5 de Abril.- Es curioso cómo, cuando uno tiene cierto conocimiento de las alternativas políticas que funcionan en un país, puede predecir con un margen de error bastante escaso lo que dirán los políticos de cada bando si se ventila un tema determinado.
Pensaba yo esto mientras leía los periódicos locales buscando un tema con el que entretener a los lectores de Viena Directo.
Me he topado con el siguiente: El Ministerio de Educación de Esta República, cuya cartera ocupa, como mis lectores saben, Frau Claudia Schmied, miembro del Partido Socialista Austriaco (SPÖ) ha propuesto que se le dé una pensadita a que el turco sea considerado también segundo idioma (por lo tanto, materia examinable de selectividad) y que se iguale así a otras lenguas vivas que ya disfrutan de este estatus (trece idiomas trece pueden estudiarse hoy en día en los colegios austriacos, entre ellos el español, el italiano y el esloveno).
Les doy a mis lectores diez segundos para que adivinen las respuestas que ha dado cada partido.
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Hala, ya:
La ultraderecha, facción azul (FPÖ) ha dicho, por boca de la Sra. Rosenkranz (madre de doce hijos, tozuda católica del ala más preconciliar, admiradora confesa de los secuaces del tipo del bigotillo) que la implantación de la medida supondría un apocalipsis de la cultura occidental (y de la raza aria). Esto pasaría, o sea, si la escuela austriaca acepta la realidad de la calle: esto es: que hay por lo menos un diez por ciento de niños cuyos padres hablan turco en su casa. Según la frau Rosenkranz (que recuerda tanto y tanto a aquellas señoras de la Confederación Católica de Padres de Alumnos que poblaron los programas debate de mi infancia, y que a todo decían “de que no”) el hecho de que el turco entre en las escuelas significará la formación de “sociedades paralelas”. Todo ello a pesar de que el Ministerio ha dejado claro que, el que el turco se convierta en materia examinable, no significará de ningún modo que el idioma lectivo en los colegios sea, como es natural, el alemán.
Los verdes, que viven un momento muy dulce después de los resultados electorales alemanes, han dicho, como también era predecible “de que sí”. O sea, que les parece muy bien y muy en favor de la integración de las minorías.
Los socialistas, que han propuesto la medida, también la valoran muy favorablemente, en tanto que los negros (con perdón) del Partido Popular Austriaco (ÖVP) han hecho saber que, en su opinión, el asunto ni es necesario ni urgente –bastante tienen ellos con lo que tienen, por otra parte: al vicecanciller, Sr. Pröll, le dio un alipori que le ha tenido fuera de combate un par de semanas; y los casos de corrupción les crecen como setas-.
Por último ¿Qué dicen los expertos? Escuchemos la voz de los supertacañones: según los expertos en educación, el reconocimiento del bilingüismo y la posibilidad de que los niños de padres procedentes de Turquía, puedan tener una enseñanza reglada de los resortes de ese idioma, favorecería, a medio plazo, la formación de una generación de “personas puente” entre las dos culturas.
¿Qué piensan mis lectores?
Ilustración: Niño Turco (foto: Archivo Viena Directo)
2 comentarios:
Es muy sensato lo que dicen los expertos. De todos modos ¿hasta que punto sería eficaz la medida? Es decir ¿cuantos alumnos que quisieran podrían acceder en realidad al aprendizaje de turco?
Hola Pablo: yo no sé hasta qué punto sería eficaz la medida pero sí que es verdad que, aparte de lo que pueda suponer para la integración, la importancia económica del asunto no se queda lejos.
Estoy convencido de que Turquía, más tarde o más temprano, entrará en la Unión Europea y es un mercado virgen al que ya muchas empresas están deseando hincarle el diente.
Por otra parte los políticos austriacos de cierta tendencia insisten en negar la existencia de un diez por ciento de la población de su país (imaginemos que tachamos una Castilla del mapa de España). Por ejemplo, si alguien viera la tele austriaca, sin más informaciones, no podría suponer que aquí viven turcos. Y a mí eso me parece una esquizofrenia preocupante.
En cuanto a tu última pregunta, no sé a ciencia cierta, pero seguro que un par de cientos de miles. El problema es que no hay profesores.
Un abrazo
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