Una rueda de prensa de la Conferencia Episcopal (foto:www.elcorreo.com)
Brújula de marear columnistas (y 2)
3 de Febrero.- Querida sobrina: hace mucho tiempo que el oficio de columnista en España se alejó de la intelectualidad y entró en los viscerales territorios de lo que, en el funesto fascismo soviético, se llamó agit-prop.

Las causas de esta deriva quizá las trate en alguna carta futura, pero baste decir que son inseparables de la evolución política del país a partir de los oscuros días de marzo de 2004, posteriores a los atentados de Atocha.

El caso es que, hoy en día, para escribir una columna de opinión sólo hay que escoger un bando y que, debido a un efecto perverso de la capacidad que el lenguaje tiene para modelar nuestro comportamiento, los bandos se influyen mutuamente de una manera que, estoy convencido, no sospechan ni ellos mismos.

Quizá entiendas mejor lo que quiero decir con un ejemplo.

En el maletín mental de cualquier opinador izquierdoso (particularmente de los que han surgido en los últimos años) están todos los tópicos más sombríos sobre la Iglesia Católica (algunos, desafortunadamente, auténticos).

Cuando se ponen a escribir todas las mañanas, estos columnistas saben que, si adoban sus textos con un poco moral sexual rancia por aquí y otro poco de hachones y nazarenos por allá, y además, dejan entrever cierto anticlericalismo (concepto: “los curas son unos parásitos que viven del trabajo del pueblo”), su público objetivo, o sea, el lector que aún piensa que la Iglesia Católica española es una araña negra que controla el país desde la sombra de los confesonarios, quedará enormemente satisfecho. Aunque esa imagen no se ajuste para nada a la realidad. La influencia de la Iglesia española ha quedado mermadísima desde la Transición. Muchas órdenes religiosas están en extinción, los seminarios dan las últimas boqueadas, las iglesias se han ido vaciando con las décadas, porque la Iglesia –oficial- defiende una serie de posturas que están a años luz de la moneda ética que manejamos todos los días por la calle.

Para influencia la de hace veinticinco o treinta años: recuerdo que cuando yo era niño, cada vez que se suscitaba algún debate ético en la televisión, particularmente si estaba relacionado con la infancia, siempre se invitaba a algún representante de la moral católica. Particularmente de la CONCAPA (Confederación Católica de Padres de Alumnos). Eran siempre unas señoras clónicas con blusas de lazo de color crudo, tinte rubio, muy peinadas de peluquería y que, invariablemente, ostentaban esa expresión que resulta de darte cuenta de que has pisado por accidente una caca de perro.

Hoy en día, la Conferencia Episcopal Española es un grupo caballeros en la frontera de los setenta que no tiene ni idea de qué va el mundo moderno. Como todos los ancianos, viven instalados en la añoranza de un pasado que nunca existió. Un blanco facilísimo,pues, para los ataques por la sencilla razón de que no pueden defenderse.

Sin embargo, paradójicamente, el hostigamiento de ciertos líderes de opinión supuestamente de izquierdas, ha tenido como resultado –y a eso voy- la aparición de algo que no existía en España desde antes del principio de la guerra civil: la figura del católico militante. O sea, esa persona (no necesariamente creyente) que entiende la participación en los actos religiosos como una toma de postura política: una manera de estar contra el Gobierno como si dijeramos. Sólo así se explica la proliferación, en los últimos años, de las misas al aire libre por todo lo habido y por haber, y de las manifestaciones pobladas de monjitas y chiquillos vestidos con abrigos loden.

El surgimiento (o salida del armario) de estos grupos católicos militantes ha tenido otro efecto: para contentarles, pues son su único apoyo, la Iglesia institucional se ha visto en la obligación (aunque también en algunos casos, en el placer) de radicalizar su mensaje hasta llegar a decir algunos disparates que, en efecto retroalimentación, dan de comer a los columnistas de cierta izquierda que critican a la Iglesia. Pero es que aún te diría más: los curas españoles actúan así porque, en su fuero interno, saben que, incluso sus críticos, esperan de ellos que actúen así. Es algo muy difícil de explicar pero creo que se entiende.

Como habrás podido comprobar, Ainara, una de las pasiones más estériles de los celtíberos (y, por lo tanto, también de tu tío) es la política. Combinada con la prensa puede tener unos resultados demoledores.

En fin. No te doy más la lata.

Muchos besos

2 comentarios:

Thomás dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, contigo, te felicito por el post, y por tu blog, es una lastima que no tenga tiempo para leer todos los post anteriores, como, si he echo con otros blog, pero desde luego que te sigo al pie de letra todos los días.

En cuanto a la iglesia, es triste ver, como la iglesia española, no ha sabido asimilar la nueva realidad del país, y se ha condenado a su extinsión.

Un saludo

Thomas

Paco Bernal dijo...

Hola Thomas:

Muchísimas gracias por tu comentario y muchísimas gracias por todas las cosas buenas que dices de mi blog. Me da mucha alegría y me enorgullece mucho que me sigas.

A mí me parece que no es solo la Iglesia espanola la que no haya sabido evolucionar. Creo que, en general, la Iglesia católica está necesitada de un proceso de puesta al día como el que, en su momento, supuso el Concilio Vaticano II. Sin embargo, desgraciadamente, parece que los tiros no van por ahi y que, en este momento, lo que triunfa es el sector más conservador.

La Iglesia Espanola se beneficiaría enormemente, en mi opinión, de un recambio generacional. Creo que hay mucha gente muy válida que está esperando su sitio y creo que una gran parte de los católicos normales y corrientes ven con perplejidad según qué cosas.
En fin: el tiempo dirá qué es lo que pasa.

Un saludo,

P.