Mucho madrugar

Paquita la del Barrio ilustrando, elegantemente, lo que yo pensaba de la madre del desollinador
14 de Junio.- Un refrán austriaco muy conocido dice que las horas de la mañana traen el oro en la boca. Este dicho, con el que los niños austriacos son atorrados desde que ven la luz de este pícaro mundo, hace que madrugar, en este país, tenga una reputación buenísima.

Hasta un punto insano, francamente.

Para muestra:

Yo tengo un amigo cuya familia tiene un concesionario de coches de alta gama en las cercanías de Viena. Dicho establecimiento abre, seis días por semana, doce meses al año, a las siete de la mañana (una hora inhumana en invierno, por ejemplo). Pues bien: este amigo me contaba, perfectamente en serio que, a las siete menos diez, ya había señores delante de la puerta de la tienda mirando el reloj y poniendo el grito en el firmamento porque el negocio seguía con el cartel de cerrado.

Para chinchar a este amigo mío y enriquecerle poniendole en contacto con otras culturas, yo le cuento la famosa anécdota de Jose Manuel Lara (padre). Este señor decía mucho (aunque costaba entenderle) que “un negocio que no da para levantarse a las once de la mañana, ni es negocio ni es nada”. Cuando yo le explico esta anécdota tan ilustrativa del concepto español de la productividad, mi amigo enarca las cejas y mueve la cabeza a un lado y a otro como diciéndose la vulgaridad esa de los polvos y los lodos.

Si hay otra gente delante, añade de su cosecha el hecho, para él directamente escandaloso, de que, en Madrid (y entiendo que también en el resto de España) El Corte Inglés abre a las diez de la mañana. Una hora a la que el austriaco medio ya ha desayunado cuatro veces.

Recuerdo que, cuando yo conseguí mi primer trabajo, entraba a las siete y media de la mañana. Salía de casa a las siete menos cuarto y ya había señoras delante de la puerta del supermercado de mi calle con la cesta en la mano y repasando mentalmente la lista de lo que iban a comprar para poner la comida de ese día.

Asimismo, por supuesto, los médicos empiezan aquí a unas horas que hacen que tu enfermedad, de tenerla, se agrave. Recuerdo la primera vez que pedí hora y cometí el error de decir “lo más temprano que pueda” (con la intención, claro, de no perder horas de trabajo). La enfermera se crujió los dedos (cras, cras) y me dijo: ¿A las siete le viene bien? Yo tragué saliva al hacer el cálculo de la hora a la que tendría que levantarme, pero claro, me dio vergüenza decirle que no.

Todo esto, viene a cuento porque esta mañana el desollinador ha empezado a currar encima de mi dormitorio a las seis y media (y no ha empezado antes porque le habrá dado cosa, que me lo puedo imaginar perfectamente a las seis y veintisiete comiéndose las uñas). Como yo soy un hombre de sueño ligero, me he desvelado y no me he podido volver a dormir, con lo cual me he ido a trabajar y he entrado  una hora antes de lo normal.

Pero no es el único: en estas fechas veraniegas, los austriacos aprovechan la bonanza meteorológica para poner a punto el país, a fuerza de remendar aquellas partes de él que se hayan averiado desde el último verano, y no sirve de nada pensar que, si tuvieran madre, ladraría, cuando a las siete de la mañana (de un sábado) escuchas una sierra eléctrica, o te sobresalta el ruido de una carga de escombros bajando por un tubo de metal hasta la calle, o escuchas a los obreros dándose instrucciones con sus viriles vozarrones nada más el cielo empieza a clarear.

En fin. Si la gente se levantara a una hora decente esto sería Grecia y hoy estaríamos preocupados por cómo salvar la economía, ¿Verdad?

Pues eso.

7 comentarios:

amelche dijo...

Sólo a los austríacos se les ocurre hacer cola a las 7 menos diez de la mañana (una hora en la que las calles no están puestas, díselo) para comprarse un coche. ¿Es que no han oído a los irlandeses, en su sabiduría, diciendo ese refrán tan celta de: "Cuando Dios hizo el tiempo, hizo de sobra"? Está bien eso de: "A quién madruga, Dios le ayuda", pero tampoco hace falta madrugar tanto...

The Intercultural Kitchen dijo...

Jajajaja, creo que tu punto ha quedado bien claro ;-D

Dona invisible dijo...

Lo del deshollinador es un clásico, y además es verdad :-)! mí me pasó algo parecido con el deshollinadora ti, pero en este caso es que me vino a a las 7 de la mañana a hacer la revisión y yo, claro, estaba durmiendo. No veas qué sobresalto! Y es que no me acabo de creer que, cuando los cartelitos avisan que el deshollinador viene en un horario de 7 a 9, normalmente viene a las 7 no a las 10 (como sería más normal en España). Pero oye, que hace una gracia a las 7 de la mañana el deshollinador y tú con las lagañas...

Maïte dijo...

No sé si recuerdas que yo trabajo en un concesionario...bien, pues el taller abre a las ocho y te puedo asegurar que algunos días (no todos) ya hay una cola de coches a la puerta...

Eso si, cuando les digo a los clientes que vengan pronto que a las seis cerramos ponen el grito en el cielo!!!

Chus dijo...

Pues en EEUU es igual. Cuando viviamos alli, mis hijos se levantaban a las 5,30 para ir al colegio. El autobus les pasaba a recoger a las 6 de la mañana y el colegio estaba a escasos 15 minutos.
En dias frios de invierno, mejor dicho muy frios, de casa a la parada del autobús, se les congelaba el pelo.

Nosotros hemos tenido invitaciones a cena a las 4,30 de la tarde. Imaginaros lo que es eso, habiendo comido a las 2 de la tarde!!!!.

En fin que os podría contar miles de anecdotas de este tipo y de verdad que lo de España es inaudito en practicamente toda Europa.
Besos.

El Duque dijo...

Buenísimo lo del desollinata. A mí tb me ha tocado varias veces a las 7:00, el muy cabrito...Y lo de empezar con la taladradora o dar martillazos a saco -Paco- a partir de las 6:30?!Lo tuvimos durante dos semanas. ein Kalvarien!!Un abrazo desde el señorío de Linz

Paco Bernal dijo...

Hola a todos:

A Amelche: yo llevo casi media década intentando predicar con el ejemplo, pero tampoco la naturaleza me secunda. Aqui, a las cuatro y media de la madrugada ya es de día. Y claro, asi no hay quien pueda. De todas formas, seguiré intentándolo.

A Noema: a que ha quedao claro jajajaja

A Dona Invisible: a mí me pasó también que me tuvieron que traer una cosa de una tienda. Dijeron entre las siete y las nueve. Pues bien: a las siete y cinco ya estaban los pavos llamando al timbre. A veces uno echa de menos la impuntualidad.

A Maite: yo es que me imagino a los tíos blandiendo los fajos de billetes para comprarse un coche a las siete y es que la perplejidad me invade, oyes :-)

A Chus: tienes razón: en Celtiberia los horarios están pensados para gente que se levanta a las once. Y es relativamente nuevo, viene de después de la guerra civil.
Y aquí, es como en EStados Unidos. Yo hacía que no iba al cine a las cuatro de la tarde no te digo cuanto. Pues ya me he acostumbrado y nada :-) Y yo ceno a la hora de la merienda.

Al Duque: te comprendo perfectamente. Yo tengo una reforma de un dachboden al lado de casa y es insuporteibol. Que lo pase usted bien y le cunda en sus dominios :-)

Saludos