La famosa secuencia del Limbo Rock que ejemplifica muchas de las cosas que digo más abajo

More charming and (si cabe) Brighter

26 de Mayo.- Me encanta planchar con Cybill Shepperd y Bruce Willis. Aparte de que aligeran la tarea, “Luz de luna” sigue conservando una cualidad refrescante que deja amojamadas a sus contemporáneas. El otro día, por ejemplo, llegué a un episodio que se llama “Portrait of Maddie”. Pues bien: conforme avanzaba la trama me di cuenta de que el cañamazo era, si no idéntico, sí muy parecido a un episodio de la primera temporada de Remington Steele. Suspenso el ánimo, plancha en alto, empecé a darme cuenta de las diferencias de tratamiento que las dos series daban a la misma frase narrativa. Ambas me habían entusiasmado de pqueño, pero mientras el tiempo había puesto al descubierto todos los defectos de una, sólo ha hecho algunos arañazos en la carrocería de la otra.
Me pregunté entonces ¿Por qué “Luz de luna” sigue funcionando como hace casi veinticinco años? Y he aquí lo que me respondí:


-LdL es voluntariame, rendidamente cinematográfica. Está llena de homenajes que empiezan por los títulos de los peisodios y siguen en los diálogos y las situaciones. No son tributos de amor ciego, sin embargo. La mayoría de las citas están hechas por medio de la parodia. Así visto, cada episodio de LdL se transforma en un lujoso vintage de momentos que ya hemos disfrutado antes. Sensación que se refuerza por la presencia de estrellas invitadas como Orson Welles. En Remington Steele (en adelante RE) el cine siempre aparece en el último tercio de cada episodio. El personaje de Pierce Brosnan recuerda un título, una fecha, un reparto, y Laura Holt/Stephanie Zimbalist es la que ata los cabos con el espectador, que se siente así partícipe de la solución del enigma. Un truco resultón, gracioso las primeras cinco veces, pero que a la sexta pone al espectador a la altura de un inocente televidente de Barrio Sésamo.


-Más: LdL es vocacionalmente gamberra. Tan gamberra como después han sido Los Simpson. Cuando Addison/Willis hace el gamberro lo hace de verdad, con el punto justo de elegancia para alejarle de Porky´s pero con la autenticidad suficiente como para que las bromas sexuales sigan siendo graciosas veinte años más tarde. Poco más que añadir en este apartado: el potencial subversivo de Brosnan se reduce a echarle miradas libidinosas a tipas vestidas de Nancy Reagan y sobradas de laca Nelly. In silver: Addison está salido y lo disfruta, Remington Steele carraspea y se toca los puños como el príncipe Carlos de Inglaterra.


-Complicidad del espectador, ruptura de la convención de la “ficción que se cree a sí misma”: Maddie Hayes y David Addison son personajes que saben que lo son. Y a nosotros no sólo nos da igual, sino que nos mola. Los diálogos están llenos de referencias a esta situación. Pongo un ejemplo corto. La policía está interrogando a Hayes. De pronto, entra Addison dando un portazo:
Poli: Eh! No se puede hacer una entrada así.
Addison (haciendo una breve e intencionada pausa): Dígaselo a los guionistas
.


-Personajes: aquí sí que la goleada está clara: comparados con Maddie Hayes y David Addison, Laura Holt y Remington Steele son dibujos del teletexto. Sin fisuras, sin matices, sin tridimensionalidad. Más aún: Laura Holt y Remington Steele no tienen pasado. Son dos fotos fijas .En principio, RE es un presente que podría prolongarse indefinidamente, como el de uno de aquellos videojuegos de artes marciales a los que jugábamos en la maquinita del bar –algún día hablaré de ese bar-. Maddie Hayes y Addison tienen pasado, infancia. Les gusta una música o la otra, están inscritos en un tiempo real. Hay cosas que no sabemos de ellos, pero intuímos que los guionistas sí, y que las usan para rellenar el muñequito que estamos viendo. En RE se juega mucho con un recurso típico de la novela rosa (la otra vida del hombre misterioso y seductor) pero a fuerza de no enseñárnosla, terminamos por saber con seguridad que no es más que un truco.


En fin: cuando yo hacía teatro, apendí que hay que dejar en la representación pequeños detalles que dicen cosas al espectador aunque este no pueda percibirlos conscientemente. Sólo un producto elaborado a diferentes niveles aguanta el chorro de ácido del tiempo. Lo demás queda superado y muere. Como Remington Steele.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En esto Paco no puede ser objetiva porque yo la veía por Pierce Brosnan.... uhhhhhh. Pero recuerdo más divertida Luz de Luna. Pero el brosnan era mucho brosnan.... un besote muy fuerte. nuria

Paco Bernal dijo...

Hola guapa!
Gracias por tu comentario. La verdad es que lo que yo creo que ha pasado es que Brosnan se ha ido haciendo con los años. Pero ver ahora Remington Steele da un poquitín de cosa, porque ha envejecido tan mal...Sobre todo en mi opinión. Pero en Mamma Mia Brosnan hasta canta y todo (y Meryl Streep).
Besos

Jorge dijo...

Lo que más recuerdo yo de Remington Steele es el Volkswagen Golf blanco descapotable que conducía Laura.

Cada loco con su tema...

Un saludo!