Atrapame a ese lagarto (V)
Segunda parte
3 de Abril.- Decíamos ayer...

Los primeros trece episodios de la serie se van en desmontar las felonías interplanetarias. Poco a poco Diana, morena y peligrosa, asume el mando extraterrestre (es un poco la Angela Channing de este cotarro, en plan sexy canalla, cruzada con la madrastra de Blancanieves). Por el cetro verde rivaliza con ella Lydia, que es rubia y lleva el uniforme convenientemente abrochado y un peinado a lo Bonnie Tyler. En cualquier caso, las dos, con sus maillots rojos, tienen pinta de ir a enzarzarse en cualquier momento en una pelea de lucha en el barro.

Y continuamos hoy...
Por el camino, algunos extraterrestres se unen a la causa terrícola, entre ellos uno que después se haría famoso a nivel mundial: Robert Englund, cuyo destino parece ser actuar con máscara de látex. Englund fue el Freddie de Pesadilla en Elm Street y en V encarnaba a uno de los extraterrestres buenos, de los que preferían morirse de asco en su planeta sin recursos antes que merendarse a la fauna humana de Los Angeles.
En esta serie enloquecida, también se produce una coyunda entre especies que da como resultado a la niña de las estrellas: la primera mestiza de papá lagarto y mamá persona.
La mamá humana es una adolescente descarriada (y poquito zorrón, por decir la verdad) que fuma a escondidas en los servicios de su high school y, al mismo tiempo, descubre el lado sexy de los ofidios. Sin embargo, cuando ve la verdadera faz del seductor (o sea, verde y escamosa), en un arranque, y al objeto de purgar su pecado, se carga al padre lagarto de su hija en plan tragedia griega (solucionando así de paso el problema de la Resistencia, que no sabía con quién probar el Polvo Rojo: para más información, aguardar un par de párrafos).
Esta nueva Desdémona es un personaje torturado que, por cierto, no pega nada en esta serie y que, si no recuerdo mal, ya no salía en la segunda temporada. Porque, ¿Qué pinta una heroína desmelenadamente trágica en una serie de acción?
El fruto del coito estelar (o sea, la fruta, la mencionada niña de las estrellas) nace de una crisálida (!) y tiene poderes extrasensoriales, amén de una curiosa manía pacifista que la lleva a decir su primera palabra, PRETINAMA (Paz en lengua extraterrestre), cuando Diana intenta evitar su captura convirtiendo la nave nodriza (cuartel general lagarto) en una potente bomba termonuclear para destruir el Planeta Tierra.
La chica esta pasa de niña con pinta de haberse atragantado con una raspa de pescado a jovencita rubia con horquilla sujetándole el flequillo de la media melenita; frágil y como desequilibrada mental (todo miradas huidizas y expresión corporal atípica, como Anthony Perkins en Psicosis pero sin madre disecada). Y es que, si la adolescencia es difícil en condiciones normales, no debe de ser una bicoca cuando ves al ratón Mickey y te dan ganas de merendártelo agarrándolo por la cola.
En fin: gracias al trabajo de Julie y otros científicos de los de tubo de ensayo en la mano derecha y pipeta en la izquierda, se consigue sintetizar el Polvo Rojo que, lejos de ser una especialidad sicalíptica, es una toxina que los lagartos no pueden resistir.
La organización de Mike Donovan lanza el polvillo famoso por todo el territorio de los EEUU utilizando globos aerostáticos (¿También la rama española de la resistencia lo lanzaría sobre el Guadalquivir,Langreo o San Sadurní de Noia?) y los extraterrestres pasan a mejor vida después de retorcerse con mucho teatro y de echarse unas toses (cof,cof) como las de la dama de las camelias.
¿Todos? ¡No! Diana consigue escapar cual nazi que se hubiese librado de la persecución de la organización Simón Wiesenthal y garantiza la segunda temporada de la serie.
V era un reprocesamiento trash de la historia del nazismo y de otros sistemas gubernamentales perniciosos introducidos a golpe de sonrisa profident; la resistencia era esa organización contradictoria que quería la paz (¡Pretinama! ¡Pretinama!) pero que no dudaba en cepillarse extraterrestres a cascoporro (incluso los mataba mediante una toxina, que ya es el colmo del retorcimiento). Seguía, en cualquier caso, la doctrina estadounidense de que, ante la imposibilidad de reeducar al malote, no hay más remedio que matarlo.
Eso sí, diciendo después Pretinama con el cañón de la pistola aún humeante.

1 comentario:

ReadOnly dijo...

Pues sí, la verdad es que estos de la resistencia eran unos cabrones hipócritas. Mira que decir que querían paz mientras iban matando a los invasores. Claro, es que eran resistencia yanki que, como no conocían otra manera, se dedicaron a exterminar a los lagartos. Al final se descubre que los verdaderos genocidas eran los de la resistencia.

Todo el mundo sabe que lo correcto era ponerse en contacto con Diana para buscar un acuerdo de paz y convivencia.