Una pareja baila el tango el sábado pasado
Carné de baile (Segunda Parte)

2 de Enero.- Decíamos ayer: C.- Ellos: como el lector podrá imaginarse, los había para todos los gustos: como decía mi primo X. cuando vino a visitarme y paseábamos por la Mariahilferstrasse:

-En España, la mitad de estos, serían modelos.

Tómese cualquier campaña de El Corte Inglés y se verá lo que digo: los había que se curraban el momento DJ muerto de hambre que se saca sus pelillas pinchando en locales de dudosa reputación. A saber: flequillo tapándoles un ojo (esto es un estándar, parece ser) gorra de pata de gallo graciosamente inclinada sobre el ojo ciego, camisa abotonada hasta el cuello, pantalón pitillo y tirantes. Los había que buscaban el look boyband. Eran combinaciones de cinco elementos tomados de cinco en cinco. Casi siempre en grupos, podían haber protagonizado varios meses de portadas del Superpop sin haber repetido ninguna vez. Estos sí, de esmóking riguroso, pelito rubio y mirada lánguida.
Conforme íbamos subiendo por la escala de edad: la cuarentena plateada, la dorada cincuentena, te asaltaba la idea siguiente: también en los rayos UVA hay clases. Porque hay rayos UVA que te dejan la piel como si hubieras sido objeto de cualquier experimento secreto con radiaciones (rayos UVA industriales de gimnasio de barrio) y hay rayos UVA que te proporcionan ese moreno del que tiene su velero aparcado en cualquier cala del Mediterráneo. Pues bien: había un grupo (escogido pero relativamente numeroso) de hombres que presuntamente dedicaban sus ratos libres a los deportes náuticos. Estos eran anuncios andantes de las líneas de cosmética para hombre de Nivea. Barba blanca de un par de días sin afeitar, pieles lustrosas como el cuero de los zapatos buenos, mirada de aftershave caro (esa cosa entre jocosa y sexi de George Clooney cuando anuncia cafés para multinacionales monopolísticas) y las imprescindibles dos arruguitas en forma de paréntesis a los lados de la boca (fíjese el lector la próxima vez) que lucen todos los modelos de anuncios que intentan difundir el uso de a)cosmética para hombre, b) losrelojes caros (de Patek Philippe para arriba) o c) coches aptos para cuando tu nivel de testosterona en sangre empieza a decaer. Estas dos arruguillas a los lados de la boca son, hoy en día, las únicas que un cuarentón bien conservado o un cincuentón de los que tuvieron y ahora retienen, pueden exhibir sin que se los tase de homos antecessores atapuerquenses. Cómo será la cosa que, hasta el nuevo presidente de los Estados Unidos, las luce en los retratos oficiales.
En fin: que para dos arruguillas ya hemos hablado bastante.
Descendiendo a un terreno aún más frívolo (si cabe) también pudieron verse excesos que, salvo casos de grave intoxicación alcohólica, no deben acometerse.
A saber: trajes blancos (con corbata blanca) y camisa negra –aquí el coro grita ¡Nunca mais!-. Nunca mais, claro, a no ser que quieras acudir a tu gran boda turca, lugar en donde los ajedrezados contrastes y los tejidos que a la mínima se cargan de electricidad estática tienen su paraíso. Tampoco hay que ceder a la tentación de desempolvar aquel traje de Versace en el que te gastaste un dineral a principios de los noventa. Primero, porque, acéptalo: ya no tienes edad. Y segundo, porque las americanas azul marino a cuadros verde manzana, las dobles botonaduras, las hombreras Locomía y el rosario de tu madre (al cuello) son ya reliquias tan añejas como el Inmaculate Collection de Madonna o las playeras con cierre de velcro.Como referencia cultural, pase. Como atuendo para bailar valses, pos´no, la verdad.
Otra cosa que debería estar castigada con sanción económica o de privación de libertad es acudir a un baile con un chaqué claro. Antes un traje oscuro normal que pisar un baile vestido como un presidente de club de fútbol de segunda B al que le han invitadoa la copa de navidad de Saneamientos Domínguez. La modestia no es ninguna vergüenza, y los trajes oscuros son un dignísimo sustituto a falta de un smoking (aunque en H&M los hay muy apañados de precio y va uno más bonito que un Saint Louis).
Bueno, basta ya, que me estoy poniendo más pesado que un colaborador de Ana Rous Quintana.
Quisiera, eso sí, que mis lectores no se tomasen demasiado en serio mis comentarios, ni pensasen que me he vuelto un pedante insufrible (que también podría ser). Cuando yo llegué aquí, el mundo de la etiqueta era para mí tan ajeno como la biología molecular pero, como allá donde fueres haz aquello que percibieres por medio de la vista, ,pues uno no ha tenido más remedio que ponerse las pilas. Supongo que, si el destino me hubiera llevado a Sevilla, hoy sería miembro de alguna hermandad y estaría hablando en mi blog –sevilladirecto- de cofradías y olé. El típico caso, vaya, de adaptación al medio.

5 comentarios:

amelche dijo...

Lo que nos hemos perdido por no irte a Sevilla. :-)

JOAKO dijo...

Si alguna vez asisto a algún evento que exija etiqueta creo que ya tengo asesor ¿verdad?

con Ka dijo...

¿Pedante? Para nada, hombre, un poco barroco quizás ;)
No sé si quedarme con el comentario sobre las arrugas en forma de paréntesis o la descripción del chaqué claro...

Me ha encantado esta crónica, a este lado no se estilan los bailes, que esto es mu rural.
Ah, aunque no te comente mucho, te leo todos los días a la hora del té, ¡un saludo!

Paco Bernal dijo...

Hola!
Gracias por vuestros comentarios.
A Amelche: jajajaja. Yo es que soy muy de integrarme. Allá donde fueres...Además, la gracia de vivir en otro país está en hacer cosas que no hubieras hecho.
A Joako: algo va uno sabiendo, pero no te creas que estas cosas son una ciencia, eh? Pero si el príncipe te invita a algo, cuenta con mi modesta ayuda :-)
a Ka: vale, vale, intentaré ser más sencillito. Pero es que me pasa lo que a Fraga, que pienso más rápido de lo que me da el boli, y las ideas se me apelotonan. Muchas gracias por leerme todos los días :-)
Saludetes a los tres

con Ka dijo...

No hombre, por favor, tú escribe como te salga del boli, ¡si es que hay cosas que no se pueden explicar de forma sencilla!
;D