Camilo Sesto, el príncipe reinante de los Cuarenta Principales durante aquella semana de octubre de 1975 (esta canción, por cierto, es un vicio inconfesable: ya sé por qué la versionaron Los Caños)

8 de Octubre de 1975

8 de Octubre.- El 8 de Octubre de 1975, miércoles, a las doce de la mañana, momento en el que mi madre, varios profesionales sanitarios y yo estábamos ocupados en el asunto de mi nacimiento, Televisión Española aún no había empezado su –plúmbea- programación habitual.


La tele, en aquel entonces, empezaba a las 13,45 hora a la que el vetusto Ente Público emitía la carta de ajuste. A las dos y media empezó el Aquí y Ahora que presentaba Jose Luis Uribarri (ese señor que se sabe todas las triquiñuelas del festival de Eurovisión). Era uno de los programas en color porque, en aquel entonces, la tele era mixta.

Probablemente, la radio del taxi que llevó mi madre al hospital transmitiese la canción Melina, de Camilo Sesto, número uno de los Cuarenta Principales aquella semana; aunque, conociendo los gustos musicales de los taxistas de la época, parece más verosímil que el dial estuviera puesto en Feria de Coplas (un programa cuya sintonía odié durante toda mi niñez). La noticia del día era que había muerto Antonio Bienvenida, gran señor de los ruedos y un personaje conocidísimo en aquella España incierta que vivía entre dos luces: la de la vida del dictador que se apagaba y la de la monarquía que hacía lo que podía por encenderse. En Portugal, inestabilidad y revolución de los claveles y, en Oriente Medio, un plan de paz de Kissinger que el resto del mundo recibía con reservas.

En Madrid, pedazo de la España en que nací, la temperatura máxima prevista era de 25 grados centígrados (ya había empezado el cambio climático aunque, entonces, no lo sabía nadie). Un periódico valía 8 pesetas (algo más de cuatro céntimos) y el kilo de cordero lechal, trescientas (1, 8 Euros).

Cultura: Pedro Ruiz representaba un espectáculo mano a mano con Mary Santpere (!). Equus, con Jose Luis López Vazquez (!), Enseñar a un sinvergüenza y la Gran Compañía de Manolo Gómez Bur. Brecht versionado por Camilo José Cela y La Corte de Faraón. Al día siguiente de que yo viera las luces de aquel mediodía se estrenó en España la segunda parte de El Padrino y Laurence de Arabia (la película que, según la publicidad de la época, no necesitaba adjetivos) llegó a los cines.

Almodóvar aún no había hecho ninguna peli y se ganaba la vida en Telefónica (entonces pública) trabajando como administrativo.

Joaquín Sabina malvivía de squater en Londres (la palabra “Okupa” no se había inventado todavía) y escribía sus primeras canciones en un bar que se llamaba “Mexicano Taverna”.

Di Stefano entrenaba al Rayo Vallecano y no existían una serie de señas de identidad madrileñas que, en aquel momento, hubieran parecido increibles. Por ejemplo, el pirulí (Torre que todo el mundo asocia a Televisión Española pero que, en realidad, pertenece a Retevisión). Tampoco la mezquita de la M-30 había sido erigida todavía y el Santiago Bernabéu tenía proporciones muchísimo más modestas.

Los taxis eran negros con una raya roja (Seat 124 en su mayoría) y el metro, aún pintado de rojo y blanco (curiosamente como los tranvías de Viena) tenía bancos de madera y unas bombillas que luego vi en las tómbolas de feria. Gran Vía se llamaba Jose Antonio y Madrid terminaba por el norte en la Plaza de Castilla. Getafe (ciudad en la que luego cursé mis estudios universitarios) parecía tan remota como el desierto de Gobi.

Justo cuando yo estaba asomando la cabeza, Yoko Ono también sintió los dolores del parto al otro lado del océano y parió al hijo de John Lennon, Sean. Kate Winslet, también mamaba tranquilamente (había nacido el día 5). Y Matt Damon, uno de mis actores favoritos, sopló las velas de su quinta tarta de cumpleaños.

En Austria, Bruno Kreisky, icono de la Social Democracia había ganado las elecciones el mismo día (en que nació Kate Winslet) y se aprestaba a formar gobierno respaldado por una cómoda mayoría del 50% (!).

Según me han contado vine al mundo en un parto fácil y mi padre, primerizo, se preocupó mucho, porque su primogénito no tenía demasiado interés en llorar. La cabeza, eso sí, debido al trasiego que se trajo con ella la comadrona, me salió un poco apepinada.

Tanto, que mi abuela materna (también una primeriza), le preguntó a las enfermeras:

-¿Se va a quedar así?

No. No me quedé así (gracias a Dios)

4 comentarios:

Pyro dijo...

Felicidades!!!...y que cumplas muchos más!Un abrazo

Anónimo dijo...

Alles Gute zum Geburtstag!

Si todavía eres un jovenzuelo...

Espero que sigas así de encantador y ameno muchos años más.

Besos desde Salzburg.
Pablo

Paco Bernal dijo...

Hola a los dos!

Gracias, gracias, gracias :-)

Y vosotros que lo veáis (bueno: que lo leáis).

Abrazos

amelche dijo...

Feliz cumpleaños con retraso, que he estado fuera este fin de semana. Por cierto, mi hermano nació el mismo año que tú, pero el 9 de agosto.