Jörg Haider en sus últimos tiempos (he cambiado la ilustración de este post porque me ha parecido feo hablar mal de un muerto). En fin.

Todo es posible en Carintia

24 de Septiembre.- 11 de Octubre de 2008. Exterior. Noche. Zona de copas pija situada en una zona semiboscosa de algún lugar de Austria. Un famoso político, que acaba de protagonizar un regreso triunfal a la política nacional, mantiene una acalorada discusión con su lebensmensch (o viceversa). Suenan de fondo, en sordina, las frecuencias más graves de un tema de DJ Ötzi con un estribillo machacón (pongamos que hablo de Ein Stern dr Deine Namen Trägt). Bajo la fosca luz de las farolas, los dos hombres tienen una conversación de la que no hay testigos. Dicha conversación sube de tono hasta que el político se cisca en todo lo que verdeguea y se va a grandes zancadas hacia su coche –una berlina del tamaño de un transatlántico- aparcado en las cercanías. El lebensmensch, contrito, abre la puerta del local más próximo dispuesto a ahogar sus penas al estilo Piquer (ante una copa de aguardiente/ de mostrador en mostrador).
Lo que no puede ver es que, en una zona de sombra, dos tipos fornidos, malencarados, con gafas de sol a pesar de la oscuridad reinante y con las manos protegidas por guantes de suave piel de becerro, están esperando al político. Cuando el hombre está abriendo la puerta del conductor, lo agarran por la espalda, lo silencian, lo inmovilizan y le vacían en las entrañas un litro de vodka de garrafón (no está la cosa para tirar). Poco a poco, el alcohol entra en la sangre del político que, primero, entra en visión túnel y después, se dirige hacia la muerte en un estado parecido al que nos acomete en nuestros sueños más turbios. Los dos hombres con gafas de sol tiran al guiñapo en el asiento trasero de la berlina, sacan el coche del aparcamiento haciendo gemir los neumáticos, conducen unas cuantas decenas de kilómetros por carreteras secundarias y luego lo preparan todo cuidadosamente: lanzan el vehículo a toda velocidad en una curva que, si se toma recta, conduce directamente a una pared de hormigón que garantiza un pasaje sin vuelta a la teoría conspiranoica más delirante.

A primeras horas de la mañana, alguien despierta al lebensmensch con la noticia más amarga de su vida. Resacoso, haciendo todo lo posible por contener el llanto aparece al mediodía dando la noticia de que Jörg Haider ha muerto en un accidente de coche.

Esta es la versión que, hasta hoy, sostenía, extraoficialmente, la familia del malogrado político, así como un par de escritorzuelos que han parido sendas biografías en las que se aseguraba que la muerte de Haider se había producido debido a un complot político. Sin embargo, la revista News, que sale hoy, ha publicado el informe de la autopsia de Jörg Haider (una información, en principio, confidencial) pero que no deja lugar a dudas sobre las causas de la muerte y no deja tampoco ningún tipo de espacio a ninguna teoría extraña (aunque, como con la Sábana Santa de Turín o los polvos interestelares de los que hablaba antes de ayer, seguirá habiendo gentes inasequibles al desaliento que compensen con imaginación lo que la realidad les niega). Parece ser que, según las pruebas médicas practicadas al occiso –gracias, Teo-, el político había estado pimplando durante todo el día y tenía alcohol en la sangre, en el estómago y en el cerebro en unas tasas que hubieran bastado para tumbar a un cachalote. O sea que, como se dice llanamente en lengua vernácula, el pobre estaba vollkommen besoffen.

La familia, lógicamente, ha reaccionado con la indignación esperable. Es poco probable, sin embargo que en Carintia, feudo político del difuntiño, cambie algo de lo que ya se ha convertido en el negocio más lucrativo desde que los arruinados herederos de Elvis decidieron convertir Graceland en un museo. Por lo pronto, y coincidiendo con el primer aniversario de la piña automovilística de Haider, el lugar del accidente va a ser acondicionado para que los admiradores del muerto puedan dejar sus muestras de condolencia (una especie de Celtiberia Show, pero en Austria). Gracias a donaciones privadas se van a construir tres plazas de aparcamiento y un monumento permanente. Se habla también de construir una casa museo en la que se conservarán reliquias del muerto. Todo es posible en Carintia.

Imagine el lector español lo que hubiera pasado si Cecilia o Nino Bravo hubieran nacido en ese bonito (aunque friki) rincón de Austria.




5 comentarios:

Pyro dijo...

Hay que ve que son frikis y patéticos estos carintios en su devoción por el chorbo éste. Cada vez que bajo por allá se hace ridiculísimo el ver las matriculillas esas (que venden en los autoservicios de autopistas) pegadas en los cristales con el nombre "Jörgl". Les falta un: ...We miss you! ;-P

JOAKO dijo...

Desde cuando la realidad o la lógica frenan a los "conspiranoicos".¡Qué se puede esperar de un país en el que los adultos visten petos de pantalón corto hasta los noventa!

Marona dijo...

Primero de todo, bentornato!!!! (que no te había dicho ná, ¡qué despegá!) y después, sólo unas cuantas chorradillas, como que me encanta la palabra ciscar, que la canción del DJ Ötzi la bailamos a menudo para practicar el "disco-fox" (sí, existe un baile con ese nombre :D:D:D) y que me parecen fantásticos los diminutivos en -iño :)

amelche dijo...

¡Qué fuerte! Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en España... Que resulte que aún tenemos mucho que aprender en "frikismo"...

Paco Bernal dijo...

Hola a todos!
Gracias por vuestros comentarios y perdón por haber tardado un poco en contestarlos.
a Pyro: yo no he estado más que de pasada en Carintia (aunque conozco a algunos Carintios) y no sabía yo que existiera este merchandising (amárrame esos pavos, joé, como está la peña). Estoy seguro, en cualquier caso de the they miss him. Por lo que yo sé, el muerto se trabajó bastante el tema, besando a cada anciana, acunando a cada niño, tomándose una copa con cada tipo de Carintia (así acabó, el pobre). Ejem. Perdón por el chiste. Un abrazo.
a Joako: jajajaja !No te metas con los pantalones de peto, hombre! jajajaja. A mí me parece bonito (aparte, que me los he probado y te puedo asegurar que los pantalones en cuestión son muy cómodos: mi próxima meta es comprarme unos jajajaja). Hombre, yo creo que las teorías conspiranoicas son una cuestión de lo que los psiquiatras llaman compensación. Es mucho más fácil pensar que tu héroe ha sido asesinado (Lady Di, Haider, etc) que el pensar que se murió porque se puso hasta las orejas de licores espirituosos. El ser humano es asín.
A Mar: Bien hallada!:-)A mí también me gusta la palabra ciscar, con la cancioncita en cuestión tengo una relación amorosa (en Colonia fue lo único decente que escuché y eso marca jajajaja). Y los diminutivos en iño, a mí hay una buena amiga que siempre me llama Paquiño.
A Amelche: aquí tenemos de todo y frikis...Puf. Como en todas partes.
Saludetes :-)