Retorno a los orígenes

25 de Junio.- Hace años –no había crisis ni nada- mi lavadora decidió que, tras una década de abnegados servicios, le había llegado la hora de la jubilación. Así que hubo que empezar a mirar en todas las tiendas del ramo. Precios, consumos, protección contra el ruido...en fin. Pues bien: di que un día estaba yo en el Media Markt cuando un señor de una cierta edad se acercó al vendedor (joven, animoso, con pinta de tenerlo todo bajo control, como suelen ser en Austria estos vendedores). El maduro caballero, tras informarse concienzudamente, señaló con un amplio movimiento de la mano el muestrario de lavadoras expuestas y, en voz clara y expeditiva, preguntó:

-Oiga usted: y la marca austriaca, ¿Cual es?

Pregunta que a mí me dejó estupefacto pero que, como descubrí luego, en Austria resulta bastante frecuente.
La crisis está ayudando a que los austriacos profundicen en esta vena que les lleva a proteger sus productos ejerciendo su derecho a comprarlos.
El caso más llamativo últimamente es el de la leche. Hace algunas semanas, apareció una campaña en la que los ganaderos avisaban del peligro que corrían las vaquitas austriacas si los aborígenes se empecinaban en seguir comprando bricks de marca blanca que, como todo el mundo sabe, contienen leche extranjera (intracomunitaria, pero extranjera al fin y al cabo). En el telediario, todos los clientes de supermercado entrevistados al respecto aseguraban casi con la mano en el corazón que, con al de salvar del hambre a los ganaderos austriacos, ellos estaban dispuestos a pagar unos cuantos céntimos más por la leche. Las cajeras, a solas, hablaban de una realidad bien distinta: las amas de casa, con el monedero en la mano, protestaban de que el dinero les cunde cada vez menos y seguían tirando de la leche barata. Eso sí: al parecer sin dejar de sentirse tan patriotas como las que se sacrifican y compran la leche que dan los rumiantes locales; los cuales, entre tanto, pastan y rumian, rumian y pastan, ajenos a los problemas de la globalización y la macroeconomía.
Ayer, mientras venía del gimnasio, también vi que una conocida marca de productos biológicos acudía a un reclamo parecido, esta vez explotando el argumento ecológico. Lo bueno, viene de cerca, venían a decir. Había yo oido antes de ahora renegar a los aborígenes de la fruta y la verdura almeriense, diciendo que no tenía sabor y, sobre todo, que no era ecológico lo de transportarla a tantos kilómetros de su lugar de origen.
En las huertas vienesas (y de los alrededores) se producen sabrosas verduras y frutas (y, por lo bajini, decían: “y además,le dan trabajo a los nuestros”).
En los supermercados, la bandera austriaca campea en muchos productos y es utilizada a modo de reclamo comercial. En España, según mi experiencia, no sucede así. Los consumidores españoles no consideran que comprar un producto español sea una forma de elevar la actividad económica y de rebajar el paro. De hecho, un ministro que sugirió esto (de manera, tal vez, poco afortunada) fue puesto en la picota acto seguido.
La diferencia de las percepciones austriacas y española me sigue dejando perplejo ¿Comprarían mis lectores españoles productos de su país más caros si supieran que así ayudan a la industria local? ¿El consumir productos españoles es un acto de patriotismo o de patrioterismo?
La respuesta austriaca parece estar bastante clara.

4 comentarios:

Pablo Salzburg dijo...

En España yo he visto algo parecido pero mucho más restringido. En casi todas las grandes superficies que conozco de Cataluña, Asturias, País Vasco o Galicia, se puede ver una etiquetita/etiquetota con la bandera regional al lado del precio de los productos locales. No deja de ser lo mismo reducido a escala regional. Pero reconozco que cuando me vine a vivir a Salzburg me sorprendió la profusión de banderas austríacas en el empaque de muchos productos. Con lo aldeanos que somos los españoles en general, una bandera española en el bote de guisantes generaría rechazo en muchos consumidores. Triste, pero cierto.

Besos y prometo volver por tu blog más a menudo.

JOAKO dijo...

En españa, tristemente, ha funcionado lo contrario, es decir el boicot a productos ¡Catalanes!!!, y en los supermercados las únicas banderas con las que se vende algo son las de las autonomias...
El ministro sebastián intentó un conato de nacionalismo en el consumo y se le hecharon encima desde todas partes, unos decian que era un pecado nacionalista, la derecha que una chorrada, los tecnocratas que ¿cual es la definición de producto español'...en definitiva aquí seguimos tan anarquistas y poco disciplinados como siempre en lo tocante a consumo nacionalista.

JOAKO dijo...

echar con h vurro!!

Paco Bernal dijo...

Hola a los dos!
Gracias por vuestros comentarios y perdón por haber tardado un poco en contestar.
a Pablo: la verdad es que, al venir de una región sin lengua vernácula y sin "hecho diferencial" no conozco este fenómeno del que habláis tanto Joako como tú. Lo que sí puedo certificar es lo de la bandera austriaca. Yo no sé si está bien ser proteccionista con los propios productos porque de siempre uno aprende que la competencia es buena. Pero también creo que los guisantes de cerca de casa seguramente son más ecológicos (por el transporte y eso) que los que vengan de mil kilómetros away. En cualquier caso, me alegro mucho de que me hayas dejado un comentario :-) Besos
A JOako: lo de los boicots la verdad es que siempre me pareció una estupidez y luego también tengo la sensación de que fue una movida política y que la gente, la verdad, no hizo mucho caso. De lo del ministro Sebastián: la gente, aunque inconscientemente, ha ido más al producto nacional. Cada vez hay más gente que compra los productos agrícolas al agricultor directamente. Y eso es una forma de nacionalismo en el consumo,¿No?
En fin,
Saludetes a los dos