Mensakas


30 de Marzo.- Nuestras vidas rozan todos los días universos paralelos al nuestro. Son contactos fugaces a los que apenas prestamos atención. A veces son habituales, diarios incluso y, sin embargo, las personas que los protagonizan representan para nosotros apenas manchas borrosas, figuritas alejadas del centro de atención de nuestra vida.

Trabajo en una empresa que compra cosas para venderlas después –supongo que, en diversas formas, es lo que hace el noventa por ciento de las compañías-. Por ese motivo, estoy todo el día en contacto con los repartidores.

Suelen ser siempre los mismos, aunque ayer, por ejemplo, vino uno nuevo. Era un hombre turco, de una empresa pequeña de mensajería. Llevaba una camiseta en la que ponía, bien grande, “Istambul” y un móvil que nocesaba de emitir bakalao sarraceno. Como a veces me sucede, me dio por pensar qué pasaría si yo fuera a mi trabajo con la camiseta que a veces me pongo para correr –una muy vieja en la que pone ESPAÑA - y llevara a Chimo Bayo o a Estopa en el móvil.

(Por cierto, hablando de esto, un inciso: es curioso cómo las informaciones sobre determinados hechos varían según los países; al informar de la visita de Frau Angela Merkel a la patria de este mensajero, los medios españoles han enfatizado mucho el supuesto talante conciliador de la canciller alemana; en tanto que los medios austriacos han entrecomillado insaciablemente las declaraciones que la Sra. Merkel pronunció en la rueda de prensa que concedió junto a su igual, el Sr. Erdogan. Decía la mujer que la hipotética existencia de escuelas turcas en territorio alemán no debía servir, en ningún caso, para eximir a los turcos residentes en Alemania de aprender la lengua del país. Fin del inciso).

Otro mensajero que seguramente es turco es el que viene más a menudo. Pequeño, no pasará del metro sesenta. Nervioso y delgado como un jockey. Con las aletas de la nariz venteando constantemente, como los perros de caza. Es rápido, buen trabajador, y no se pierde en cortesías innecesarias. A veces, trae con él a algún compañero para enseñarle la escueta mecánica de su oficio. Es curioso cómo los eventuales aprendices siempre parecen junto a él más pavos (también, por qué no, algo tontos). Durante una época, el polvo de las cajas le estragó las manos y las traía en un estado lamentable (psoriasis, el mal endémico de los mozos). En los días de más sufrimiento, incluso las llevaba cubiertas con unos guantes de algodón. Daba el pobre lástima. Como el portero automático del edificio en el que está mi empresa es una castaña y está rompiéndose a cada momento, cuando consigue entrar al edificio y alargarme el formulario electrónico para que lo firme, este repartidor me mira con cierta mala leche, como si yo hubiera cortado aposta los cables del chisme con los dientes para entorpecerle su trabajo de Sísifo.

El que nos mira con la displicencia del que piensa que el trabajo intelectual, en el fondo, no es trabajo, es uno que trabaja para una multinacional americana. En esta empresa (por lo menos en su filial austriaca) cuando convocan un proceso de selección yo creo que en realidad hacen un casting. Todos los tipos que nos mandan están cortados por el mismo patrón. Aunque trabajan con cajas y paquetes uno nunca podría imaginárselos sufriendo de psoriasis. Son todos iguales: altos, apuestos, fuertes bajo el uniforme impoluto, con el pelo cortado a lo marine y mirada de “Mira la marca que llevo bordada en la cazadora y aprende a tenerme un respetito, chaval”.

Vamos, que tienen todos una patá en la boca, las criaturas.

(Ironías de la vida: ya en la oficina, justo cuando me he acabado de sentar, ha venido un mensajero de esta última compañía que mencionaba y, como para dejarme mal, era bajito, renegrido y orejón. Vamos, que no encajaba nada en el prototipo).

5 comentarios:

Álvaro dijo...

Jaja. Mi padre diría que "tienen cara para darles tortas"

The Intercultural Kitchen dijo...

Jajaja, ya sabemos, la excepción confirma la regla.

Maïte dijo...

Ay!! y lo planchadica que llevan la camisa....que parecen de una peli de estas de marines.

´´Saray´´ dijo...

No sabía lo de la psoriasis :S pobrecillos.
¿Y notas mucho movimiento de mensajeros? Me refiero si ves que tras 6-8 meses se han ido porque quizás han encontrado empleos mejores.
Cuando viví en Augsburg (Alemania) también había muchos turcos en trabajos de baja cualificación. Menos mal que la universidad local y varias academias ofrecen cursos de turco así que también conocí a varios/as que estaban de profes.
Me daban la impresión de ser muy despiertos/as y trabajadores en su mayoría.

Paco Bernal dijo...

Hola a todos!

A Alvaro: yo la verdad es que ni la patá ni las tortas, porque son unos maromos que dan miedo jajajaja.

A Noema: festivamente: tú lo has dicho :-)

A Maite: muy peripuestos que van. Yo creo que les harán pasar revista.

A Saray: pues la verdad es que, en los casi dos anyos que llevo trabajando en la empresa, siempre son los mismos; pero te digo que igual es que son una gente muy de confianza o que les pagan bien.
Aquí de todas maneras, los extranjeros tienden a organizarse en gremos. Por ejemplo, los indios tienen el monopolio de la venta de periódicos.

Saludos,

Paco