20 años no es nada
11 de Noviembre.- Querida sobrina: esta semana, anda toda Europa central revolucionada conmemorando los veinte años de la caida del muro de Berlín. Documentales plagaditos de gente vestida a la moda de los ochenta; ellos con pantalones pardos y jerseys grises de punto gordo y ellas con chaquetones y cardados a lo Bonnie Tyler, esos con los que las peluquerías del este embellecían a las pioneras del socialismo real.
Se muestran las heróicas manifestaciones pacíficas que derrocaron al régimen de la DDR (o RDA para nosotros) y salen hablando algunos de los que entonces eran enemigos del sistema y hoy surfean cómodamente en la corriente ideológica mayoritaria. Todos estos programas conmemorativos asumen que ahora estamos mejor (hombre: si uno mira las fotos de Angela Merkel en 1989 y las compara con cómo está ahora, la verdad es que no les falta razón) pero yo tengo toda la sensación de que el muro sólo cayó para unos cuantos y que el resto siguen más o menos lo mismo, sólo que ahora pagan un precio algo más razonable por los Levi´s y pueden machacarse libremente las arterias con las hamburguesas de McDonald´s.
Por el este de Alemania corre un chiste resignado. Dicen los llamados “Osis”: “Lo que nos contaron del socialismo era mentira, lo peor es que lo que nos contaron del capitalismo ha resultado ser verdad”.
La otra noche, viendo la retransmisión de la fiesta de la Reunificación desde la Puerta de Brandemburgo, me llamó mucho la atención que muchos de los ciudadanos de la antigua Alemania socialista, al ser preguntados por lo que les parecía el rumbo que habían tomado las cosas durante los últimos veinte años, torcían el morro y se declaraban desilusionados. La brecha entre las dos Alemanias sigue existiendo veinte años después y es, sobre todo, económica. El este sigue siendo la Sicilia de la que dice ser la locomotora de la Unión Europea. Los hacendosos ciudadanos de la Alemania hija del plan Marshall miran a sus vecinos un poco por encima del hombro. Los ven (aún) demasiado acostumbrados al plan quinquenal y a la comodidad de fiarlo todo a papá Estado. Por el contrario, da la sensación de que los alemanes del Este se sienten, aún hoy, un poco estafados por el rumbo de la historia. Parece que hoy empiezan a darse cuenta de que aquello no fue una reunificación, sino la absorción por parte de una empresa exitosa de una filial altamente deficitaria.
Uno de los retos de la especie humana, Ainara, ha sido elevar el nivel de vida general de la población. No te engañes: por ningún tipo de sentimiento fraternal sino porque sólo los sistemas que han mantenido un nivel de vida más o menos alto han conseguido sobrevivir a los vaivenes de la historia. El comunismo pareció hacerlo durante sus primeros años de existencia a costa de unos niveles brutales de represión de la opinión (incluyendo las purgas estalinistas o la revolución cultural china). Pero la represión de la opinión, generalmente, se lleva a los individuos más inteligentes de una sociedad y deja a los aparatchiks, que no saben qué hacer cuando el suelo se les mueve bajo los pies, precipitando (al final) la caída del régimen.
La Rusia del siglo XXI se llama Sudamérica y demuestra que no hemos aprendido nada. Los partidarios de los socialismos de nuevo cuño, con un vigor propio de los discípulos de una religión, esgrimen ante las voces críticas las reducciones de las tasas de analfabetismo (celebrables en todo caso) y justifican los recortes de las libertades civiles y la existencia de presos políticos bajo el tranquilizador mantra del “algo habrán hecho” (tranquilizador para ellos, claro, que están convencidos de creer en la religión que lava más blanco los pecados del obrero). Entretanto, el viejo capitalismo parece varado en un impasse, como el microprocesador de un ordenador que tiene que manejar aplicaciones demasiado pesadas para las que no fue concebido.
Así están las cosas veinte años después. Aquellos muros y estos.
Besos de tu tío.
2 comentarios:
En toda conmemoración hay un deje de nostalgia y un poquito de "no salió como nos imaginamos", pero no se si comente aquí o en otro sitio que yo tuve un profesor de Religión que me quitó la tonteria de un plumazo, me dijo que en el Este ponian muros para impedir la salida, y en el Oeste los ponen para impedir la entrada.
Estuve en un acto de celebración de la caída del muro. En la conferencia-debate, Todorov (exiliado checo del régimen comunista) dijo que hoy persisten mas muros que en 1989. Y tiene razón, no sólo muros invisibles, sinó también visibles...
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