¿Y qué pasa en Italia?
El jueves, cuando llegué, a eso de las ocho, me senté en la terraza de un bar que hay en la plaza mayor de Udine.
Udine, para que mis lectores se hagan una idea, es una ciudad pequeña, parte de la Italia rica pero que, de ninguna forma, alcanza los grados de opulencia de Pádua o de Milán. Frente a mí, se abría una plaza que forma el centro de la localidad. Es de forma aproximadamente cuadrada y está rodeada por un grupo de edificios tardomedievales y una iglesia que, construida en el renacimiento, fue remodelada durante una de las fases menos explosivas del barroco.
Empezó a pasar gente camino del aperitivo de la tarde.
Ellos llevaban cosas que hubieran hecho sonrojarse a cualquier pijo austriaco. Chaquetas ceñidas, pantalones diseñados para provocar esterilidad, zapatos de chúpame la punta (en los casos más Cristiano Ronaldo, incluso de piel de lagarto o imitación). Los pantalones de cadera baja han muerto en Italia, por cierto y los italianos que presumen de ir a la moda juegan a imitar a Cary Grant y a Clark Gable en sus mejores tiempos (primera mitad de los años treinta) y llevan los pantalones, de raya pulquérrima, amenazando seriamente la integridad de los sobacos.
Ellas, van encaramadas en taconazos de quince centímetros y, en general, siguen la premisa de “Si Dios me lo dió, por qué no enseñarlo”. Al fin y al cabo, es verano y el amor está en el aire .En Italia la moda es una religión y todos los italianos creen más en ella que en el milagro anual de la licuefacción de la sangre de San Genaro.
1 comentario:
Pues me alegro que ya no se lleven los pantalones en la cadera. No me ha gustado nunca. Y en las chicas, la verdad es que no favorecen nada.
Me gustan los pantalones y las faldas, justo en la cintura. Es como mejor sientan.
Me imagino que estas de vacaciones. Que las disfrutes. Un abrazo
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