1 de Junio.- Querida Ainara: hace dos días que llegué de España. Siempre que vuelvo es con una sensación agridulce.Por un lado, me traigo los recuerdos agradables, el cariño de los míos (de los nuestros, vaya) pero, al mismo tiempo, no puedo sacudirme un remordimiento de conciencia que es escrupuloso y hasta un poco absurdo.
Siempre se me queda corto el tiempo, y siempre me dejo en el tintero mucha gente a la que me hubiera gustado ver. A pesar de que, muchos días, me las he arreglado para tener tres citas. Lo cual, permíteme la falta de modestia, es toda una hazaña dado lo largo que resulta moverse por Madrid.
Para cumplir mis objetivos, me ayudo con un pensamiento que procuro no quitarme de la cabeza: los días que paso en España no son totalmente míos.
Aunque, como luego te diré, creo huecos en mi agenda con el único fin de mi disfrute egoísta, lo cierto es que la prioridad de mis visitas son aquellas personas a las que creo que les puedo aportar algo. Gente que haya tenido una enfermedad o haya salido de ella, niños que hayan nacido, o personas que, simplemente, necesiten un achuchón.
(Este último apartado es el más peligroso. Con las cosas como están en España, puedes imaginarte que hay mucha gente necesitada de achuchones, así que mis viajes, ya te digo, se convierten en una carrera contra el reloj).
De todas maneras, no me entiendas mal, no soy ningún mártir. He disfrutado mucho. Todos los días, además, he procurado abrirme huecos más o menos secretos para hacer las cosas con las que gozo de verdad. Principalmente, Ainara, verte a ti.
No me canso.
Durante estos últimos diez días, he tenido ocasión de observarte mucho con vistas de escribirte un retrato que, en un futuro, te ayudará a hacerte una idea de cómo eres en este verano del año 2011.
Para empezar, te diré que eres una niña más bien menudita. Me llegas más o menos por medio muslo. Desde que viniste a verme en Septiembre del año pasado has cambiado mucho. Se nota cuando ves las fotos que te hice el domingo pasado en el parque Europa, de Torrejón. Uno se da cuenta de que tu mirada, por ejemplo, es diferente; por no hablar de que hablas muchísimo. El corte de cuerpo se parece mucho al de tu padre cuando tenía tu edad. Eres, pues, una niña que se sube por todas partes con una agilidad que tu tío nunca ha podido ni soñar. Tienes también mucho sentido de la coordinación y del ritmo y eres cantarina, risueña, juguetona y extremadamente cariñosa. El pelo fino y castaño, más o menos del tono del de tu madre, los dientecillos pequeñitos, blancos e iguales, la sonrisa siempre preparada; los ojazos húmedos y alegres, de color avellana.
Eres una niña generalmente dócil, muy sociable. Estás empezando, ahora, a comprender que, a poco que este mundo se investigue, constituye una sorpresa perpétua y un desafío inacabable a nuestra comprensión.
Por ejemplo, una de las cosas que más te cuesta creerte es que tu abuela pueda ser, además, mi madre; y que tu padre pueda ser mi hermano. Este pluriempleo familiar es una cosa que te desconcierta y te parece un invento de los adultos para liar a las niñas incautas.
En el colegio tienes además un “hermano gemelo” como tú llamas a uno de tus amiguitos del parvulario y, en los últimos tiempos, dices que quieres escalar montañas, cosa que a todos nos hace muchísima gracia, porque no las hay donde tú vives ni se sabe de nadie de la familia a quien le haya dado por emular a Edurne Pasabán.
Por último te diré que tienes un ídolo en el mundo que es tu abuelo Sebas, mi padre, y que pintas en los libros con una sorprendente pulcritud, casi sin salirte.
(Aquí acaba mi retrato, Ainara, y abro un paréntesis para decirte que te echo mucho de menos; pero que no se entere nadie).
Un beso muy gordo de tu tío.
2 comentarios:
Que entrada mas emotiva Paco!!!. Me he emocionado.
Que suerte tienes de tener una familia así!!!
Mira que me están entrando ganas de nombrarte "sobrino adoptado".
Un abrazo y gracias por los ratos tan agradables que me haces pasar con tus relatos.
Gracias, gracias y gracias, herpato!!! Aquí te echamos mucho de menos también.
Pd: Ainara, por cierto, ha preguntado por tí estos días y le hizo mucha ilusión que fueras a buscarla al cole.
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