2 de Febrero.- (Durante los últimos quince días he estado de vacaciones en las Islas Canarias. Como siempre, llevaba un cuaderno en el que he ido anotando mis impresiones de estos días. Las iré dejando para mis lectores en las próximas dos o tres entradas).
(sin fecha)
Estoy en un hotel pequeño en el que el único huésped español soy yo. El resto, son alemanes. Reina un ambiente familiar, sobre todo a la hora del desayuno. Esta mañana, dos huéspedes han acudido a él algo soliviantados, debido a la presencia de dos visitantes nocturnos que habían entrado a su bungalow con intenciones evidentes.
-Al escuchar ruido en la puerta –ha dicho uno- me he levantado y los he espantado, pero era como en las películas. Venían equipados con cazadoras negras.
El camarero –checo- ha movido la cabeza con aire contrito y ha explicado que hay mucho paro juvenil y que, a veces, los Jungs no tienen más remedio que tirarse por la calle de en medio de la ley.
-Pues yo antes iba mucho a Ibiza –ha dicho otro, poseedor de una de esas caras que te hace imaginar a su abuelo con impecable uniforme gris guardando judíos en un campo de exterminio- yo antes iba mucho a Ibiza y he dejado de hacerlo. Hace veinte años no tenías que preocuparte (dir machen keine sorge) pero ahora, las cosas han cambiado mucho. La última vez que estuve allí, vi como apaleaban a un hombre y le atracaban en plena calle.
Yo sigo comiendo en silencio.
-Pues para nosotros –dice un tercer huésped – lo del coche es cada día una aventura.
Varias cabezas se vuelven. Miradas interrogativas. El que ha hablado explica que él y su compañía han alquilado un Suzuki que se cierra por detrás con una capota de plástico. La primera noche, la capota desapareció limpiamente cortada con un cuchillo. A partir de ese día, los rateros se han subido al coche para extraerle metódicamente, cada noche, parte de la gasolina del depósito.
-Y ayer ya fue lo último. Nos encontramos unos vaqueros en el asiento de atrás.
-Sin nadie dentro, espero –ríe uno.
-Por suerte estaban nuevos y eran de mi talla. También robados, seguramente.
3 comentarios:
Ja,ja, estos alemanotes. Por aquí en Denia viven tan felices, sobre todo en invierno. También fue uno de sus feudos y escondites tras la 2ª guerra mundial y hay un buen número de ellos enterrados en el cementerio. Un fuerte abrazo.
Que envidia Paco, horneandote en pleno invierno ;)
Me encantan las Islas Canarias, la ultima vez costo sacarme de alli.
Esperando tus cronicas.
ESTOMAGOS AGRADECIDOS
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