14 de Abril.- Ayer, la política austriaca se vio sacudida por un terremoto de imprevisibles consecuencias.
Herr Josef Pröll, anunció ayer su retirada de la política durante una rueda de prensa.
Pröll, que sufrió una embolia pulmonar hace algunas semanas, se marcha por consejo de sus médicos, que llegaron a temer por su vida. En la rueda de prensa de ayer renunció a todos sus cargos. A saber: vicecanciller de la República Austriaca, ministro de economía y jefe del partido conservador.
La retirada de Pröll, cuyo regreso al trabajo estaba previsto, hasta ayer, para el retorno del puente de Pascua (en Austria no hay vacaciones de Semana Santa) abre un periodo de inquietantes interrogantes para la parroquia conservadora. Aunque no solo: también los que temen el auge de la ultraderecha se tientan la ropa pensando en lo que puede pasar si los de Strache se quedan sin el dique de contención que supone el ÖVP.
Los militantes del segundo partido de la coalición hace unos meses que no ganan para sustos. Cuando parecía que se habían recuperado un poco del de ver a uno de sus europarlamentarios aceptando dinero de unos reporteros ingleses, llegó la embolia pulmonar del jefe del partido.
Por otro lado, las encuestas demuestran que, de los dos socios de la coalición social-conservadora que hoy gobierna Austria, ha sido el capitaneado por Pröll el que ha sufrido más el previsible desgaste de la briega con el día a día. Las encuestas publicadas semanalmente por los medios austriacos indican que el Partido Conservador se encuentra muy por debajo de los “liberales” de Strache (la ultraderecha). Las malas noticias son, además, que los conservadores tampoco saben muy bien qué hacer para recuperar su posición dentro del imaginario político austriaco. Un territorio que ahora copan los de Strache con una estrategia que, seguramente, les llevará al gobierno en las próximas elecciones.
Los azules de Strache, que se han hecho fuertes tras haber absorvido la herencia de Haider, han asumido muchos de los temas que parecían exclusivos del partido conservador, llevándolos al extremo en la mayoría de los casos. Si los conservadores del ÖVP eran un partido que hacía de la confesionalidad católica su bandera, Strache les está expulsando de su caladero tradicional a base de hacer, desde hace años, ostensibles apariciones públicas exhibiendo cruces y atacando frontalmente a las minorías de religión musulmana (con la oposición, todo hay que decirlo, del ala más civilizada de la Iglesia Católica). Si los conservadores tenían como una de sus señas de identidad la defensa de las tradiciones, los de Strache claman, como en los tiempos de las camisas pardas, por el prejuicio racial y “los austriacos primero”.
Por último, si los de Strache cuentan con una eficiente estrategia de marketing (basadas en la repetición machacona de unos procedimientos de programación lingüística que harían sonrojar a un chimpancé, pero bueno); los conservadores, en el terreno mediático, son un desastre sin ningún paliativo.
¿Quién va a suceder a Pröll? Suenan varios nombres. Desde Maria Fekter, actual ministra del Interior, al ministro de exteriores Spindelegger.
Foto: Josef Pröll en sus tiempos de ministro de medio ambiente
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