La actriz italiana Cristiana Capotondi, que encarna a la emperatriz Elisabeth en esta nueva versión
Queremos tanto a Romy
18 de Diciembre.- En los años cincuenta del siglo pasado, Austria se recuperaba de las heridas de la guerra mundial, aún dolorosamente reciente.


Deseando olvidar las convulsas décadas que habían sucedido a la caída de los Habsburgo, el inconsciente colectivo hizo un ejercicio de añoranza y así, una jovencísima actriz, practicamente recién salida de un internado para señoritas en la región de Salzburgo e hija de una de las mayores estrellas del cine de entreguerras alemán, recibió el encargo de encarnar a la emperatriz Elisabeth en una película. Para arropar a la joven pero dotadísima intérprete, Martischka la rodeó de los mejores actores de teatro austriacos del momento y, para congraciarse con el público más maduro, incluso fichó a su madre, Magda, para que personificase a la princesa Ludovica, la madre de la bávara que, en la película, conquistó los corazones de todos los que añoraban una representación ingénua y endulzada de la turbulenta monarquía austrohúngara.

Romy Schneider se convirtió en una estrella mundial gracias a su belleza y a la habilidad con que Maritschka presentó a la emperatriz como la perfecta casada y, los tiras y aflojas imperiales, como cosas que pasan hasta en las mejores familias. La emperatriz madre (tía, a su vez de Sissi) se convirtió en una suegra mala de cuento de hadas y el emperador Francisco José en un joven marido enmadrado testigo (impotente) de las peleas entre las dos santas que dominaban su vida (su santa esposa y su santa madre).

Tres películas duró la serie, hasta que Romy, rechazando un sueldo record para la época (un millón de marcos) decidió que ya estaba bien de unificar monarquías bicéfalas y se largó a París.

Vistas hoy, las películas de los cincuenta son encantadoramente cursis. E, incluso, los que no vean el encanto por ningún sitio, no podrán negar que están hechas con astucia y la misma pericia técnica que, al otro lado del Atlántico, desplegaba con muchos más medios Cecil B. Demille.

Sin embargo, parecía claro que los filmes habían envejecido y que el technicolor olía un poco a naftalina. Para rejuvenecer el mito y para quitarle a la emperatriz algo de almíbar, la ORF y la RAI se embarcaron en una nueva versión de la biografía de la emperatriz. Para que no existiera comparación con Romy Schneider, se eligió a una actriz italiana para que interpretase a la emperatriz. El emperador, lo puso Austria.

Durante un año, en escenarios naturales y en otros que querían serlo, se grabó la serie que, ayer y antes de ayer, emitió la segunda cadena de la ORF.

El resultado es solvente (la RAI y la ORF cuentan con cierto Know How en esto del drama de pelucón y bosques a la luz de la luna) pero en ningún modo es tan magnético como las películas originales. Quizá porque la actriz italiana tiene que ser doblada para el mercado alemán (cuando resulta claro que sus compañeros de reparto no). La italiana se defiende, pero la comparación es inevitable.

Por otra parte, la tele del siglo XXI no es el cine de los cincuenta. Los extras cobran, así que el multitudinario pueblo de Sissi a veces no es más que una primera de figurantes que se mueven mucho.

También hay más sexo. Sisi no es ya la jovencita virginal que se casa a los dieciseis sin saber nada de la vida. Los emperadores recién casados incluso echan un coito a la luz de la luna de Schönbrunn y la suegra, memorable en la primera versión, es en esta un personaje mucho menos creíble porque la han despojado de toda la carga de caricatura que un personaje así debe tener.

La serie se ve con interés, pero se echa de menos la belleza de Romy Schneider por todas partes. Quizá no la de la chica de dieciséis años que, asesorada por su madre Magda, aceptó el papel, sino la cínica y algo amarga de la mujer que, años después, volvió a interpretar a la emperatriz para Visconti.

Aquellos sí que eran tiempos.

3 comentarios:

JOAKO dijo...

Me une a la emperatriz mi afición a la heroina y un natural encanto personalXD (esto son emoticonos.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Por lo que yo sé, de lo de la heroína te diste cuenta a tiempo (ella, creo que no) y lo del encanto personal...I should´t doubt it my friend jajajaja.
(Por cierto, felicidades por la matrícula)

JOAKO dijo...

Gracias.