Dama, dama (de alta cuna, de la cama no hablamos)



28 de Febrero.- Al tema que hoy tenemos mucha tela que cortar. A ver: tema Ruby Rubbacuori. Los periódicos locales (vamos, el Österreich) han publicado el sueldo que la señorita de la vida en cuestión se llevará por acudir en jet privado al baile de Viena: “sólo” cuarentamil eurillos.


Si consideramos lo que (siempre presuntamente) le cobró a Berlusconi por, como decían en el siglo de Oro, “un par de ofensas contra nuestro Señor” (mis lectores encontrarán sin duda vocabulario más explícito), la verdad es que, a Lugner, contratar a la hetaira le ha salido bastante tirado de precio.

Durante este fin de semana ha seguido la catarata de reacciones a propósito de la visita de la intrépida muchacha marroquí.

Nuestra amiga la organizadora , frau Desiree, ha insistido en que la presencia de Ruby en el Opernball le parece un atentado contra el buen gusto más elemental.

Alfons Haider, acompañado por la que será su partenaire Mirjam Weichselbaum (“qué pavo tienes, tía” “!Quítamelo, quítamelo, quítamelo!” En fin) declaró frente a las cámaras de la ORF que él no estaba por la labor de asustarse por que una lumi se codease con los ricos de esta tierra.

Lo mismo dijo Karl Hohenlohe ( de los Hohenlohe de toda la vida; sí: pariente de Alberto, el aristócrata que se trabajaba la noche marbellí). Herr Hohenlohe es el que pone, tradicionalmente, la nota de humor fino en la retransmisión. El simpático periodista, que cuenta con una memoria enciclopédica, hizo un rápido recuento de todas las personas de moral dudosa que han acudido en las últimas dos décadas a la distinguida cita anual.

Se centró, sobre todo, en aquellas personas de sexualidad liberal y obvió, eso sí, la lista de políticos notoriamente corruptos que han pisado la alfombra roja durante todos estos años. Porque distraer caudales de los fondos públicos, en mi opinión, es bastante más inmoral que andar fornicando por ahí con la ropa interior por los talones.

En fin, que la opinión general es que la frau Desiree ha tenido una rabieta de niña bien de colegio de monjas y que, para decirlo en plata,obreras del amor más o menos discretas las ha habido toda la vida y las seguirá habiendo mientras haya sociedad y bailes. Así pues, pareció sostener Hohenlohe, una de las señales más evidentes de la distinción, metidos en ciertos ambientes, es tratar a las pilinguis como si fueran señoras y a las señoras como si fueran pilinguis (en según qué circunstancias, la frontera entre una cosa y la otra es bastante difusa, así que mejor no arriesgarse).

Este finde (casi se me acaba el folio sin contarlo) se ha celebrado también el Villacher Fasching, o sea, el carnaval de Villach. Un evento cuya contemplación continuada hace que te entren ganas de volarte la tapa de los sesos. No así a los aborígenes, que disfrutan horrores con las gilipolleces bromas que se ventilan en la gala que retransmitirá la ORF en diferido mañana. Este año, ningún miembro del gobierno de Esta República ha acudido a Carintia (por otra parte, como Carintia es un bastión del FPÖ era más que probable que les pusieran verdes, y, lo que son las cosas: ir pa ná, es tontería). 


El que sí que ha asomado el jetamen ha sido Strache, vuelto ya de su viaje por tierra santa que comentábamos hace unas entradas. Durante las últimas semanas, el político de los ojos más "photoshopeados" de este lado del Danubio ha estrechado sus contactos con otros coleguis de la ultraderecha centroeuropea, dispuesto a exportar su exitoso modelo de negocio. Claro que, de eso, no creo que hablen los chistes de Villach.

(Mañana, si no pasa nada, hablaremos de Eurovisión y de la manera especial en que mis lectores, si así lo desean, podrán ver este año el Opernball con VD)

1 comentario:

Chus dijo...

Hoy solo te mando un abrazo. Te he leido, eh!!