Hit me baby one more time

Arigona Zogaj fotografiada por Manfred Klimek



24 de Junio.- Felicidades a todos los juanes. Durante estos últimos tiempos hemos tenido un verano un poco desmayado. Después de los 36 grados de hace unas semanas, las temperaturas se hundieron en un frescor que los meteorólogos dicen que es normal para esta época del año. Los estudiosos del chubasco recuerdan que el mes de junio de 1999 fue aún más frío (y yo añado: cómo sería) pero los productores de mermeladas y de pepinillos andan mascando pañuelos porque las inclemencias climatológicas les están arruinando las cosechas.
Releyendo las entradas de estos últimos días, he caido en que tengo algo abandonada la politica austriaca –bueno, la politiquilla- así que creo que hoy es hora de que hagamos un recuento de los hechos más importantes acaecidos en el par de semanas anteriores.

Por lo pronto, en el parlamento austriaco se ha resucitado el caso de Arigona. Un culebrón que colea desde hace ya años.

Como recordarán mis lectores, Arigona Zogaj es la hija de una familia que huyó de la exyugoslavia durante las guerras que, entre otras luctuosas consecuencias, tuvieron la de dejar sin estilistas a las delegaciones de Eurovisión de la primera década de este siglo.

Los Zogaj, tras abandonar su país natal, se establecieron en Austria de manera ilegal. Duraron así unos años, a lo que parece perfectamente integrados, hasta que las autoridades los pillaron, como suele decirse, con el carrito del helao, y les dijeron que debían volver a su país a la voz de ya (o sea, sofort, en lengua vernácula).

Arigona se escapó de casa y se refugió en la de un sacerdote que la acogió. Amenazó –la chica, no el cura- con suicidarse si la obligaban a volver a un país en donde no tenía raíces. El vecindario de los Zogaj se movilizó. Se le regalaron flores y cestas de frutas a aquellos miembros de la familia que tuvieron que abandonar el país. La prensa progresista se llenó de artículos lacrimógenos (de fondo justísimo, pero más sentimentales que Marco en el día de la madre), los hermanos de Arigona posaron (en atuendo deportivo, para no renegar de sus orígenes) entre las ruinas de la casa en que se veían obligados a vivir en su asolada tierra natal, y el caso de Arigona llegó hasta el parlamento en donde fue debatido (hit me baby one more time) la semana pasada.

 El Österreich, fabricante de complots y de crisis climatológicas que nunca existieron, denunció en su portada la existencia de un plan secreto para que, después de ser legalmente expulsada, Arigona (princesa abandonada en una desierta isla balcánica) pudiera volver a Austria al cabo de un tiempo. Se produjo un tensérrimo debate entre la ministra encargada del caso, Frau Fekter, partidaria de cierta clemencia por las circunstancias que concurren en el caso, y el político más molón de la oposición (ya lo han adivinado: Herr Strache), partidario...En fin: partidario de sí mismo.

Incluso Alfons Haider, caballero sin espada, se ofreció a casarse con la muchacha para que pudiera obtener la nacionalidad y, en un arranque que se le perdona por ser quien es, afirmó que “sería un matrimonio por amor”. No sabemos lo que pensará el novio del señor Haider de este estallido emocional, pero no creemos que la competencia de Arigona le haga tiritar de miedo de todas formas.

Uno de los actores de este drama (y no de los menos importantes) ha muerto también la semana pasada. Se trata de Hans Dichand, dueño del Kronen Zeitung y una de las personas más poderosas (y temidas) de Austria. Presumía en vida de haber creado presidentes y, para muestra de por dónde iba su ideología, diré que se le atribuye aquella descripción de Frau Rosenkrantz como “valiente madre de diez hijos” (toma ya). Aunque llevaba jubilado bastante tiempo seguía siendo el alma del periódico que revitalizó durante la posguerra mundial y que, hasta hoy, sigue siendo el papel de más circulación de este país (un millón de ejemplares). El angelico, lo tenía todo...pero vendía un millón de periódicos todos los días, y eso ha hecho que hasta personas que no le podían ni ver se hayan hecho lenguas a propósito de su estatura política. Aquí, la necrológica del periódico español El País.

3 comentarios:

Maria dijo...

Estoy segura de que el novio del Sr. Haider es una persona de mentalidad abierta y aceptaría perfectamente ese matrimonio que, no hay motivo para descartar que realmente fuese por amor... amor de amigos, amor por una buena causa, amor por la justicia, amor por la multiculturalidad, dependiendo de la edad del Sr. Haider podría incluso tener toques de amor pseudopaternalista. O ¡quién sabe! por amor a su trabajo (para representar el papel de su vida)o... por un desinteresado... ¡amor al arte!!! ¡Seguro que ninguno de estos amores inquietaba a su novio!!!!

Paco Bernal dijo...

Hola María!

Fuera ya del tono de medio broma que, del todo intencionadamente, impregna mi post, creo que el caso de Arigona es el vivo ejemplo de que la ley está mal hecha.

Debería permitir que cada caso se examinase independientemente y no aplicar soluciones globales a capón que son el vivero perfecto de situaciones injustas como la de los Zogaj.

Si es cierto que la familia Zogaj, como se dice, estaba totalmente integrada y era feliz, es lógico que se les permitiese quedarse y que no se les mandase a un país con el que, particularmente los chicos, no tienen nada que ver.

Por otra parte, la ley tiene la obligación de ser justa. Y es obvio que el caso de Arigona no es único. Como uno sabe más por viejo que por escritor de blogs, y es muy escéptico, uno se pregunta si el caso de los Zogaj sería el mismo, si Arigona no fuera joven y guapa, y si no hubiese captado tanta atención de los medios. Dejar quedarse a Arigona, desde esta perspectiva, quízá se convirtiese entonces en un agravio comparativo hacia personas que ni son jóvenes, ni son guapas, ni por su posición en la sociedad pueden captar la atención mediática que la inteligentsia austriaca, bienintencionadamente, por supuestísimo, está dedicando a los Zogaj.

En cuanto a los amores de Herr Haider, estoy totalmente de acuerdo contigo; pero repito que hacer declaraciones así resulta también un poco frívolo si se considera que hay muchísimas personas que a lo mejor merecerían más que Herr Haider se casara con ellas.

El problema, como decía Sabina, "es muy delicao".

Saludetes,

Paco

Maria dijo...

Supongo que, en realidad, el fondo del asunto es: historia que cala en los corazones de la gente, que crea polémica y con protagonista mediática y, además, guapa. Sería un poco el panem et circenses: debate político, tiempo y espacio en los medios... todos hablan de Arigona y los temas importantes quedan un poco de lado. Colateralmente, los periódicos seguro que venden algun ejemplar más (cosa no mala dados los tiempos que corren); los vecinos se sienten bien ya que les han regalado flores y fruta (digo yo, para qué necesitarán las flores si se van y la fruta... se van, no creo que tengan tiempo a comerla toda); se respira un sentimiento de solidaridad generalizada (algo que no va mal en un grupo); Herr Haider arranca alguna palabra más acerca de sí mismo en los medios... y... al final... ¡pues que a nadie le importa mucho este tema! Todo gira en torno a Arigona, nadie enfoca el problema de manera global, pensando en esas personas que tú nombrabas en tu comenario: los que no pueden captar la atención mediática.

¡Hasta luego!