-Carlos Luis, es que no la vuelvo a llamar más nunca, eh? Más nunca |
4 de Septiembre.- En declaraciones al suplemento Madonna, del periódico Österreich (espejo, nata y flor de los noticieros transalpinos), la señora Eva Walderdorff, condesa austriaca prima del príncipe Alberto de Mónaco
por parte de madre, se muestra arrepentida y avergonzada, y no sabe
cómo excusarse por su conducta de hace un par de semanas cuando, poco
ants de tomar un vuelo con destino a Londres, arrambló en un Duty Free
con cosméticos por valor de 1000 Euros.
Cuando la pillaron en flagrante delito contra la propiedad privada, la Sra. Condesa lo negó todo y, aunque no consta, seguramente le espetó a los sufridos empleados del aeropuerto aquello de que no sabían con quién estaban hablando. Posteriormente, cuando los medios de comunicación se hicieron eco de la afición de la Sra. Condesa por las cremas de Sisheido ajenas,
la prima del Príncipe de Playmóvil volvió a llamarse andana, dando a
entender que lo sucedido se había debido a un malentendido tremebundo en
el que la grosería de los trabajadores del Duty Free había jugado un
desagradable papel. Hoy, cuando la justicia parece estar a punto de
tomar cartas en el asunto, la Frau Walderdorff reconoce su delito pero minimiza su culpa,
y se defiende alegando una supersobrecarga de trabajo que la había
dejado hipercansadísima y había motivado una conducta que, ella misma lo
reconoce, es tan megainjustificable como megaextraña en ella.
“No soy ninguna cleptómana”,
asegura la aristócrata y, al leerlo, nos la imaginamos jurando por
Snoopy. Como para dar más peso a sus afirmaciones, la Sra. Condesa mira
al periodista y le dice: “No le robaría a usted ni un bombón”.
Dicho esto, la encopetada aristócrata da
su versión de los hechos. Estando en el aeropuerto esperando el avión
que habría de llevarla a la capital del Támesis, megápolis en donde
reside su hija, la Sra. Condesa pasó por delante del escaparate de la
tienda de Hermés y sufrió un repentino espeluzno al contemplar, superdesolada,
los estropicios que el estrés cotidiano había causado en su rostro. No
es de extrañar, pues la Sra. Condesa se gana las habichuelas dando
consejos de estilo y etiqueta una vez a la semana en un programa que
emite la ORF. Un trabajo, como todos sabemos, extenuante.
Horrorizada, la atribulada aristócrata
recordó las sabias palabras de su santo esposo que, en una discusión
doméstica en la que las ganas de fastidiar iban de la mano con la
legítima preocupación marital, le echó en cara el estar dilapidando su
salud y, con ello, echando a perder su aspecto, “¿Qué pensará nuestra hija –dijo el patricio- si te ve en este estado?”
Frente al escaparate de Hermés, Frau
Walderdorff sintió entonces un repentino estremecimiento ¿Es que ella,
como madre, tenía derecho a causarle a su hija el pesar de verla
marchita, pocha, y todo por culpa del trabajo? ¡No y
mil veces no! Así que arrastró su coqueto trolley Samsonite hasta el
Duty Free más cercano, en donde, presa de un frenesí sólo explicable por
los adversos efectos sobre su psique de la sobrecarga laboral que
sufre, robó como plebeya lo que podía haber pagado perfectamente como dama de la alta sociedad.
Tras reconocer que sus pares, en los “Events”
(sic) la miran raro, la Frau Walderdorff se ha declarado dispuesta a
pagar la multa que la autoridad quiera imponerle para dar fin a la
tortura de ser tenida como una vulgar choriza en vez de como lo que es: una desgraciada víctima del estrés laboral.
3 comentarios:
Es que el estrés, ya se sabe. Pero, a pesar de ello, tiene muy buen ojo, mil euros en cosméticos no es lo mismo que llevarse una crema del supermercado.
¿La de la foto es Hillary Clinton con gafas de sol? :-D
Hola!
Jajajaja. La mujer andaba desorientada, pero claro: ella Sisheido, nada de marca Hacendado.
La de la foto es una señora vienesa que pillé un día por el centro :-)
A ver si era Hillary Clinton de incógnito, porque se parece mucho.
No, el estrés no le hizo confundirse y llevarse marcas blancas. Hasta para eso hay que saber estresarse. :-)
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