La emperatriz Zita y el papa Juan Pablo II (foto: Die Presse)
Hace dos décadas

17 de Marzo.- El 14 de Marzo de 1989 falleció Zita de Borbón y Parma, la última emperatriz de Austria. Y digo bien porque, a pesar de que Austria ya era una república desde el final de la primera guerra mundial, Zita nunca abdicó. A la muerte en 1916 del emperador Franz Joseph, y debido al desgraciado atentado de Sarajevo en el que murió el anterior heredero Franz Ferdinand, Zita y su marido Karl von Habsburg fueron instantáneamente propulsados al trono de un imperio que hacía agua por todos los sitios. Exactamente igual que el mundo en el que Zita había nacido y crecido.
Después de la primera gran guerra, Zita, su esposo y su prole, emprendieron el camino del exilio hacia Suiza (cuenta la leyenda que en ese momento de especial estrechez, la imperial pareja empeñó/malbarató las estrellas de diamantes que la emperatriz Isabel luce en el famoso retrato de Winterhalter). Desde el exilio suizo, el exkáiser, que algunas corrientes algo fundamentalist...Digoooo, tradicionalistas, quieren canonizar, intentó varias veces recuperar el poder perdido (sin éxito, claro).
En 1921, la imperial pareja y sus churumbeles decidieron buscar otros derroteros para su vida, y se exiliaron a la única isla que flota de manera natural (porque es de Madeira, lo siento: el chiste es malo, pero no me he podido resistir) en donde el pobre Karl murió en 1922, en la flor de la vida, de una inoportuna infección pulmonar, dejando a la pobre(Zita) delante de una larga viudez que duró más que la del turrón.
Desde entonces, la emperatriz vistió de negro y se dedicó a promover la causa de beatificación de su marido, para lo cual recorrió Europa de punta a cabo, creando una congregación al efecto en 1949. Sin embargo, la amantísima esposa no viviría para ver realizado su sueño. Hasta 2004 no llegó el milagro necesario para que la causa de beatificación pudiera llevarse a cabo. Lo proporcionó una monja polaca que acreditó haber sido curada de forma sobrenatural por la intercesión del emperador muerto.
Zita tenía prohibido, como es lógico, intentar volver al trono austriaco. Sólo gracias a la mediación del rey Juan Carlos le permitió el gobierno alpino volver a su tierra de visita. A pesar de todo esto, y merced a lo buena persona que Zita fue durante su vida (una viudez casta, ocho hijos sacados adelante con esfuerzo), cuando la emperatriz falleció muchos austriacos lo sintieron profundamente y acudieron en masa a acompañar al cortejo fúnebre hasta la cripta de los capuchinos. Un cortejo que, por cierto, fue retransmitido por la ORF.
Con la muerte de la emperatriz, se extinguían mil años de imperio. Se terminaba una época.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando de pequeño oía hablar de la Emperatriz Zita, me imaginaba que debía de ser una mujer muy pequeñita. No es chiste. Un macaco como yo no podía imaginarse que eso fuesen dos palabras. Después, ya de mayor y por diversas razones, acabé pensando que ella era la que se había ganado a pulso los altares.

No sé cómo lo haces, pero un par de veces por semana me haces revivir los fantasmas de mi infancia.

Besos

cleira dijo...

Me llama la atención lo manarquicos que son los austriacos todavía. Recuerdan mucho su espledoroso pasado de gran imperio.
Creo que es necesario conocer la propia historia.
Por cierto...sabes tú quién es ese Beato que tiene estampas en todas las iglesias de Viena que es un Ausburgo????

Anónimo dijo...

Es Karl, último emperador de Austria y esposo de Zita... y beato desde 2004.

cleira dijo...

Gracias!
Habrá que echarle algún rezo. Le hace mucho la competencia en las iglesias de Viena el espanol Escrivá de Balaguer, seguro que fue más santo El Ausburgo

Paco Bernal dijo...

Hola:
Gracias por vuestros comentarios y perdón por haber tardado tanto en contestarlos.
A Pablo: en las grabaciones de las audioguías de Schonbrunn siguen diciendo lo de "Karl y su mujer Zita" con el resultado que te puedes imaginar: parece que Karl estaba siempre acompañado de una mujer muy canija :-)
a Cleira: efectivamente es Karl, cuya estampa está en la iglesia que el Opus Dei tiene en el Graben, en donde figura en lugar preeminente también la imagen de San Josemaría.
Saludos,