9 de Diciembre.- El hombre sobre estas líneas, poseedor de las cejas mejor depiladas de su lado del Océano Atlántico, es el actor Michael Brea. Hasta hace muy poco, este treintañero aficionado a la erradicación salvaje del vello supérfluo salía en la versión americana de Betty la Fea. Sin embargo, semanas atrás se hizo famoso por algo mucho más terrible. Presa de un acceso de enajenación mental con el propio Dios Padre como Guest Star , Brea envió a su madre al otro barrio a disfrutar de las ventajas de una vida mejor.
Informando sobre el tema, se publicó en la web de El Mundo la siguiente frase que Amelche tuvo la gentileza de remitirme para solaz de mis lectores y escarmiento de los que hacen mangas y capirotes con la ortografía (las negritas son suyas pero yo las suscribo totalmente):
"Al día siguiente, por la noche, su madre le ordenó que pusiera agua en un pote donde estava cociendo tres pollos. “Miré a esos poyos, allí muertos en el pote, y me dije que era un sacrificio. Era magia negra”, contó."
No se ha podido obtener sin embargo prueba gráfica de semejante sinfonía de patadas al diccionario porque parece ser que funcionaron los correctores del diario y el error se remedió. Más vale tarde.
Donde no hubo enmienda fue en el suelto que el periodista Roberto Enríquez publicó en el diario Público, fuente de tanto regocijo para aquellos que amamos los aires salvajes de los territorios lingüísticamente inexplorados.
Informaba el plumífero sobre la enésima reinvención de la imagen pública de Cher, alias la mujer biónica, y trataba de pasada los cambios que se han producido en la familia de la diva sexagenaria (la cual, a pesar de ser un ídolo entre el gentío homosexual, no es tan liberal para las cosas de su casa como podría parecer). Enríquez, enarbolando la bandera de la defensa del colectivo transexual, como es justo y necesario, le afea a la cantante y actriz estadounidense que no hable de su hijo utilizando el género que le corresponde actualmente.
Todo sería perfecto si Enríquez, debido seguramente a un lapsus, no dijese que Ella y Él, son artículos. Igual que periodista, en determinados ambientes, está empezando a ser un adjetivo. Y no del todo amable.
Pero como en todas partes hierven legumbres (o sea, cuecen habas) he aquí un pantallazo de El País. En el texto, el periodista decide mandar a la porra el régimen preposicional del verbo divorciarse y convertir esta acción que, por su propia naturaleza, implica la separación de sus esposos, en una diversión conjunta regida por la preposición con.
Así, el difunto Paco Marsó, se divorció "con" Concha Velasco del mismo modo que antes había estado unido a ella por una relación matrimonial.
3 comentarios:
Vaya cejas, parecen tatuadas,hay que ver como está el mundo y los periodistas .Un abrazo .
Hola Paco:
Llevaba varios días sin tiempo ni para leer los blogs, porque he tenido mucho lio, que si el Belén, el árbol, entrada nueva, pelearme con el nuevo ordenador, etc...etc...
Hoy te dejo un fuerte abrazo y efectivamente, menudas cejas!!!. Yo en su día vi la serie americana de Betty la fea y no te digo mas que no le relaciono con la sierie. ¿quien era?, ¿el jefe? que luego se casa con ella?.
Un abrazo
He estado fuera durante el puente de diciembre, ahora veo el post.
;-)
Menos mal que alguien se dio cuenta y lo corrigió.
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