La piel que habito



19 de Mayo.- Viena se prepara para un Lifeball que, este año, viene con menos polémica que los anteriores. Quizá porque este año Dominic Heinzel, que es el atizador oficial de polémicas tontas de esta República, está fuera de combate en la ORF. Esta circunstancia, si bien le dio la posibilidad de seguir a Nadine (la representante austriaca en Eurovisión) por tierras alemanas, no le deja montar los circos a que nos tenía acostumbrados cuando pisaba los platós de otras cadenas más faldicortas.


Así pues, este año no habrá pelea con Gery Kezsler (organizador del Lifeball y hombre a un chihuahua pegado) así que es muy probable que, si a Janet Jackson no se le escapa una dominga como en la ceremonia de apertura de la Superbowl americana, o nadie pilla a Bill Clinton practicando algún deporte amatorio de riesgo en los baños del ayuntamiento de Viena, el Lifeball 2011 pase a la historia como un evento brillante, aunque tirando a sosainas.

Como todos los años, el Baile por la Vida (y contra el SIDA) se honra con la presencia de una estrella americana que haya conocido días mejores (para que traerla no cueste demasiado caro) y con una actuación musical (la de la Hermanérrima) que pondrá algo de brillo al escenario de la Rathausplatz. La estrella americana de este año, que casi me voy sin decirlo, es Brooke Shields la cual, por cierto, allá en aquellos edénicos ochenta, estuvo a punto de ser cuñada de Janet y, consecuentemente, esposa de uno de los hombres más raros de la historia.

Yo, como saben mis lectores, no estaré en Viena para verlo. Me espera España. Y, en su territorio, todo tipo de delicias gastronómicas con las que espero que me suba mucho el colesterol. Orejas a la plancha, boquerones en vinagre, patatas a la brava, cocido, callos, fabada y otras especialidades capaces de convertir la sangre humana en una materia semisólida.

No podré, como todos los años, ver en España la obra anual de Pedro Almodóvar. Debido a los problemas que la piratería le causó a Volver, los hermanos Almodóvar han decidido estrenar La Piel que Habito en todo el planeta a la vez. Será así de manera comercial.

Un grupo de privilegiados, sin embargo, podrá verla hoy en el Festival de Cannes; justo cincuenta años y un día después de que, en el prestigioso certámen que se celebra en ciudad francesa, Viridiana, de Luis Buñuel, se alzase con la Palma de Oro y se montase el escándalo subsiguiente (secuestro de todas las copias incluido).

Siempre gusta, de todas maneras, observar el cuidado esfuerzo de marketing con el que Almodóvar crea espectación anticipada alrededor de sus criaturas. El misterio que ha rodeado a la producción, las primeras fotos en las que Banderas (que, parece ser que terminó hasta las narices de Almodóvar) está junto a Elena Anaya y que recuerdan, tanto y tanto, a las películas de terror de los años treinta; luego, los treinta segundos filtrados para ir calentando la opinión y, por último, hoy, la entrevista/publirreportaje concedida a El País (periódico de cabecera de los Almodóvar). Y digo bien LOS Almodóvar porque si Pedro Almodóvar es nuestro director más internacional, Agustín Almodóvar, su hermano, debe de ser uno de los productores más eficientes de la (por otro lado) raquítica industria audiovisual española.

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