Julius von Haast en una foto de época
21 de Enero.- Julius von Haast fue un geólogo alemán que nació en la ciudad de Bonn en 1822. En la única foto que he visto de él, y que ahora mis lectores también ven, Herr Haast guarda un cierto parecido con Karl Marx. Barba blanca cayendo sobre el orgulloso pecho y tal. Hast debía de tener cierto prurito de nobleza y muchas ganas de que le tomasen en serio porque, según la entrada de la Wikipedia que le está dedicada, se hacía tratar por el título de Sir.
Si le traemos a colación no es por esto, sino porque el Julius von Haast bautizó uno de sus descubrimientos con el nombre del penúltimo emperador austrohúngaro. El glaciar Francisco José se encuentra en Nueva Zelanda y, junto con la Franz Joseph Land (más conocida por los lectores de este blog como Tierra de Paco Pepe), es uno de los dos parajes naturales que llevan el nombre del extinto emperador de Austria y rey de los húngaros.
El glaciar se encuentra en el parque nacional de Westland en la costa oeste de la isla sur de Nueva Zelanda. Naturalmente, antes de que el señor Haast decidiera bautizarlo en nombre de los europeos, el accidente geológico en cuestión tenía unos nombres indígenas, si no eufónicos, sí ciertamente poéticos: Ka Roimata o Hinehukatere.
Informan las enciclopedias de que el Glaciar de Francisco José (a partir de ahora conocido en este blog como Glaciar de Paco Pepe) es particular porque, junto con el glaciar de Fox, situado a 20 kilómetros al sur, desciende de la montaña hasta llegar a los 240 metros sobre el nivel del mar. Prácticamente a la misma altura que la selva tropical templada.
Decía yo antes que el nombre del glaciar era poético porque viene de una bonita leyenda local. Cuentan los indígenas que al dios Hinehutakere le gustaba subir a las montañas. Un día, persuadió a su amante Tawe de que le acompañara. Tawe, sin embargo, era una mujer de las llanuras y, por lo tanto, una escaladora poco experta. Una avalancha la mató dejando al pobre Hinehutakere con el corazón roto. Cuenta la leyenda que los pedazos del corazón se congelaron para formar la lengua del glaciar.
El glaciar es uno de los pocos de Nueva Zelanda que, a pesar del calentamiento del planeta, sigue creciendo. Esto se debe a que aún fuertes nevadas alimentan su nevero. De cualquier manera, el fenómeno en cuestión es como la tripa de Jorge, aquella que se estiraba y se encogía. El glaciar estaba en su periodo de expansión en los treinta, encogió en los cincuenta y volvió a expandirse a mediados de los ochenta. Según la documentación de que dispongo, esa es la fase en que estamos ahora.
Para terminar, diré que el Herr von Haast no se conformó con bautizar un glaciar sino que, en su honor, hay una ciudad de Haast, un rio de Haast, un esquisto neozelandés que se conoce también como esquisto de Haast y hasta un águila extinta cuyos huesos Haast estudió por primera vez y que también se llama, cómo no, águila de Haast.
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