Sino todo lo contrario


28 de Enero.- Uno de los problemas de la gente que escribe en los periódicos es el orgulloso y abisal desconocimiento de la materia con  la que trabajan. El español es un código bastante flexible pero un código al fin y al cabo y, para que funcione, cada pieza tiene que significar algo definido que compartan tanto el emisor como los receptores del mensaje. En este cimiento se funda la comunicación.


Sin embargo, los analfabetos funcionales que se ganan la vida haciendo como que redactan noticias (en vez de dedicarse a otros oficios sumamente respetables pero más acordes con su nivel expresivo, como abrir zanjas en las calles o apretar tornillos en una cadena de montaje) parecen divertirse en utilizar piezas de ese Lego que es el lenguaje para cometidos para los que no se diseñaron. Hoy, traigo a VD una selección de meteduras de pata en las que el "redactor" de la noticia dice cosas que es poco probable que quisiera decir al empezar a escribir.

Primera aterradora estampa: diario Público -un habitual de esta sección, por otra parte-; se ventila el patrimonio de la Sra. De Cospedal la cual, amparándose en una interpretación algo laxa del reglamento de las Cortes castellanomanchegas, declaró unos bienes y silenció -aviesamente, dicen los de Público- otros. 

Justamente indignado, el redactor del papel de Mediapro, indica que el Reglamento es taxativo y no admite distinciones entre unos bienes y otros. Sin embargo, ¿Lo dice así? No. Utiliza curiosamente el vocablo "mezcolanzas" (?) que significa, según el DRAE "Mezcla extraña y confusa, algunas veces ridícula". Amárrame esos pavos. 


Otras veces las diferencias son de matiz, y no pequeñas. Como querer fabricar un circuito impreso con un martillo pilón. Es el caso de esta noticia aparecida en la edición digital de 20 minutos (paraíso del buscador de gazapos, por cierto). En ella se explica que el ejército de Corea del Sur ha iniciado unas maniobras al objeto de repeler una eventual "infiltración" de los pérfidos vecinos norteños. La palabra "infiltración" se repite por toda la noticia mientras se nos explica que los aguerridos soldados surcoreanos están haciendo todo tipo de acopios de armas y bagajes. Curiosa manera de evitar una "infiltración" que, según el diccionario (acepción cuarta) es "penetrar subrepticiamente en territorio ocupado por fuerzas enemigas a través de las posiciones de estas". O sea: infiltrarse es "invadir" como quería decir seguramente el redactor, pero subrepticiamente, de manera inadvertida. Las infiltraciones están relacionadas generalmente, con maniobras de guerra encubierta, sabotaje o espionaje y no con pimpampunes al estilo de la operación "Libertad duradera". 


Dejo para el final este texto aparecido en la edición digital de El Mundo en el que un arrobado fan de la diva del pop hispano Marta Sánchez comenta con pelos y señales los pormenores de un concierto con el que la cantante celebraba sus dos décadas y media subida a los tablados. Sugiero a mis lectores que pinchen en la foto y la agranden, porque es complicado meter más la pata en menos espacio. Pasaremos por alto la excesiva amplificación del micro que "emborronó" (sic) algunos tramos de la actuación de la estrella y nos detendremos en esa "afectación" que se le ha colado entre las teclas a nuestro amigo el encandilado escribiente.

Él quería decir, sin duda, que la diva se lanzó a intepretar éxitos de carácter más intimista con mucho más sentimiento del que se necesita para interpretar "Soy yo" o "Desesperada". Sin embargo, como se suele decir de alguien que siente algo mucho (una muerte) que "está afectado" o que "apareció sumamente afectado" nuestro amigo confundió el culo con las cuatro témporas y le cascó a Marta una "afectación" probablemente muy lejos de su ánimo, ya que este vocablo significa "falta de sencillez o naturalidad" o "Extravagancia presuntuosa en la manera de ser, de hablar, de actuar, de escribir"

No sé qué pensará Marta de esto...

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