Heiligenkreuz y Mayerling

2 de Noviembre.- Los domingos son días adecuados para hacer excursiones y el Wienerwald, o bosque que abraza a Viena, el lugar más propicio para encontrar buenos objetivos. A 17 Km de la capital austriaca está el monasterio de la Santa Cruz, llamado así porque, en el siglo XII la familia real de entonces, los Babemberg, confió a la custodia de los monjes benedictinos un pedazo del lignum crucis, o madero en el cual fue crucificado Cristo. El monasterio, un impresionante complejo de edificios, fue construido en dos etapas principales. La primera, en el momento de su fundación, alrededor de 1100 y la segunda en el siglo XVIII, momento en el que se hicieron todos los añadidos barrocos. La sala capitular del monasterio también sirvió de lugar de último descanso de los restos de los Babemberg, hasta que con el último (Leopold III, si no me falla la memoria) se extinguió la dinastía.
En las dos siguientes imágenes se puede ver el patio principal del monasterio, con la columna de la Santísima Trinidad (barroca) y un trozo de la fachada este de la iglesia románica.

A pocos pasos está la iglesia de la Santa Cruz, construida en 1982, que es el lugar en donde se guarda el relicario con el Lignum Crucis (bueno: uno de los incontables que se guardan a lo ancho de la cristiandad). La foto corresponde al pequeño cementerio del monasterio. Es de suponer que, en algún sitio, debe de haber un osario, pero no nos lo han enseñado.

Mientras se hacía la hora para asistir a la visita guiada al Monasterio, hemos decidido pasarnos por Mayerling, a pocos kilómetros (7) porque yo tenía curiosidad de ver el antiguo pabellón de caza -hoy convertido en un convento bajo el patronazgo de San José- en donde el príncipe heredero Rudolf, el hijo de la emperatriz Elisabeth y de Franz Joseph, se saltó la sesera de un disparo junto a su amante Mary Vetsera, cambiando así el curso de la historia de Europa.


El edificio (abajo) es más bien soso y, con posterioridad a la triste muerte del príncipe, se construyó una capilla neogótica, encajada en la preexistente estructura del pabellón de caza. El templo tiene el ábside situado justo donde estaba la alcoba en donde murieron los amantes (que ya es morbo, leches).

Esta es la iglesia, hela:

De vuelta al Monasterio de la Santa Cruz, y para hacer tiempo, exploramos un viacrucis que festonea la colina que domina el monasterio. Las estaciones del viacrucis están escoltadas por estatuas barrocas de santos de expresión constipada, algo toscas.

La sillería del coro del monasterio, hecha por un italiano en madera de castaño y de roble.

Por último, la sepultura del último de los Babenberg. No me ha quedado muy claro si quedaba algo de difunto, porque durante la primera invasión turca, los sarracenos abrieron la huesa en busca de tesoros. No es muy probable pues que quede mucho del que pasará a la historia por haber inventado uno de los símbolos más perdurables austriacos: la bandera rojiblanca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El día que quise ir a ver Heiligenkreuz elegí un día -un domingo- para hacer una excursión en las afueras con el fín de escapar a las aglomeraciones provocadas por la vista del Papa en el centro. Pero he aquí que tuvimos el tino de elegir tal centro de vital importancia para el catolicismo austriaco. Al ir aproximándonos no parábamos de ver policias por todos lados y más cuanto más cerca nos hallábamos. En fín, que con la rabia contenida, ante la masificación del lugar nos tuvimos que volver a casita como el que dice.Otra vez será ;-/

amelche dijo...

Veo que has aprovechado bien el día. Me alegro de que disfrutes.

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por vuestros comentarios.
A Pyro: !Joé, qué puntería!:-) ya vi yo fotos de Viene(dicto) en la tienda del monasterio. Incluso tienen una inscripción conmemorativa (bastante hortera, übrigens) en el balcón desde el cual bendijo a la multitud. La verdad es que el entorno es bonito y merece la pena; aunque te diré que lo de Mayerling es decepcionante. Una iglesia, el pabellón y un cafetucho. Poco más. Quizá el domingo que viene.
A Amelche: los domingos son para hacer excursioncillas. Y sí, la verdad es que no me lo pasé mal :-)
Saludos a los dos