19 de Marzo.- Felicidades a todos mis lectores que coman huevos.
Ayer por la tarde (noche, según la mentalidad austriaca) se retransmitió por la ORF una edición más de Dancing Stars (en Celtiberia, Mira quién Baila y, ahora, Más que Baile). Era, en realidad, un programa especial, porque el morbo estaba asegurado: Alfons Haider, con su pareja, el ucraniano Vadim Garbuzov, se jugaba el permanecer en el concurso. Como mis lectores recordarán, la participación de Herr Haider y el hecho de que bailara con un hombre, levantó un considerable revuelo en la República Transalpina.
Aunque sea recordar lo que todo el mundo sabe, el bochinche se montó por culpa de Niki Lauda, que dijo que el que dos caballeros bailaran agarrao y que el baile saliera por la tele, le parecía un contradiós y un espectáculo que los padres debían vedar a sus rorros, no fuera a ser que, al pensar que aquello era normal, terminaran los críos saliéndoles mariquitas con el correr del tiempo. Vamos: lo que piensan del tema Benedicto y sus boys.
Haider, naturalmente, salió al paso de las declaraciones de Lauda y el colectivo gay también hizo constar su enfado con el expiloto de Fórmula guán, del cual corren anécdotas tan jugosas que sería de creer que es natural de Lepe.
La revista News (un Interviú transalpino, para que me entiendan mis lectores hispanos, solo que sin gente en bolas) dedicó su portada a la pareja Haider-Garbuzov y un reportaje interior en el que se analizaba la situación de los gays en esta tierra. Parte destacada de este reportaje era una entrevista-careo-revolcón por el barro entre Herr Haider y un político del FPÖ, en la que el neonazi se acogía, como Lauda (y como los carlistas, por cierto) a la bandera de la Santa Tradición. No se podían leer más de tres líneas sin que a uno le entraran unas arcadas imposibles de contener.
Sobre Haider caía ayer, pues, la pesada carga de representar a los gays de esta república y, al tiempo, a todas las personas que piensan que, en este principio del siglo XXI, hay cosas muchísimo más pornográficas que el que dos hombres bailen el chachachá (seguro que a mis lectores se les ocurren muchísimas ideas, empezando por las centrales nucleares edificadas en zonas con riesgo sísmico y terminando por los tiranos que se inyectan bótox en el magreb).
Los guionistas del programa, cucos ellos, dejaron el baile de Haider para último lugar. Antes de que los dos hombres se lanzaran al parquet, embutidos en sendos trajes negros de lycra abiertos hasta la mitad del pecho, se mostraron imágenes de los entrenamientos. Garbuzov, con fuerte acento ruso, le pedía a Haider que se tranquilizase, mientras Alfons, el pobre de él, demostraba, como dice mi primo, que tenía menos caderas que los monigotes del Subbúteo. Bailaron los dos hombres: el ucraniano brillaba, todo sonrisa, miembros en movimiento y pómulos euroasiáticos, mientras que el pobre Alfons hacía lo que podía (que era bastante poco, por cierto) desplazándose por la pista con movimientos de palmípedo.
El realizador, entre tanto, mostraba imágenes de la madre del austriaco enjugándose las lágrimas de la emoción. Terminados los tres minutos de coreografía, los dos hombres, sonrientes, rendidos, se enfrentaron al veredicto del jurado, que no fue tan demoledor porque el programa tiene una vocación amable pero que les dio a entender (sobre todo a Haider) que los bailarines profesionales no tenían nada, pero nada que temer, del talentoso moderador de la ORF.
Para mí, también fue un momento especial, como reciente aprendiz de bailarín que soy. Me sentí enormemente identificado cuando Haider le agradeció a su profesor la infinita paciencia que había tenido con él, al tiempo que explicaba la frustración de sentirse un pato mareado, un absoluto inútil, un desesperado poseedor de dos pies izquierdos.
Por eso, lanzo desde aquí mi grito: Alfons Haider somos todos.
Ilustración: dos hombres bailando en el Regenbogenball de 2009 (Archivo Viena Directo)
2 comentarios:
Pero bueno chico, no te privas de nada. También bailas!!.
Así que, por ahora: Escritor, fotógrafo, bailarin.
Tu próxima entrada un video bailando, ¿vale?.
Un abrazo polifacético.
PD. Mis dudas ortográficas sigues sin aclararmelas.
Hola Chus!
Lo de bailar lo hago mejor suelto que agarrao, pero ahí vamos.
Si las dudas ortográficas son sobre hatajo y atajo, la cosa es fácil: con h, que viene de hato, que es, entre otras cosas, un grupo de ganado mayor o menor (DRAE) es un grupo de gente a la que no le tenemos mucho aprecio.
Atajo, sin h, viene del verbo atajar, y significa encontrar un camino más corto.
Saludetes
Publicar un comentario