3 de Abril.- Durante el fin de semana he estado de vacaciones en la bella Baviera (Schöne Bayern, auf deutsch). Esta vez, aparte de visitar Munich, de camino, he parado en el Obersalzberg, cerca de la localidad bávara de Berchstesgaden. Allí, se puede visitar una estupenda exposición que explica lo que fue el nazismo a través de uno de sus lugares más emblemáticos: el nido del águila. En este retiro alpino de Hitler se cocieron muchas de las terribles decisiones que forjaron la Alemania de aquel tiempo ominoso.
Los paisajes alpinos de Baviera fueron testigos de la visita de Mussolini, del atentado de von Stauffemberg y de los desgraciados amores de Eva Braun, cuya sola existencia permaneció escondida para los alemanes de su época, que sólo supieron de ella terminada la guerra. Y, por fin, fue desde el refugio alpino de Berschtesgaden de donde Hitler partió en su último viaje hacia Berlín, que certificaría su merecido final (bueno, esta es la versión oficial de la historia: todos sabemos que, en realidad, el tito Adolfo, Elvis y Michael Jackson están jugando a las cartas tranquilamente en alguna isla del pacífico).
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