Anaglifos de artesanía

No: a tu ordenador no le pasa nada. Esta es una imagen anaglifa de mi gato Pauli. Para verla correctamente, necesitas unas gafas especiales.

14 de Septiembre.- El otro día, en la fiesta de la cosecha, tuve ocasión de ver un cortometraje en 3D a propósito de los parques nacionales austriacos. Muy bonito. Con mucha libélula que salía volando hacia el espectador, muchos torrentes de agua cristalina, mucho oso comiendo miel y muchas de esas cosas que les entusiasman a los gobernadores civiles cuando alguien hace un documental sobre el río truchero que pasa por su comarca.
Poco antes de la proyección, el indivíduo que manejaba los aparatos (un hombre algo rupestre, talmente como sacado de un anuncio de Central Lechera Asturiana) nos dio un breve discurso a propósito del funcionamiento del sistema 3D y de lo carísimo que era porque, así lo dijo, “había que fotografiarlo todo dos veces”.

Como yo, de sobra lo saben mis lectores, soy un curioso incorregible, al oír la frase del indivíduo me quedé bastante pensativo; y, al salir, chorreantes las retinas de paisajes de postal y de planos aéreos de las abundantes montañas austriacas, le dije a quien me acompañaba:

-Ese tío es un chorra: lo de fotografiarlo todo dos veces es una tontería como un piano. Quizá el proceso de la película es más caro (si hubiese película, que ahora todo es digital) pero lo demás es igual que con una película normal.

Así que, por la tarde, me senté delante de San Google que todo lo sabe, dispuesto a informarme. Y he aquí lo que averigüé:

La fotografía en tres dimensiones está al alcance de todo el mundo que tenga un ordenador, una cámara digital, y un poco de paciencia. De hecho, el efecto 3D es más antiguo que el propio cinematógrafo. Lo patentó un francés, llamado Louis Ducos de Hauron en 1891 y consiste, como sabemos todos, en dos vistas superpuestas, una en azul y otra en rojo, que se miran con unas gafas con los cristales de estos colores, actuando de filtro. El cerebro, condensa las dos vistas y logra así el efecto de profundidad.

Para lograrlo de manera casera –yo aún sigo experimentando- basta con tomar dos fotos del mismo objeto, separando el punto de vista entre 3 y 5 cm. Luego, se procesan en Photoshop u otro programa equivalente –los hay gratis- siguiendo este simpático tutorial. Y listo el bote.

Es cierto que este sistema –una versión primitiva del que se utilizó para Avatar, en el que los filtros son cristales polarizados- tiene algún que otro inconveniente. Y de mis experimentos lo he deducido. Por ejemplo, que es mejor no fotografiar cosas que sean de los colores rojo o azul (porque distorsiona la sensación de profundidad) e, idealmente, habría que fotografiar cosas contra un fondo blanco, porque, sobre todo por el lado cián, se pierde mucha luminosidad.

En fin: que según vaya produciendo fotografías estereoscópicas y si me salen bien, las iré colgando en flickr para que mis lectores, armados de sus gafas, puedan echarle un ojo –o los dos, que para eso son en 3D-.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

En el armario de mi abuelo apareceron unas diapositivas estereoscópicas en cristal de los años pum que repetían la misma imagen. Luego se veían con un visor especial que juntaba las imágenes y creaba el efecto 3D. Lo malo es que no se conservó el visor, sólo las placas

Paco Bernal dijo...

Hola!

Gracias por tu comentario.

Yo creo que podrías encontrar el visor seguramente en e-bay o algo así. En cualquier caso, las placas de cristal son un tesoro. Si son suficientemente antiguas y están bien conservadas, hay coleccionsitas que pagarían un buen dinero.

saludos,