La bella e inteligente Brigitta Cimarolli |
14 de Agosto.- En la pacata sociedad austriaca de la posguerra, la noticia cayó como una bomba: la flamante Miss Europa 58, Hannerl Ehrenstrasser, había sido detenida en los almacenes londinenses Harrod´s acusada de haber sustraido varios miles de libras en joyas y abrigos de piel en Londres, pero también en un viaje relámpago a Frankfurt de cuatro horas durante el cual también se echó a la saca lo que pudo. Las cifras del cuerpo de la fräulein Ehrenstrasser daban vértigo a sus contemporáneos: 1,76 m de mujer, 59 kilos de peso y unas medidas envidiables: 94-57-94. La figura ideal. No en vano había trabajado para el modisto de la mismísima reina, Mr. Norman Hartnell. Durante el juicio, Ehrenstrasser procuró mostrarse lo más encantadora posible y adujo en su defensa que “tenía miedo de engordar y había tomado grandes dosis de Preludin”. El juez no creyó que el abuso de este medicamento fuera el causante de la atracción de Hannerl por la propiedad ajena y la hizo dar con sus bonitos huesos en prisión.
No todas las top models austriacas han tenido carreras tan azarosas. Por ejemplo, la Salzburguesa Brigitta Cimarolli ganó en Tokio el título de “Miss Young International” y no sol obtuvo un jugoso premio en metálico, sino también diferentes contratos fotográficos como modelo. La Srta. Cimarolli ya había demostrado que no respondía para nada al tópico que atribuye a las rubias unas luces limitadas. Antes de ser Miss había sido campeona provincial de ajedrez. Incluso, en una partida simultánea contra el campeón del mundo ruso Anatoli Karpov, su actuación fue tan espectacular, que el ajedrecista ruso quedó rendido ante su pericia. En 1983, la hermosa Brigitta aterrizó en las portada de la revista Penthouse y un año más tarde posó junto a la también austriaca Carina Schally en nueve páginas de la revista Hustler.
Eva Rueber-Staier, nacia en 1951 en la localidad de Bruck an der Mur, ganó su título de Miss Austria en Kitz (junto al cual ganó, por cierto, un ajuar completo) y desde allí fue propulsada a la elección de Miss Universo que se celebró aquel año en Miami Beach en donde la austriaca tuvo ocasión de brillar con luz propia al declarar ante el jurado que para ella, Mao Tse Tung (hoy Ze Dong) guardaba un gran parecido con Rocío Jurado: o sea, que para ella, los dos eran “los más grandes”. Debido a sus simpatías maoistas, la pimpante Eva no ganó el concurso de Miss Universo, pero fue coronada Miss Mundo en 1969. El encargado de ponerle la diadema fue el mismísimo Omar Shariff. La muchacha se embolsó las 2500 libras del premio (hagan mis lectores cálculos: para la época era un pico) y 30000 libras más en contratos. Bob Hope se fijó en ella y se la llevó a Vietnam a entretener a los soldados y, ya a su vuelta, Broccoli, el productor de las pelis de James Bond la contrató para tres filmes (“La espía que me amó”, “Solo para tus ojos” y “Octopussy”) en donde dio vida a la asistente Rubelvitch, del general soviético Gogol.
Aunque sin duda la top más top de todas las top austriacas ha sido Elisabeth Fallenberg, tataranieta del Mariscal Radetzky (ya saben mis lectores: el de la marcha que se toca todos los años al final del concierto de año nuevo). Fue descubierta cuando tenía dieciocho años mientras lavaba platos (había huido de casa de sus nobles padres asfixiada por el conservador ambiente). Su primer trabajo profesional ya dio pie a la polémica: su carita inocente fue la elegida para anunciar las pastillas Antibaby contra las que está el papa Benedicto. A partir de ahí, su carrera fue meteórica. Trabajó con los mejores fotógrafos y sus fotos aparecieron en las más prestigiosas publicaciones. Qué hubiera dicho su tatarabuelo.
(*) Las informaciones de este post están sacadas del artículo de Adabei Roman Schliesser que apareció ayer en el Kurier.
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