Pastillas de Viagra que, como el lector verá, estuvieron tan presentes en un tramo (corto) de mi vida laboral
Libros que algún día escribiré

25 de Noviembre.- Querida Ainara: cada vez que me encuentro con mi amigo T. me regaña paternalmente. Como me tiene cariño, es un firme convencido (y le agradezco la fe) de que Dios me dio talento para ganarme la vida con esto de las teclas pero que, ya sea por pereza o por motivos X, no termino de centrarme.


Parece que le estoy oyendo:

“No me escribes, Paco, es que no me escribes”. Y se echa a reir.

Y palabra que escribo (para muestra...) lo que pasa es que como T. sabe –y por eso me regaña, porque le parece una distracción y un desperdicio- me puede la inmediatez. Necesito saber que hay alguien ahí que me lee. El día se me va en mirar mil veces las estadísticas del blog y en hacer cábalas de cómo podría hacer para que la gente me deje comentarios (o sea, más comentarios); porque los comentarios son una de las cosas que dan sentido a este trabajo diario.

O quizá sólo sea que me pasa como a esos solterones tímidos que, en la intimidad de sus alcobas de viejo, piensan “si yo hubiera querido...” y rememoran el album amarillento de las conquistas que pudieron haber sido y no fueron. Quizá, Ainara, es mejor que a uno le halaguen creyendole capaz de cosas que no hace que, intentándolas, desmentirlo.

Sin embargo, hay un par de libros que me gustaría escribir si Dios quiere. Uno de ellos está casi terminado: una serie de cuentos de detectives con Daniel Zurano, el personaje de los que he creado que más se parece a la persona que me gustaría ser. Otro, unas memorias laborales.

A lo largo de mi vida de trabajador he conocido a un montón de personajes fascinantes; generalmente por tener la virtud que todos los buenos personajes de ficción deben tener: el ser excesivos. Generalmente, para mal. Unas memorias en las que salieran ciertos tipos  con los que me he topado creo que serían divertidas, dickensianas en cierto modo (procuraría no asignarme demasiado el papel de cerillera pobre) y, sobre todo, darían idea de una época de la vida de mi país.

El otro día, paseando con L. y N., recordaba para ellos a un antiguo compañero de trabajo, sesentón, de dicción rocosa y gafas de culo de vaso,  que estaba especializado en cazar en los tristes bailes céntricos a sudamericanas jóvenes necesitadas de regularizar su situación con el Ministerio del Interior. A falta de otros atractivos,  el tipo se aprovechaba de la ventaja de ser un “español viejo” (en todos los sentidos) para prometer hasta meter y luego una vez metido olvidarse de lo prometido. Cuando las mujeres venían a cobrarse las tripas que habían hecho corazón, él las despedía olímpico como si fuera Alain Delon; y se llegaba a la consulta médica más próxima a la caza de alguna doctora joven a la que engatusar para que le recetara un par de cajas de viagra (devoraba las pastillas azules como si fueran caramelos de menta y siempre tenía una caja en el cajón de la oficina).

Mentiría si dijera que conmigo se portó mal. Porque la verdad es que, fuera de la fea costumbre que tenía de cortarse las uñas (de los pies) en el cubículo que compartíamos, fue siempre correcto e incluso paternal conmigo –tal como él entendía la paternidad, claro-; incluso, conseguimos negociar que, por la mañana, escuchábamos las noticias de Radio Nacional y, por las tardes, Radio Marca, como a él le gustaba (si es que lo tenía todo). En fin...¿Y todo esto, a qué venía?

Tendré que empezar a escribir pronto, antes de que se me acabe la poca memoria que me queda.

Bueno: besos de tu tío.

6 comentarios:

amelche dijo...

A mí, lo de las uñas de los pies... ¿qué quieres que te diga? Me ha marcado. Tanto, como para comentar, ¡ja, ja! Así que, si pones malos modales en los posts (o gente de malos modales, mejor dicho), los comentarios subirán como la espuma. Aunque, la verdad, no sé si el blog ganaría en calidad... Vamos, es el viejo truco de siempre de la telebasura y demás, que engancha, pero quizá más vale calidad que cantidad, no sé.

Y, cambiando de tema, me ha salido una combinación de letras en la verificación de palabra... POLOJILI ¡Ahí queda eso! ¿Significará algo?

J.Insausti dijo...

Pues yo te leo todos los dias aunque nunca comente. Me gusta mucho tu estilo y mas de una vez me he preguntado a mi mismo que hace este tio que no se dedica al negocio de la tecla a tiempo completo.

Un saludo y suerte.

El herpato dijo...

Pues en mi curro alucinan con tu pescabulario y tu forma de expresate. Yo se que en un futuro, Ainara ganará mucho dinero publicando estas cartas tuyas.

Besos

JOAKO dijo...

Ya lo haces, ya escribes...y como...

elhombreamadecasa dijo...

Me he sentido muy identificado con lo de estar tan atento al contador de visitas y a los comentarios. El contador es un invento del demonio con tanta información. Y los comentarios son lo mejor de hacer un blog.

Y esas novelas, anda, ponte ya mismo con ellas, que no hay tiempo que perder.

Paco Bernal dijo...

Hola a todos!
Muchas gracias por vuestros comentarios.

A Amelche: lo de las uñas de los pies gracias a Dios no era habitual.
De todas maneras, no temas: el blog no se va a transformar en Salvame jajaja.

A J. Insausti: hola! Dobles gracias por tu comentario: por leerme y por comentar hoy. Y de lo de ganarme la vida con las teclas...jajaja. Me la gano,pero no escribiendo. Un abrazo y comenta más, que me das una alegría.

A mi hermano: si es que se me nota a la legua que hemos ido a colegios concertados jajaja. A ver si es verdad y mi sobrina se paga algo con las cartas jajaja.

A Joako: gracias, gracias...:-)

Al hombre ama de casa: es que lo de las estadísticas es un invento del maligno.
De lo de las novelas...En fin: si pones "Un viaje a Itaca" en el diálogo de búsqueda del blog, te saldrá un cuento mío. Espero que te guste.

Saludos a todos