Bachillerato de Excelencia



13 de Abril.- Querida Ainara: la semana pasada, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid propuso la creación de un llamado “Bachillerato de Excelencia” para aquellos estudiantes que tuvieran de media una nota superior a ocho. La medida ha sido contestada sobre todo desde sectores de la izquierda (Aguirre es conservadora). Los contrarios a que se cree un bachillerato semejante aducen que favorecería la aparición de ghetos. Yo, sin embargo, con ciertas reservas, estoy a favor de que se hagan grupos con los mejores alumnos. Y te explicaré por qué.


Tu padre y yo fuimos muy buenos estudiantes. Más tu padre que yo, por decirte la verdad. Mi hermano tiene un expediente académico que debe de estar entre los mejores de su generación. Sacó la E.G.B. y el Bachillerato con matrículas de honor y la Ingeniería a año por curso. Habla, como yo, varios idiomas y, además, toca el piano. A veces, con celos retrospectivos, pensamos en los estudiantes de ahora, que tienen todos los medios a su alcance, y nos preguntamos qué hubieramos podido hacer si hubiéramos tenido las posibilidades con que cuentan ahora quienes se sientan delante de un pupitre.

Por ponerte un ejemplo, el equipo con el que contaba nuestro profesor de francés se resumía pronto: su ejemplar del libro de texto y un radiocasette mono. Don José, que nos enseñaba matemáticas y ciencias naturales y que, espero, leerá estas líneas de un agradecido ex alumno, consiguió un vídeo y un televisor con el que ponerle a sus estudiantes la serie Cosmos, de Carl Sagan; tu padre aún la recuerda. Entonces (te parecerá mentira pero era así) un vídeo y una televisión en una clase eran artículos de un lujo delirante. Te harás una idea de cómo era estudiar en aquellas condiciones.

Tanto tu padre como yo éramos como plantas deseando absorver conocimiento. Y, si bien es cierto que, en aquella época, la escuela pasaba ampliamente de los alumnos más torpes (se dejaba su evolución académica al arbitrio de la buena voluntad del profesor) también es verdad que se ignoraban las necesidades de los alumos como tu padre o como yo. Los dos extremos de la campana de Gauss corrían un destino igual de zarrapastroso.

Y ahora las reservas: también es verdad que un estudiante, por muy modélico que sea, tiene que aprender a convivir con toda clase de personas ¿Hasta qué punto aislar a los niños más aventajados resulta una medida sana para su futuro de adultos?

Otro asunto: en Austria, por ejemplo, existen dos modelos de bachillerato (o su equivalente español): de los alumnos más aventajados se espera que, después de la escuela elemental, continúen su recorrido académico en el Gymnasium que conduce a la Matura (una selectividad que es más dura que la española), prueba que les da acceso a la Universidad. Los otros alumnos recorren otro circuito académico que les prepara para una profesión técnica que no exija estudios universitarios.

El sistema funciona muy bien pero tiene un lado perverso: los planes de estudio del Gymnasium son tan duros y tan intensivos que los chavales no pueden asimilar los contenidos sin ayuda; lo cual da en que sólo (o mayoritariamente) chicos cuyos padres, a su vez, han acudido al Gymnasium, estén en condiciones de afrontar las exigencias de la enseñanza secundaria con garantías de éxito.

En Austria, igual que en la mayoría de la Europa Occidental, la posesión de estudios universitarios es una de las señales de cierto estátus social; por no hablar de que resulta condición sine qua non para obtener puestos de alta remuneración. Es decir: los chicos que van al Gymnasium forman las minorías que ocupan los puestos directivos y contribuyen decisivamente, primero, a la perpetuación del sistema y, después, a que los estratos sociales sean, en Austria, algo más impermeables que en España.

Pero ni el bachillerato propuesto salvará el renqueante sistema educativo español si antes no se afronta, desde donde se puede (familias, medios de comunicación) un cambio de mentalidad que vuelva a la sociedad al estado que tu padre y yo vivimos de chicos, en donde se valoraba el conocimiento, en donde se consideraba un objetivo prioritario en la vida eso que ahora suena tan antiguo de ser “hombres (y mujeres) de provecho”.

Hasta que eso no suceda, los buenos estudiantes, los profesores buenos, serán como raras aves en un universo bárbaro y cruel de bestias.

Besos de tu tío.

Foto: Una escuela en Las Palmas de Gran Canaria (Archivo Viena Directo)

7 comentarios:

Toni Solano dijo...

En este país, España camisa blanca de nuestra esperanza -nunca mejor dicho-, todavía nos sacudimos los yugos de la dictadura (eso sí, que no desentierren los muertos). Todavía hay que decir que todos los niños y jóvenes tienen las mismas oportunidades, todos tienen capacidades ocultas que hay que desvelar, todos tienen un potencial para llegar a ser graduados en algo o en ESO. Lástima que la realidad tozuda demuestra que cuando se presentan a un puesto de trabajo especializado 500 bachilleres cum laude y un técnico con experiencia demostrada, el empresario elige a este último. Formar para trabajar sigue siendo algo feo, aunque ahora hay tendencia al alza. Pero, como se te ocurra proponer una orientación profesional para los que no quieren estudiar desde 1º de la ESO, enseguida te tachan de clasista y te recuerdan a los obreros reprimidos de Franco, que hemos cambiado por centenares de miles de jóvenes parados, pero graduaditos todos. Perdona la parrafada :-)

yolajb dijo...

Yo, que me salvé del basurero que fue la Formación Profesional de este país durante muchos años, tengo que decir que los guetos no favorecen a nadie. Es cierto que tenemos un número elevado de chicos y chicas en 1º de ESO desmotivados y desencantados con lo que se les ofrece en el instituto. No son necesariamente, ni los más torpes ni los más incapaces. Un país no puede seguir prescindiendo de mentes brillantes capaces de inventar, crear, romper esquemas o simplemente desmontar este sistema educativo obsoleto y uniformador. Al bachillerato de excelencia llegarán aquellos chicos y chicas que lo que sin duda Sí han demostrado es una capacidad de adaptación al sistema por encima de lo normal. A ese grupo de "excelentes" no podrán aportar todo lo que dejaron de vivir para conseguirlo.

Anónimo dijo...

Estimados compañeros:
La FP no ha sido ni es un basurero. La Formación profesional está constituida por estudios de enseñanza media (Grado medio) y de educación superior (Grado Superior) equiparable a estudios universitarios.
Yo he sido alumno de nota media 9 en EGB, cursé FP (voluntariamente) con nota media de 9 , y estudié en la universidad con nota media de 9.

El bachillerato de excelencia es una parrafada demagógica. No olvidemos que la LOE persigue que todo ciudadano español consiga un nivel de estudios de enseñanza secundaria post-obligatoria.
¿Creen que mejorará un bachillerato de excelencia la preparación de los alumnos si se continúa con la exaltación de los contenidos memorísticos como el mejor nivel que se pueda adquirir? Cambiemos la forma de enseñar y no será necesario crear grupos de excelencia. Cada uno será excelente con la ayuda de sus profesores.

Y para finalizar, tengo una duda ¿los profesores de esos bachilleratos también serán examinados para ver si sus perfiles profesionales son de excelencia? ¿Cuáles serán los «criterios de evaluación» para que un profesor saque más de un ocho?

Muchas gracias.

Paco Bernal dijo...

Hola a los tres:

Vuestros comentarios me han parecido muy interesantes y os los agradezco.

A Antonio: estoy muy de acuerdo contigo. Desde mi punto de vista, la educación no debe servir para fabricar parados cultos. Por supuesto que la escuela tiene que colaborar en la formación integral de la persona, pero no es menos cierto que quien estudia tiene que poder financiarse las habichuelas cuando acaba. La sociedad destina recursos a que el alumno se forme y esa formación tiene que revertir en el bienestar de la comunidad en su conjunto cuando el alumno, ya profesional, inicia una carrera laboral.
Por otra parte, parece que en España resulta clasista aceptar la tozuda realidad, como tú dices, y es que no todo el mundo vale para tener estudios universitarios. A mis otros dos comentaristas les remito al post que va debajo de estas líneas. Si las personas que han escrito los artículos de los pantallazos tienen en su casa, enmarcadito, un título universitario, es que algo no funciona en el sistema educativo español (vamos: eso lo sabemos todos, que algo no funciona).

A Yolajb: me gustaría que me explicases qué tiene de malo adaptarse al sistema educativo y tener, por lo tanto, un expediente académico exitoso. Lo ideal sería que todos los alumnos consiguieran hacerlo ¿O no? Ya sea por la vía de una formación profesional bien considerada socialmente o por una secundaria que conduzca a la universidad.
Por otra parte, el éxito académico, lo repito, y aunque sea cueste reconocerlo, no es sólo cuestión de motivación. Pongo un ejemplo: yo soy un jugador horroroso de fútbol. Podría estar motivadísimo, pero jamás llegaría a ser Cristiano Ronaldo o Pelé. Dios no me llamó por ese camino. Creo que es un error el tener a los alumnos sentados en las clases. Y no creo que sea deshonroso crear una alternativa de formación técnica en condiciones. Sostener lo contrario supone pensar que los carniceros son menos respetables como trabajadores que los ejecutivos de cuentas de una empresa de marketing. (sigo)

Paco Bernal dijo...

A Anónimo: Estoy de acuerdo contigo en que, muy probablemente, la iniciativa terminará siendo "una parrafada demagógica". Todos sabemos que, cuando los padres paguen, habrá alguien que suba la nota media en Conocimiento del Medio o en Matemáticas o en Lengua, para que la calificación suba y sean los de siempre los que gocen de los mejores medios. O sea: los que se lo puedan permitir.
Por otra parte, no comparto necesariamente esos reparos tuyos hacia la memorización de contenidos. Hay cosas que no se pueden aprender de otra manera. Y es bueno que sea así. La memoria es una de las capacidades del ser humano que colabora más decisivamente en la inteligencia. Creo que no se puede soslayar la memorización de las reglas de la ortografía, ni los ríos, ni los países, ni las capitales, ni la tabla periódica de los elementos, ni tantas otras cosas.
Por cierto: yo hice una Diplomatura y el 80% de mis compañeros venían de la FP y estoy de acuerdo contigo: su preparación estaba a años luz de la mía (a su favor, claro).

amelche dijo...

Estoy de acuerdo con Antonio, creo que lo que hace falta, más que un bachillerato de excelencia, son más oportunidades para los que no quieren estudiar, pero necesitan una cualificación profesional. Así dejarían estudiar al resto porque a edades tempranas estarían ya siguiendo su vocación y no haría falta ningún bachillerato de excelencia. Por otra parte, dudo mucho que se puedan encontrar 30 alumnos por curso con más de un 8 de nota media sin subir artificialmente las calificaciones. Con lo cual, al final, acabaría siendo un bachillerato para gente de 6'5 o 7, disfrazado de excelencia.

Paco Bernal dijo...

Hola! Yo creo la medida fracasará porque las calificaciones se subirán para llegar a 8 (quien paga exige). En cualquier caso, algo habrá que hacer...