mi alcance. Cada vez que en el espacio de los seguidores aparece un nuevo cuadradito, me llevo una alegría. Una persona más me da su confianza: dedica un par de minutos al día a comprobar el tema que propongo y, si hay suerte y le gusta, vuelve. Y eso para mí es importantísimo, casi sagrado. Y me llena, indiscutiblemente, de agradecimiento. Por eso, para pagar eso, procuro no decir nada que no piense y dar las noticias con toda la honradez y la exactitud posibles. Procuro ser uno más de mis lectores. Siempre les tengo presentes.
El periodista escandalizado ha perdido, en mi opinión, esa cercanía. La boca se le llena de grandes palabras pero no sabe ya para quién escribe. Quizá porque, cuando escribe, siempre escribe para él.
Da que pensar, la verdad.
Besos de tu tío.
6 comentarios:
Aquí, uno de tus cien lectores. Y he de decirte que éstas entre los primeros de mi rss. Enhorabuena.
Por cierto, ¿para cuando un podcast? :)
Un saludo
Me acabo de sentir obligada moralmente a salir de anonimato...
Te leo a escondidas, pero eso tu ya lo sabes...
Un beso
Maite
¡Ay! Lo malo es que nos seguiremos informando donde nos den la razón... Siempre existe gente que lee a los propios y a los ajenos, se cree de la mitad un cuarto e interpreta las noticias...
¿Seré pesimista?
Saludos
Hola a los tres:
Y gracias por vuestros comentarios (hoy especialmente).
a Jorge: muchas gracias, muchas gracias jajaja. Lo del podcast será para cuando tenga un poco más de tiempo, no me veo yo grabando un texto en el metro. Si ya, cuando voy con el cuaderno la gente me dice cosas (el otro día una abuela y una nieta) imagínate si voy hablando solo jajaja. En cualquier caso, se estudiará la sugerencia :-) Un abrazo.
a Maite: shhhh, que no nos oiga nadie :-) claro que sé que me lees a escondidas...Yo lo veo todo :-) Pero tranquila: tu secreto está a salvo conmigo :-) Besos
a María: la tendencia natural de los humanos es a leer mensajes que nos den la razón (a nadie le gusta pensar que se equivoca) pero creo que si existen más voces, más medios (y un blog es un medio, pequeñito, pero un medio) quizá haya más posibilidades de que la gente, de pronto, tenga curiosidad por otros puntos de vista. Yo creo que los periódicos no van a desaparecer. Probablemente cambien y se aproximen más a contenedores de noticias. No todo el mundo tiene tiempo de buscar y buscar información sobre temas. Pero al reducirse tantísimo la inversión inicial, probablemente sea más fácil que surjan nuevas voces. Como sucedió con la imprenta. Y mira: de los tipos móviles, salió que todo el mundo tuviera acceso a la cultura (o por lo menos, mucha más gente).
Saludos :-)
Pues sí, hay gente que reacciona muy mal cuando ya no es protagonista, en vez de analizar las causas, como has hecho tú, e intentar arreglarlo, encima se lían más y acaban escribiendo sólo para ellos y sin lectores.
lo consigyes.
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