Una buena mujer tumbada al sol de Mykonos en la bocana del puerto
Pipol
16 de Septiembre.- Antes de contar un nuevo capitulo de mis aventuras en Grecia, quisiera empezar con una noticia: el portal Maravillage me ha enlazado como blog especializado en Austria y Viena (ole con ole y ola, aunque, durante estos dias estamos un poquito Off Topic, pero bueno).
En fin: los turistas que nos alojamos en mi hotel confluimos todos a la hora de desayunar. En la terraza (los mas centroeuropeos desayunan en el interior, porque parece que le tengan alergia al aire salino) reina un ambiente cosmopolita y mundano parecido al de las novelas de Agatha Christie.
Principalmente porque la gente, mientras esta comiendose los huevos revueltos (los del Norte y Centro de Europa) o mientras se come las tostadas con aceite de oliva (los que conocemos los beneficios del oro verde) se observa mucho y trata de sacar conclusiones. No me extranyaria nada que, el dia menos pensado, apareciera algun huesped fallecido de muerte violenta por un medio sofisticado (por ejemplo, una aguja impregnada de curare) y que, de pronto, diera la casualidad de que, entre los huespedes, apareciese un tipo regordete parecido a Peter Ustinov que, en ingles con acento de maitre de restaurante caro, nos preguntase que estabamos haciendo ayer por la noche a las nueve cuarenta y dos.
No nos falta ningun personaje para la intriga policial: miren mis queridos lectores a esa parejita joven que esta de jonimun en Grecia (la otra manyana le felicitaron el cumpleanyos a ella, que soplo una velita con un gozo infinito). Miren a ese otro matrimonio mayor de Zurich que, acompanyado de sus hijos, celebra unas bodas metalicas; observen enternecidos a esa pareja de administrativos, presumiblemente milaneses, que se hacen las carantonyas solicitas que se hacen los matrimonios heterosexuales cuando han cumplido las dos decadas de relacion; reparen en ese grupo de mujeres que charla animadamente en retorromano (esa forma suiza de destrozar timpanos) como si se tratase de uno de esos grupos falsos de consumidores que cantan las ventajas de un yogur antiestrenymiento.
Paco ocupa siempre una de las esquinas para poder echarle un ojo al personal. Como uno es de habitos tan regulares como los de sus vecinos, coincide casi siempre con la misma gente por lo cual ha descubierto, por ejemplo, que los suizos (mayoria en mi hotel) podrian hacer honor a esa frase de Machado que dice que, al escuchar a alguien hablar de su pais, si habla mal, es espanyol. Pues los suizos, un tanto de lo mismo entre ellos. No se pueden ver. Resulta que el otro dia, estabamos toda la troupe de la obra de Agatha Christie sentada en disciplinado silencio mirando el ir y venir de esos ferrys que, segun costumbre griega, zarpan cuando al capitan le sale de las cariatides y no cuando los horarios dicen, cuando el grupo de senyoras cuarentonas del que hablaba mas arriba, se puso a charlar en alta voz.
El matrimonio mayor, con la nariz levantada, miro hacia donde provenia el escandalo. Yo, tambien. Porque vi como la anciana centroeuropea se tapaba la boca y rezongaba con evidente disgusto. Aguce el oido para ver de que se escandalizaba la mujer (el hombre habia seguido desayunando sin dar grandes muestras de tener ningun problema) y, a traves de un bosque aleman lleno de jotas -el acento suizo es criminal- logre descifrar que las senyoras eran todas lesbianas que se habian conocido la noche anterior en una fiesta (de lesbianas, presumiblemente) y que habian averiguado que se alojaban todas en el mismo hotel. Estaban hablando de sus conquistas y de sus proezas alcoholicas. Y no solo esto, sino que habian decidido mudarse a habitaciones mas cercanas para tenerse mas a mano -parece ser que en todos los sentidos-. Esto era lo que a la senyora suiza le habia escandalizado tanto. A los demas, como nos parecio logico que cada cual intente poner la tentacion lo mas a mano posible para poder caer en ella, nos chupo un pie la cuestion.
Sin embargo, esta anecdota tiene su continuacion. Porque mis vecinos, hasta ayer, eran una pareja de gays muy simpaticos, suizos tambien, que, haciendo gala de una gran generosidad, me regalaron sus sobras de comida y bebida -lo cual no es moco de pavo, porque aqui la comida cuesta un potosi-; al hacerles notar que el hotel estaba lleno de paisanas suyas (lesbis y tal) los dos suizos pusieron la cara que ponia mi companyera la cocinera dominicana cuando decia que en la Republica del mismo nombre no habia senyoras que gustasen de encamarse con otras, porque todas las dominicanas eran del tipo que le gusta a Aznar (y a Berlusconi): la mujer mujer.
Mis generosos vecinos, sin embargo, ante el hecho fehaciente de que las lesbianas del hotel eran paisanas, pusieron el grito en el himmel. Lo que parecia molestarles es que las mujeres hubieran hablado de un tema tan intimo (!) delante de toda la clientela del hotel. Les parecia una especie de desdoro para la reputacion de la Confederacion Helvetica. Por lo demas, los senyores, ya digo, cumplidos y ceremoniosos como ejecutivos japoneses. Lo que me llamo la atencion fue que se tomaran esta nimiedad tan a pecho. Claro, en el resto de Europa nos hemos matado regularmente los unos a los otros durante los ultimos dosmil anyos y esto ayuda a descargar cierta adrenalina mala. Y ellos...A lo mas que han llegado es a disparar flechas contra manzanas y a hacer relojes de cuco (lo se, es una cita encubierta de El Tercer Hombre, pero es que este blog se llama Viena Directo por algo, no?)
1 comentario:
En el tercer hombre todo era muy raro...me ha encantado el clima Agatianocristiano que le has imprimido al post, al final Ustinov tendrá que investigar un asesinato lesbiano en Mikonos...es una paradoja...pero podría ser una buena historia...un agente Hispano-Austriaco investiga un crimen en una tranquila isla griega, un complejo entramado de clientes europeos intentando hacerse los "suecos"...al final la mataron entre todos como en el "Orient Express".
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