Fiona y su Fiono, versión centroeuropea de David y Vicky (Beckham)
(Publicado originalmente el 10 de Diciembre de 2009)
Fiona Pacifico, señora de Grasser, más conocida en el siglo como Fiona Swarovsky, es una de esas personas que, como dice mi padre, está en el mundo como los baúles: porque tiene que haber de todo. Es la típica dama dama de alta cuna y de baja cama, animal de salón en invierno, criatura de cubierta de yate en verano. Una mujer con la sonrisa perenne que da el tener la cuenta del banco bien forradica de millones y el perpétuo aire de sorpresa de quien no entiende por qué los pobres son pobres.
Para su fortuna, Fiona no aspira a ganar ningún premio Nobel, así que sólo habla ante cualquier artefacto grabador lo mínimo imprescindible para que la gente no se crea que es muda. Ahora bien: cuando habla, como dijo el castizo, la ca...Vamos: que mete la pata hasta el corvejón.
Preguntada hace meses sobre la crisis económica, en su calidad de mujer vinculada a unos de los imperios industriales más florecientes allende los Alpes, Fiona respondió que le parecía mal que hubiera personas que lo estuvieran pasando mal pero que, los pobres (léase con acento pijo) no tenían por qué sufrir en sus estómagos los problemas de la economía. “Que planten verduras en las macetas y en los balcones” –dijo- y se quedó tan ancha.
Fiona también lleva mal que se metan con su esposo, Grasser, un señor que está diseñado para ganar. Y le parece que el que la justicia lo tenga en el punto de mira por sospecharse que se lo ha llevado crudo en sus diferentes empleos obedece a una conspiración universal de los mediocres del mundo. La envidia, que hace que la gente hable mal hasta de Brad Pitt y Angelina Jolie. No te digo más.
Como el lector habrá podido deducir por este relato de sus últimas declaraciones, Fiona no se prodiga mucho (por lo que le pueda pasar). Y, seguramente, por lo que ahora contaré, no le vayan a quedar muchas ganas de prodigarse.
En estas fechas del adviento, fecundas en declaraciones dignas de cualquier miss mensual de Playboy (tendencia que este año se ha visto intensificada por la cumbre anti cambio climático de Copenhague) es normal que los famosos revelen detalles de su intimidad navideña para gozo de los que siguen sus hazañas.
La semana pasada, un reportero de Radio Ö3 llamó a Fiona para preguntarle cómo era su Adventkranz (artefacto típico centroeuropeo de forma circular, en el que se ponen cuatro velas, una por cada domingo de adviento). Fiona sonrió y dijo que el suyo era blanco con “viele möpse drauf”. Una imprudencia que se debe seguramente a que Fiona, dama de la alta sociedad, no se codea con el vulgo. Porque “möpse” quiere decir “perritos” pero, en un registro más barriobajero (pobre Fiona) también quiere decir “tetas”. El lío estaba montado y el descojono ha sido universal (y muy rentable para Ö3, por cierto, que lidera la lista de politonos más descargados de Austria).
Fiona está enfadadísima, claro, pero no puede hacer nada porque ella misma se metió en el embolado (un poco como lo de Belén Esteban con “Andreíta, cómete el pollo, coño”). Sin embargo, no dudamos que, fiel al espíritu de estas fiestas, pronto se reconciliará con el ladino locutor radiofónico que la ha hecho quedar en el más espantoso de los ridis.
Seguiremos informando.
2 comentarios:
Jajaja. Vaya con las malas pasadas de los idiomas y sus dobles significados. Que me lo digan a mí que, sin quererlo, le solté una proposición indecentísima a uno de mis vecinos en pleno ascensor (es lo que tiene hablar idiomas que no dominas). Eso sí: el descojone posterior también fue de traca. La Fiona ésta es, como decimos por aquí, de la pandilla de la Carinatis. Quépereza. Es ver sus posados en el ¡Hola! y entrarme sueño.
Hola!
Gracias por tu comentario.
Fiona vive para sus yates, para sus vacaciones, para sus millones...La verdad es que luego se tomó el resbalón muy noblemente e incluso se unió al chiste -qué remedio le quedaba- y subastó su adventkranz.
Saludetes
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